Entradas

SENTIR QUE SE SIENTE

Imagen
« Con mis sentidos voy, como si fueran pájaros, desde la encina hasta el ventoso cielo. » (Reiner Maria Rilke , Avance ) Detalle de  Jan Brueghel el Viejo y Pieter Paul Rubens, Alegoría del Oído, 1617, Museo del Prado Que las aves evoquen el aire parece una evidencia que no necesita mayor explicación; que apelen a nuestra vista o a nuestro oído es el resultado del trabajo que se tomó la evolución para producir colores tan extraordinarios como los del pavo real o las aves del paraíso y músicas tan brillantes como las del ruiseñor o el mirlo. Con todo lo que los pájaros han sugerido, no podían dejar de ser la conciencia de nuestra propia sensibilidad, hacernos sentir que sentimos. La autoconciencia de nuestros sentidos, con ser muy remota, adquirió categoría artística en los siglos XVI y XVII, cuando la pintura comienza a referirse a lo sensorial: la visión como tema en sí mismo, la reina de los sentidos a la par que el oído. El género adquiere su estatus en los Países Bajo...

CHARLATÁN Y BELLOTERO

Imagen
  Alberto Durero, arrendajo, 1509 Arrendajo es un nombre que suena despectivo y no parece muy agraciado para un ave de plumaje brillante y de presencia imponente, pero, como cualquier miembro de la familia de los córvidos, no podía salir bien parada de la nomenclatura, que le ha dado el binomial Garrulus glandarius.  Su ronco grito, desagradable y áspero, a veces insistente, merece que se le llame gárrulo; su gusto por las bellotas y su curiosa costumbre de esconderlas (se dice que es capaz de hacer una despensa de hasta cuatro o cinco mil al año), le dan un justo apellido de bellotero (de glandem , bellota). Salterio de Lutterell, Biblioteca Británica. El arrendajo con su bellota   Es un pájaro bullicioso y algo colérico, pero sin la vestimenta sombría de sus parientes, cuervos y urracas, aves de luto, sino con colores más vistosos, y, de hecho, el ornitólogo Étienne Mulsant lo comparaba con una viuda “ cuyas lágrimas ya han dejado de fluir ”, un luto ya post...

TACTO Y DELICADEZA

Imagen
  “ Primeros días de primavera vadeando el arroyo, una garza solitaria ” (Hekigoto Kawahigashi, 1873-1937) Ohara Koson, Garza blanca bajo la lluvia, 1928, Museo de Bellas Artes de Boston La garza, hierática y contemplativa, parece pasar mucho tiempo en la orilla sin esperar por nada. De inclinaciones solitarias, menos gregaria que la grulla, menos doméstica que la cigüeña, su tiempo parece correr de otra forma, hasta el punto que en Japón era el complemento perfecto —que no la antítesis— del cuervo: todo lo que hay de bullicioso, bribón y gárrulo en el pájaro negro, se convierte en ella en silencio y meditación. Lo lunar y lo solar. Desde otra perspectiva, Etienne Mulsant ( Lettres à Julie sur ornithologie , 1868) le atribuye un aire triste y melancólico. Volviendo a Japón, la garza, Sagi , es ave de buen augurio, delicada y recelosa. Un cuento típico de transformación, Sagi Musume (“La joven garza”), adaptado al teatro kabuki desde el siglo XVIII, habla de una gar...