NOCTURNA AVIS (y V): FUNEREA ET MALEFICA
“¡Salve, ahí en el
torreón del castillo,
vosotros búhos reyes
cantarines
que caéis con la
luna sobre los rostros vacilantes
y los peludos
muertos de la cañada!”
(Dylan Thomas, Prólogo)
La fealdad, especialmente la fealdad moral, parece una objeción a la vida, su refutación, incluso. Y así, la fealdad del ave nocturna fue uno de los emblemas del pecado, de modo que, en los bestiarios medievales, representa a aquellos que prefieren la oscuridad a la luz: lo que era externamente horripilante debía de ser moralmente odioso: monstrum in fronte, monstrum in animo. A veces, esta referencia se aplica a los pecadores en general, a los servidoes del diablo o a los judíos en particular (véanse los rostros de los sayones en las escenas de la Pasión de Cristo).
Los hagiógrafos medievales entablaron una lucha contra el viejo fondo de creencias tradicionales, resurgido sobre las ruinas del paganismo romano. Entre estas creencias y prácticas, la adivinación por el canto o el vuelo de las aves seguía estando muy extendida en la Alta Edad Media y el búho era una de las aves más fuertemente vinculadas a la ornitomancia romana. El deseo de dejar de escucharlos formaba parte del lento proceso de purificar el oído de la “contaminación acústica” asociada al culto pagano.
Una lechuza guarda la entrada de la iglesia de Saint Jean Baptiste, en Lannemezan (Hautes Pyrénées), siglo XII
Baudonivia, monja del monasterio de Sainte Croix de Poitiers, cuando, hacia el año 600, redacta la biografía de la santa fundadora, Radegunda, cuenta cómo una noche, “estando la santa rezando el oficio divino, el ave nocturna odiada de los hombres no hacía más que molestar, posada en un árbol. Una de las hermanas le dice a Radegunda: ‘Bienaventurada señora, si me lo ordenas, en tu palabra hago huir al pájaro’. Ella le contesta: ‘Si molesta, ve, en nombre del Señor, haciendo sobre él la señal de la cruz’. Aquélla, entonces, le dijo al pájaro: ‘En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, la señora Radegunda te ordena que, si no has venido de parte de Dios, te marches de este lugar y que no oses, de ninguna manera, cantar aquí’. Como si aquellas palabras hubieran salido de la boca de Dios, el ave emprendió el vuelo y no volvió a aparecer “.
Un texto del siglo XIII, el Breviario moralizado de Gubbio, desarrolla en forma de verso el lado demoníaco de esta rapaz nocturna:
“Por
su deformidad
La
lechuza no quiere salir a la luz;
de
noche explora el país,
comiendo
las aves que encuentra dormidas.
El
significado de esto, mi hermoso hermano,
En
tu corazón lo hago sentir;
esta
palabra que en el fondo
el
entendimiento sólo puede tener en el horror.
Los
búhos son enemigos deformes:
van
de noche, porque están en la oscuridad,
comen
pájaros dormidos.
Y
estos son los pecadores, los desviados,
Que
duermen noche y día
En
vanas riquezas y honores.”
Grabado de Cornelis Bloemaert según un dibujo de Hendrik
Bloemaert, c. 1625. La leyenda dice: “¿De qué sirven las gafas si no
quieres ver?”, una alusión al pecador
Como signo de ceguera maliciosa hacia el bien y de empecinamiento en el pecado, el ave podría añadirse a las representaciones de casi todos los vicios. En "Las tentaciones de San Antonio" de El Bosco (Lisboa), una lechuza se sienta sobre la cabeza de un glotón con cara de cerdo, junto a una mesa con gente bebiendo.
En el cuadro de Pieter Aertsen "La cocina gorda, o grasa",
una gran lechuza señorea sobre las provisiones apiladas en la cocina. Se encuentra a
menudo con este significado en los Países Bajos, donde la vemos en escenas de
posadas y banquetes, ya sea en un rincón o representada en una lámina en la
pared. En el cuadro de Steen, “La pareja borracha” o “Después de la
borrachera”, un búho observa la escena desde un papel clavado en la pared.
Pieter
Aertsen, “Det fede kokken, Voluptas Carnis” (La cocina grasa, el placer de la
carne), 1570, Statens Museum for Kunst, Copenhague
Jan Steen, La pareja borracha, 1655-65, Rijksmuseum, Ámsterdam
Como advertencia, no es raro encontrase con este
símbolo en esa “Biblia para iletrados” que es la escultura monumental románica.
Varias lechuzas o mochuelos en iglesias románicas. De
arriba abajo y de izquierda a derecha: canecillo de san Bartolomé de Sepúlveda;
capitel de santa Eulalia de Lloraza (Villaviciosa); canecillo de san Martín de
Frómista y capitel de la catedral de Jaca (Fotos del Club del Románico)
La humanidad ahogada en el
pecado, quizá el tema central de El jardín de las delicias, de El Bosco,
no podía dejar de representar a esta ave, abrazada con inconsciencia por los
hombres. En este pintor, esta ave es claramente diabólica y así aparece en las
obras donde se condenan los pecados de la humanidad. Su presencia es la del
demonio inspeccionando su propia obra a través de sus agentes.
Dos detalles de El jardín de
las Delicias, Museo del Prado
Lechuzas en la obra de
Hieronymus Bosch (El Bosco), señaladas por el círculo rojo: izquierda, La nave
de los locos, 1503-1504. Louvre. Derecha, panel izquierdo representando el
Paraíso, Tríptico del Juicio, después de 1482, Kunsthistorisches Museum, Viena
Detalle del tríptico de los santos ermitaños de El Bosco, 1493-99, Galería de la Academia, Venecia.
Idem: en El prestidigitador, c
1502, Museo Municipal de Saint-Germain-en-Laye, Francia
Idem: en El carro del heno, c.
1512-1515, Museo del Prado
En el ala izquierda
del tríptico con el Jardín de las Delicias, hacia 1500, Hieronymus Bosch
representó una lechuza escondida la escena de la creación de Eva, probablemente
como un signo de la caída inminente.
Hieronymus Bosch, detalle del
Paraíso del jardín de las delicias, c- 1500-1505, Museo del Prado
La figura maléfica de la lechuza tiene todo su sentido en la escena de la coronación de espinas: uno de los soldados despoja a Cristo de sus vestiduras y expone, en primer plano, su manga con el lema del gobierno romano, SPQR, y un mochuelo.
Dado que se usaba
como señuelo para cazar pájaros, se la representaba como imagen de la tentación
de la lujuria y se convirtió en atributo de las prostitutas. En el arte alemán del
siglo XV, era un motivo popular en las escenas eróticas. “Meister
ES” (c. 1420- c. 1468), también llamado “Meister von 1466”, es la denominación por la que se conoce a un grabador,
orfebre y dibujante alemán del período gótico tardío. Siguiendo una vieja
tradición, realizó un alfabeto con caracteres figurados, frecuentemente
satíricos. Su simbolismo peyorativo se intensifica si se acompaña del mono. La
razón de ese emparejamiento parece clara, porque el búho era considerado turpissima
avis (indecente,asquerosa), y el mono, turpissima bestia.
En
el alfabeto de figuras del “maestro ES” destaca la letra G, elaborada con un
monje, dos monjas y dos monos y un perro; el monje con las nalgas desnudas
acaricia a una de las monjas y las alas de la lechuza
Insistiendo en
la lujuria, en uno de los ocho cartones para tapices de Boucher para los
apartamentos de Madame Pompadour, se muestra una captura de pájaros con red,
usando una lechuza como señuelo. Un grabado de Martin Engelbrecht muestra a una
"cazadora de pájaros" con un vestido adornado con pájaros" y una
lechuza en la cabeza. En italiano, la palabra para lechuza, "civetta",
designa -todavía hoy- una prostituta o una mujer que seduce a los
hombres.
Boucher, La Chasse chinoise, c. 1742, Besançon, Museo de
Bellas Artes
Martin Engelbrecht, cazadora de
pájaros, en la obra « Assemblage nouveau des manouvries habillés »,
Augsburgo, c. 1730
París, manuscrito de hacia 1390, representación de los pecados: la lechuza como atributo de la pereza
Un grabado en madera
de Hans Springinklee muestra un búho con alas extendidas sobre Adán y Eva en el
momento de la Caída. En las alas exteriores de un altar de Jan Gossaert, una
lechuza, rodeada de otras aves, está posada en un árbol sobre la primera pareja humana.
Hans
Springinklee, Adán y Eva. Xilografía, c. 1518. MET, Nueva York
Jan Gossaert (Mabuse), Tríptico Malvagna, puertas exteriores, 1513 Galleria Regionale della Sicilia
Cornelis van Haarlem (1562–1638), la caída del hombre, 1592, Rijksmuseum
La afirmación de que
bebe el aceite de la luz eterna en las iglesias también se refleja en algunas
representaciones:
Daniel Meisner, Thesaurus Philo-Politicus, 1631. La lechuza no se acerca al óleo sagrado por veneración, sino por avaricia (Non venerationis sed lucri causa)
"Mira, el compañero del mundo,
con paso cansado,
Su calurosa tarea del día ha terminado
en el oeste;
El búho, heraldo de la noche,
grita, es muy tarde."
(W. Shakespeare, Venus y
Adonis)
Si el pecado era una especie de
“noche del alma”, no había animal mejor que este noctinauta para representar la oscuridad. La lechuza aparece en una serie
de representaciones de la diosa alada Nyx, la Noche, con Hypnos y Thanatos, sus
hijos. El tondo de mármol de Bertel Thorvaldsen, "La noche", la
representa volando con el sueño y la muerte en los brazos.
Thorvaldsen, La noche, 1815 Thorvaldsen Museum,
Copenhague
Dosso Dossi o su círculo, "El sueño", 1534,
Dresde, Gemäldegalerie
En Las uvas de la
ira (John Steinbeck, 1939), cuando las familias empobrecidas abandonan sus
casas, antes habitadas de calor familiar, y las alimañas se enseñorean de ellas
y resuenan los ecos de las criaturas nocturnas, los búhos demuestran una total
indiferencia por la vida humana:
“Cuando la gente se acababa de
marchar, y la noche del primer día llegó, los gatos cazadores se acercaron
perezosos desde los campos y maullaron en el porche…Los ratones se mudaron a
las casas y almacenaron semillas en los rincones, en cajas, detrás de los
cajones de la cocina. Y las comadrejas entraron a cazar ratones mientras los
búhos de plumas marrones volaban chillando, entraban y volvían a salir.”
Miguel Ángel
representó una lechuza debajo de la rodilla de la Noche en la tumba de
Giuliano de Medici.
Miguel Ángel, sepulcro de Giuliano de Medici, san
Lorenzo, Florencia
La muerte llega de manera imprevista a cualquier edad:
el ave nocturna lleva de manera inexcusable a la total oscuridad. La parte
inferior de la capilla representa el mundo material, sujeto al cambio del
tiempo, del que la muerte es su mayor expresión, simbolizado por las figuras
del Día, la Noche, la Aurora y el Crepúsculo: “Il tempo che consuma tutto”.
En una carta, Miguel Ángel escribe: “El Día y la Noche hablan y dicen: en
nuestro rápido curso hemos llevado al duque Giuliano a la muerte”. La
muerte es vista como metamorfosis y liberación de la prisión corporal, la
elevación del alma, la anábasis del espíritu. Entre la vida material y el sueño
de la muerte discurre el tiempo. El mundo celeste, perfecto, representado por
la cúpula de la capilla, espera a Giuliano, en trance de liberación. El Sueño y
la Muerte, los gemelos de la Noche, son superados por los Medici.
En el monumento funerario del canónigo Hubert Mielemans
en la iglesia de Sainte-Croix de Lieja, (1558), hay unos extraños jeroglíficos
en los que no falta el ave en cuestión. Grabados en el mármol negro, parecen
estar inspirados por la resurrección de la cultura humanista de carácter hermético.
La conclusión de uno de los jeroglíficos es la lechuza como Vitae lutifer
nuntius, la que trae a la vida el sueño de la muerte.
Un ejemplo de neojeroglíficos
en la base de la tumba de Sieur Mielemans, iglesia de Sainte-Croix en Lieja,
1558. El búho o la lechuza, aparece en la parte inferior del jerogífico de la
derecha, con las alas desplegadas
Conocido por los mesopotámicos, entre otras cosas, como
ukuku (“pájaro del sueño”), el búho también era "el
pájaro de la tristeza”. No es de extrañar que se hayan encontrado
enterramientos de esta ave en cementerios humanos del Próximo Oriente y del
Egeo, especialmente en Fenicia y Creta.
La obra de Horapollon de Nilópolis (siglo IV d.C) sobre los jeroglíficos egipcios decía, entre otras cosas, que la lechuza era el signo de la muerte: "El nycticorax significa muerte: pues, así como de repente eclosiona de noche, así también la muerte invade y abruma a los hombres inesperadamente.” (Hieroglyphica, sive de sacris aegyptiorum aliarumque gentium literis).
En numerosas representaciones, aparece como un pájaro mortal que mata a otro. En el grabado en cobre de Martin Schongauer "Ornamento con búho", tiene una paloma en sus garras. En el grabado de Crispin de Passe, que muestra a François Ravaillac, el asesino de Enrique IV de Francia, se ve un búho en primer plano.
Martin
Schongauer, Motivo decorativo con búho, 1480-1490, National Gallery, Washington
Crispin
de Passe, Retrato de François Ravaillac, asesino de Enrique IV de Francia, c.
1610, BNF
La idea de un pájaro
que anuncia y trae la muerte le lleva a representaciones del memento
mori, en las que se la encuentra con frecuencia. Lady Macbeth, alerta para
perpetrar su crimen, dice:
“Atención. ¡Silencio!
Fue el búho el que chilló, el campanero fatal...que da las buenas noches.”
Al mismo tiempo, se
puede caracterizar como un habitante de las ruinas y como una criatura tímida
ante la luz. En un grabado en madera de Hans Wechtlin, una lechuza está
sentada sobre una calavera que yace sobre un antiguo sarcófago en ruinas junto
a una estatuilla clásica, que se supone que simboliza el paganismo; la
inscripción dice: "Temo el día".
Hans
Wechtlin, Alegoría, 1520. El texto dice: “temo que llegue el día”. Cambridge,
Mass., Fogg Art Museum
Un dibujo en sepia de
Caspar David Friedrich muestra un paisaje lunar junto al mar; en primer plano,
entre dos cardos, las herramientas del sepulturero, una tumba abierta, un ataúd
y un gran búho sobre él. Otro dibujo del mismo autor representa el búho sobre
una sepultura.
C.
D. Friedrich, Paisaje con Tumba, Ataúd y Búho, 1836-37, Museo de Arte de
Hamburgo
C.
D. Friedrich. Búho en una tumba, 1836-37, Museo Pushkin, Moscú
Antonello da Messina,
Crucifixión, 1475, Museo de Bellas Artes de Amberes
Por tanto, era fácil
considerarlo como acompañante de la vejez, en las representaciones de las
edades.
Jan
van Roome, probablemente según un diseño del taller de Bernard van Orley,
representación del “las últimas tres edades (de los 54 a los 72 años), o invierno
de la vida” en una serie de tapices sobre las doce edades del hombre, c. 1520,
MET, NY. El búho ocupa el centro de la composición, sobre la cabeza de Eolo
Su representación
sobre un árbol seco o sobre ramas muertas se convirtió en un motivo fijo de
muerte y la vanitas. Hans Baldung Grien lo representó en una rama seca
sobre el martirio del santo en la imagen central de su altar de Sebastián
de 1507 (aunque el santo parece disfrutar de su pose elegante).
Hans
Baldung, Martirio de san Sebastián, 1507, Museo Nacional Germano,
Nuremberg
Xilografía
francesa de finales del siglo XVI, "Congnois toy toymesme" (“Conócete
a ti mismo”), que muestra a una pareja de amantes bajo árboles en flor a la
izquierda, y a una pareja de ancianos a la derecha, conducidos a la tumba por
la Muerte representada como un esqueleto. Un búho está posado en el árbol seco,
sobre los ancianos. Un Memento mori
Gerhard Altzenbach, (activo entre 1609-72), “Las once
edades del hombre”, MET, NY. Representa un árbol frondoso del lado del
comienzo de la vida y uno seco con una lechuza al final
Baccio Baldini, Llegada de la muerte imprevista, 1470 (así no hay manera de que las parejas disfruten un poco…)
Justo antes de su suicidio, cuando Dido siente que la
muerte la llama, el búho ya la apremia:
“…y que por los tejados un búho solitario con
fúnebre canto
Se lamentaba a menudo hasta convertir su larga voz en
llanto”
(Virgilio, Eneida)
El “poeta de la guerra”, Edward Thomas, que escribió
casi toda su obra durante la Gran Guerra y fue tempranamente muerto en Arras,
en 1917, se describe como un viajero cansado que encuentra acomodo en una
posada:
“Toda la noche estaba
completamente cerrada excepto
El grito de un búho, un grito
muy melancólico.”
Ese grito representa a los que no escaparían a su
destino:
“El búho habla por todos los
que descansan bajo las estrellas,
Los soldados y los desgraciados desprovistos de alegría.” (El búho)
“Buenas noches, mi buen búho” (Shakespeare, Trabajos de amor perdidos)
Enhorabuena. Que estudio más minucioso y detallado. Es impresionante. Aurora
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