NOCTURNA AVIS (y V): FUNEREA ET MALEFICA
“¡Salve, ahí en el torreón del castillo, vosotros búhos reyes cantarines que caéis con la luna sobre los rostros vacilantes y los peludos muertos de la cañada!” (Dylan Thomas, Prólogo ) Picasso, Búho de la silla, 1947, Museo Picasso, Barcelona La fealdad, especialmente la fealdad moral, parece una objeción a la vida, su refutación, incluso. Y así, la fealdad del ave nocturna fue uno de los emblemas del pecado, de modo que, en los bestiarios medievales, representa a aquellos que prefieren la oscuridad a la luz: lo que era externamente horripilante debía de ser moralmente odioso: monstrum in fronte, monstrum in animo . A veces, esta referencia se aplica a los pecadores en general, a los servidoes del diablo o a los judíos en particular (véanse los rostros de los sayones en las escenas de la Pasión de Cristo). Los hagiógrafos medievales entablaron una lucha contra el viejo fondo de creencias tradicionales, resurgido sobre las ruinas del paganismo romano. Entre estas creencias