NOCTURNA AVIS (y V): FUNEREA ET MALEFICA

 

“¡Salve, ahí en el torreón del castillo,

vosotros búhos reyes cantarines

que caéis con la luna sobre los rostros vacilantes

y los peludos muertos de la cañada!”

(Dylan Thomas, Prólogo)

Picasso, Búho de la silla, 1947, Museo Picasso, Barcelona 

La fealdad, especialmente la fealdad moral, parece una objeción a la vida, su refutación, incluso. Y así, la fealdad del ave nocturna fue uno de los emblemas del pecado, de modo que, en los bestiarios medievales, representa a aquellos que prefieren la oscuridad a la luz: lo que era externamente horripilante debía de ser moralmente odioso: monstrum in fronte, monstrum in animo. A veces, esta referencia se aplica a los pecadores en general, a los servidoes del diablo o a los judíos en particular (véanse los rostros de los sayones en las escenas de la Pasión de Cristo). 

Los hagiógrafos medievales entablaron una lucha contra el viejo fondo de creencias tradicionales, resurgido sobre las ruinas del paganismo romano. Entre estas creencias y prácticas, la adivinación por el canto o el vuelo de las aves seguía estando muy extendida en la Alta Edad Media y el búho era una de las aves más fuertemente vinculadas a la ornitomancia romana. El deseo de dejar de escucharlos formaba parte del lento proceso de purificar el oído de la “contaminación acústica” asociada al culto pagano. 

Una lechuza guarda la entrada de la iglesia de Saint Jean Baptiste, en Lannemezan (Hautes Pyrénées), siglo XII

 Baudonivia, monja del monasterio de Sainte Croix de Poitiers, cuando, hacia el año 600, redacta la biografía de la santa fundadora, Radegunda, cuenta cómo una noche, “estando la santa rezando el oficio divino, el ave nocturna odiada de los hombres no hacía más que molestar, posada en un árbol. Una de las hermanas le dice a Radegunda: ‘Bienaventurada señora, si me lo ordenas, en tu palabra hago huir al pájaro’. Ella le contesta: ‘Si molesta, ve, en nombre del Señor, haciendo sobre él la señal de la cruz’. Aquélla, entonces, le dijo al pájaro: ‘En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, la señora Radegunda te ordena que, si no has venido de parte de Dios, te marches de este lugar y que no oses, de ninguna manera, cantar aquí’. Como si aquellas palabras hubieran salido de la boca de Dios, el ave emprendió el vuelo y no volvió a aparecer “. 

 Un texto del siglo XIII, el Breviario moralizado de Gubbio, desarrolla en forma de verso el lado demoníaco de esta rapaz nocturna: 

“Por su deformidad

La lechuza no quiere salir a la luz;

de noche explora el país,

comiendo las aves que encuentra dormidas.  

 

El significado de esto, mi hermoso hermano,

En tu corazón lo hago sentir;

esta palabra que en el fondo

el entendimiento sólo puede tener en el horror.

 

Los búhos son enemigos deformes:

van de noche, porque están en la oscuridad,

comen pájaros dormidos.

 

Y estos son los pecadores, los desviados,

Que duermen noche y día

En vanas riquezas y honores.”

Grabado de Cornelis Bloemaert según un dibujo de Hendrik Bloemaert, c. 1625. La leyenda dice: “¿De qué sirven las gafas si no quieres ver?”, una alusión al pecador

Como signo de ceguera maliciosa hacia el bien y de empecinamiento en el pecado, el ave podría añadirse a las representaciones de casi todos los vicios. En "Las tentaciones de San Antonio" de El Bosco (Lisboa), una lechuza se sienta sobre la cabeza de un glotón con cara de cerdo, junto a una mesa con gente bebiendo. 

Idem: en las tentaciones de san Antonio, Museo de Arte Antiguo, Lisboa, c. 1501 

En el cuadro de Pieter Aertsen "La cocina gorda, o grasa", una gran lechuza señorea sobre las provisiones apiladas en la cocina. Se encuentra a menudo con este significado en los Países Bajos, donde la vemos en escenas de posadas y banquetes, ya sea en un rincón o representada en una lámina en la pared. En el cuadro de Steen, “La pareja borracha” o “Después de la borrachera”, un búho observa la escena desde un papel clavado en la pared.

Pieter Aertsen, “Det fede kokken, Voluptas Carnis” (La cocina grasa, el placer de la carne), 1570, Statens Museum for Kunst, Copenhague


Jan Steen, La pareja borracha, 1655-65, Rijksmuseum, Ámsterdam

Como advertencia, no es raro encontrase con este símbolo en esa “Biblia para iletrados” que es la escultura monumental románica.



Varias lechuzas o mochuelos en iglesias románicas. De arriba abajo y de izquierda a derecha: canecillo de san Bartolomé de Sepúlveda; capitel de santa Eulalia de Lloraza (Villaviciosa); canecillo de san Martín de Frómista y capitel de la catedral de Jaca (Fotos del Club del Románico) 

La humanidad ahogada en el pecado, quizá el tema central de El jardín de las delicias, de El Bosco, no podía dejar de representar a esta ave, abrazada con inconsciencia por los hombres. En este pintor, esta ave es claramente diabólica y así aparece en las obras donde se condenan los pecados de la humanidad. Su presencia es la del demonio inspeccionando su propia obra a través de sus agentes.

Dos detalles de El jardín de las Delicias, Museo del Prado 

Lechuzas en la obra de Hieronymus Bosch (El Bosco), señaladas por el círculo rojo: izquierda, La nave de los locos, 1503-1504. Louvre. Derecha, panel izquierdo representando el Paraíso, Tríptico del Juicio, después de 1482, Kunsthistorisches Museum, Viena 

Detalle del tríptico de los santos ermitaños de El Bosco, 1493-99, Galería de la Academia, Venecia.

Idem: en El prestidigitador, c 1502, Museo Municipal de Saint-Germain-en-Laye, Francia 


Idem: en El carro del heno, c. 1512-1515, Museo del Prado 

Idem: en el Vendedor ambulante o el Hijo pródigo, d. 1494, Museo Boijmans Van Beuningen, Róterdam 

En el ala izquierda del tríptico con el Jardín de las Delicias, hacia 1500, Hieronymus Bosch representó una lechuza escondida la escena de la creación de Eva, probablemente como un signo de la caída inminente.

Hieronymus Bosch, detalle del Paraíso del jardín de las delicias, c- 1500-1505, Museo del Prado

La figura maléfica de la lechuza tiene todo su sentido en la escena de la coronación de espinas: uno de los soldados despoja a Cristo de sus vestiduras y expone, en primer plano, su manga con el lema del gobierno romano, SPQR, y un mochuelo.


Seguidor de El Bosco, La coronación de espinas, c. 1516, Museo Lázaro Galdiano (es copia del que se conserva en El Escorial). A la derecha, detalle de la manga de uno de los soldados

Dado que se usaba como señuelo para cazar pájaros, se la representaba como imagen de la tentación de la lujuria y se convirtió en atributo de las prostitutas. En el arte alemán del siglo XV, era un motivo popular en las escenas eróticas. “Meister ES” (c. 1420- c. 1468), también llamado “Meister von 1466”, es la denominación por la que se conoce a un grabador, orfebre y dibujante alemán del período gótico tardío. Siguiendo una vieja tradición, realizó un alfabeto con caracteres figurados, frecuentemente satíricos. Su simbolismo peyorativo se intensifica si se acompaña del mono. La razón de ese emparejamiento parece clara, porque el búho era considerado turpissima avis (indecente,asquerosa), y el mono, turpissima bestia.

 

En el alfabeto de figuras del “maestro ES” destaca la letra G, elaborada con un monje, dos monjas y dos monos y un perro; el monje con las nalgas desnudas acaricia a una de las monjas y las alas de la lechuza 

 Insistiendo en la lujuria, en uno de los ocho cartones para tapices de Boucher para los apartamentos de Madame Pompadour, se muestra una captura de pájaros con red, usando una lechuza como señuelo. Un grabado de Martin Engelbrecht muestra a una "cazadora de pájaros" con un vestido adornado con pájaros" y una lechuza en la cabeza. En italiano, la palabra para lechuza, "civetta", designa -todavía hoy- una prostituta o una mujer que seduce a los hombres. 

Boucher, La Chasse chinoise, c. 1742, Besançon, Museo de Bellas Artes

Martin Engelbrecht, cazadora de pájaros, en la obra « Assemblage nouveau des manouvries habillés », Augsburgo, c. 1730

París, manuscrito de hacia 1390, representación de los pecados: la lechuza como atributo de la pereza 

Un grabado en madera de Hans Springinklee muestra un búho con alas extendidas sobre Adán y Eva en el momento de la Caída. En las alas exteriores de un altar de Jan Gossaert, una lechuza, rodeada de otras aves, está posada en un árbol sobre la primera pareja humana.

Hans Springinklee, Adán y Eva. Xilografía, c. 1518. MET, Nueva York

Jan Gossaert (Mabuse), Tríptico Malvagna, puertas exteriores, 1513 Galleria Regionale della Sicilia


 
Cornelis van Haarlem  (1562–1638), la caída del hombre, 1592, Rijksmuseum

La afirmación de que bebe el aceite de la luz eterna en las iglesias también se refleja en algunas representaciones:

Daniel Meisner, Thesaurus Philo-Politicus, 1631. La lechuza no se acerca al óleo sagrado por veneración, sino por avaricia (Non venerationis sed lucri causa)


"Mira, el compañero del mundo, con paso cansado,

Su calurosa tarea del día ha terminado en el oeste;

El búho, heraldo de la noche, grita, es muy tarde."

(W. Shakespeare, Venus y Adonis)

Si el pecado era una especie de “noche del alma”, no había animal mejor que este noctinauta para representar la oscuridad. La lechuza aparece en una serie de representaciones de la diosa alada Nyx, la Noche, con Hypnos y Thanatos, sus hijos. El tondo de mármol de Bertel Thorvaldsen, "La noche", la representa volando con el sueño y la muerte en los brazos.


Thorvaldsen, La noche, 1815 Thorvaldsen Museum, Copenhague

 La personificación del sueño, sea cual sea su significado, también se acompaña de la lechuza.

Dosso Dossi o su círculo, "El sueño", 1534, Dresde, Gemäldegalerie

En Las uvas de la ira (John Steinbeck, 1939), cuando las familias empobrecidas abandonan sus casas, antes habitadas de calor familiar, y las alimañas se enseñorean de ellas y resuenan los ecos de las criaturas nocturnas, los búhos demuestran una total indiferencia por la vida humana:

“Cuando la gente se acababa de marchar, y la noche del primer día llegó, los gatos cazadores se acercaron perezosos desde los campos y maullaron en el porche…Los ratones se mudaron a las casas y almacenaron semillas en los rincones, en cajas, detrás de los cajones de la cocina. Y las comadrejas entraron a cazar ratones mientras los búhos de plumas marrones volaban chillando, entraban y volvían a salir.”

Miguel Ángel representó una lechuza debajo de la rodilla de la Noche en la tumba de Giuliano de Medici.


Miguel Ángel, sepulcro de Giuliano de Medici, san Lorenzo, Florencia

La muerte llega de manera imprevista a cualquier edad: el ave nocturna lleva de manera inexcusable a la total oscuridad. La parte inferior de la capilla representa el mundo material, sujeto al cambio del tiempo, del que la muerte es su mayor expresión, simbolizado por las figuras del Día, la Noche, la Aurora y el Crepúsculo: “Il tempo che consuma tutto”. En una carta, Miguel Ángel escribe: “El Día y la Noche hablan y dicen: en nuestro rápido curso hemos llevado al duque Giuliano a la muerte”. La muerte es vista como metamorfosis y liberación de la prisión corporal, la elevación del alma, la anábasis del espíritu. Entre la vida material y el sueño de la muerte discurre el tiempo. El mundo celeste, perfecto, representado por la cúpula de la capilla, espera a Giuliano, en trance de liberación. El Sueño y la Muerte, los gemelos de la Noche, son superados por los Medici.

En el monumento funerario del canónigo Hubert Mielemans en la iglesia de Sainte-Croix de Lieja, (1558), hay unos extraños jeroglíficos en los que no falta el ave en cuestión. Grabados en el mármol negro, parecen estar inspirados por la resurrección de la cultura humanista de carácter hermético. La conclusión de uno de los jeroglíficos es la lechuza como Vitae lutifer nuntius, la que trae a la vida el sueño de la muerte.

Un ejemplo de neojeroglíficos en la base de la tumba de Sieur Mielemans, iglesia de Sainte-Croix en Lieja, 1558. El búho o la lechuza, aparece en la parte inferior del jerogífico de la derecha, con las alas desplegadas

Conocido por los mesopotámicos, entre otras cosas, como ukuku (“pájaro del sueño”), el búho también era "el pájaro de la tristeza”. No es de extrañar que se hayan encontrado enterramientos de esta ave en cementerios humanos del Próximo Oriente y del Egeo, especialmente en Fenicia y Creta.

La obra de Horapollon de Nilópolis (siglo IV d.C) sobre los jeroglíficos egipcios decía, entre otras cosas, que la lechuza era el signo de la muerte: "El nycticorax significa muerte: pues, así como de repente eclosiona de noche, así también la muerte invade y abruma a los hombres inesperadamente.” (Hieroglyphica, sive de sacris aegyptiorum aliarumque gentium literis). 

En numerosas representaciones, aparece como un pájaro mortal que mata a otro. En el grabado en cobre de Martin Schongauer "Ornamento con búho", tiene una paloma en sus garras. En el grabado de Crispin de Passe, que muestra a François Ravaillac, el asesino de Enrique IV de Francia, se ve un búho en primer plano. 

Martin Schongauer, Motivo decorativo con búho, 1480-1490, National Gallery, Washington 

Crispin de Passe, Retrato de François Ravaillac, asesino de Enrique IV de Francia, c. 1610, BNF

La idea de un pájaro que anuncia y trae la muerte le lleva a representaciones del memento mori, en las que se la encuentra con frecuencia. Lady Macbeth, alerta para perpetrar su crimen, dice:

“Atención. ¡Silencio! Fue el búho el que chilló, el campanero fatal...que da las buenas noches.”

Al mismo tiempo, se puede caracterizar como un habitante de las ruinas y como una criatura tímida ante la luz. En un grabado en madera de Hans Wechtlin, una lechuza está sentada sobre una calavera que yace sobre un antiguo sarcófago en ruinas junto a una estatuilla clásica, que se supone que simboliza el paganismo; la inscripción dice: "Temo el día".

Hans Wechtlin, Alegoría, 1520. El texto dice: “temo que llegue el día”. Cambridge, Mass., Fogg Art Museum

Un dibujo en sepia de Caspar David Friedrich muestra un paisaje lunar junto al mar; en primer plano, entre dos cardos, las herramientas del sepulturero, una tumba abierta, un ataúd y un gran búho sobre él. Otro dibujo del mismo autor representa el búho sobre una sepultura.

C. D. Friedrich, Paisaje con Tumba, Ataúd y Búho, 1836-37, Museo de Arte de Hamburgo 


C. D. Friedrich. Búho en una tumba, 1836-37, Museo Pushkin, Moscú


Antonello da Messina, Crucifixión, 1475, Museo de Bellas Artes de Amberes

 

Por tanto, era fácil considerarlo como acompañante de la vejez, en las representaciones de las edades.

Jan van Roome, probablemente según un diseño del taller de Bernard van Orley, representación del “las últimas tres edades (de los 54 a los 72 años), o invierno de la vida” en una serie de tapices sobre las doce edades del hombre, c. 1520, MET, NY. El búho ocupa el centro de la composición, sobre la cabeza de Eolo

 

Su representación sobre un árbol seco o sobre ramas muertas se convirtió en un motivo fijo de muerte y la vanitas. Hans Baldung Grien lo representó en una rama seca sobre el martirio del santo en la imagen central de su altar de Sebastián de 1507 (aunque el santo parece disfrutar de su pose elegante). 

Hans Baldung, Martirio de san Sebastián, 1507, Museo Nacional Germano, Nuremberg 

Xilografía francesa de finales del siglo XVI, "Congnois toy toymesme" (“Conócete a ti mismo”), que muestra a una pareja de amantes bajo árboles en flor a la izquierda, y a una pareja de ancianos a la derecha, conducidos a la tumba por la Muerte representada como un esqueleto. Un búho está posado en el árbol seco, sobre los ancianos. Un Memento mori

Gerhard Altzenbach, (activo entre 1609-72), “Las once edades del hombre”, MET, NY. Representa un árbol frondoso del lado del comienzo de la vida y uno seco con una lechuza al final

Baccio Baldini, Llegada de la muerte imprevista, 1470 (así no hay manera de que las parejas disfruten un poco…)  

Justo antes de su suicidio, cuando Dido siente que la muerte la llama, el búho ya la apremia:

“…y que por los tejados un búho solitario con fúnebre canto

Se lamentaba a menudo hasta convertir su larga voz en llanto” (Virgilio, Eneida)

 

El “poeta de la guerra”, Edward Thomas, que escribió casi toda su obra durante la Gran Guerra y fue tempranamente muerto en Arras, en 1917, se describe como un viajero cansado que encuentra acomodo en una posada:

“Toda la noche estaba completamente cerrada excepto

El grito de un búho, un grito muy melancólico.”

Ese grito representa a los que no escaparían a su destino:

“El búho habla por todos los que descansan bajo las estrellas,

Los soldados y los desgraciados desprovistos de alegría.” (El búho)


 Como si fuera una vacuna, quizás el ave nocturna nos ha permitido exponernos a cierta dosis de oscuridad para evitar caer de lleno en ella.

Buenas noches, mi buen búho” (Shakespeare, Trabajos de amor perdidos)  




























































 



Comentarios

  1. Enhorabuena. Que estudio más minucioso y detallado. Es impresionante. Aurora

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