UN PÁJARO EN LA DESPEDIDA

 

Ve al Kerameikós para ver los relieves de aquellos que fueron el centro de un mundo, y que mañana serán desconocidos e ignorados, el momento donde termina la corta vida y la muerte eterna comienza


Entre los antiguos griegos, la muerte empezó representándose de una forma más literal, más ajustada a los rituales, en los que apreciamos la exposición del cuerpo (próthesis, πρόθεσις) y la procesión hasta el lugar de la cremación o del entierro (ekphorá, ἐκφορά). Así lo vemos, por ejemplo, en esta crátera del siglo VIII a.C. Con el tiempo, y aun sin dejar del todo el aspecto descriptivo, se fue insistiendo menos en los ritos y más en la piedad hacia los difuntos y se dejó paso a escenas centradas en la Eusébeia (Eὐσέβεια), los actos de respeto que se debían a los muertos, a los que había que honrar y recordar. En estas representaciones veremos el importante papel que juegan las aves.

En los ritos funerarios se usaba un tipo de recipiente, el lékythos (o lécito, de λήκυθος), cuyo fin era contener aceite perfumado, normalmente de rosas, para depositarlo en la tumba o para ungir el cuerpo del difunto, aunque, según algunos, se reservaba para las mujeres fallecidas sin haber llegado a casarse. Solían ser de pequeño tamaño, aunque algunos llegaron a hacerse muy grandes, incluso de mármol, quizás para reemplazar a las estelas esculpidas, mucho más caras. En el sur de Italia, en los territorios de Campania y Sicilia (lo que suele conocerse como la Magna Grecia), se dio un tipo de lékythoi abombados, conocidos como Pagenstecher (por su primer estudioso), donde se representan aves y palmetas. Se hicieron entre mediados del siglo IV y principios del III a.C. y parecen asociarse a Afrodita, por el tipo de pájaros representados: el cisne (Cygnus olor, que tiraba del carro de la diosa); el torcecuello (Jynx torquilla, un pájaro mágico, asociado a los conjuros porque Afrodita enseñó a Jasón a usarlo para lograr seducir a Medea); y la paloma, símbolo del amor. No sólo encontramos esas imágenes en los lékythoi, sino que son frecuentes en otros ejemplos de cerámica de la región, como se muestra más abajo. En Italia, Afrodita también tenía una fuerte relación con la muerte, quizás por su emparejamiento con Adonis, que moría y resucitaba periódicamente para dar lugar al ciclo de la vida. Adonis pasaba parte del año con Perséfone, en el inframundo, y esa relación entre las dos diosas quizás provocó el desarrollo, en Roma, del culto a Venus Libitina, protectora de las pompas fúnebres, diosa tanto del amor como de la muerte e identificada, por tanto, con Perséfone. Estos cultos funerarios eran básicamente femeninos y las mujeres fueron las principales responsables de las ofrendas.


Algunos de los lékythoi Pagenstecher, Universidad de Reading, R.U. A la derecha, detalle del inferior, con la silueta de un cisne


Dos lékythoi Pagenstecher, Universidad de Sydney, con cisnes

Jarrón de Paestum, París, Cabinet de medailles. Afrodita y un cisne

El fondo de una copa (kylix) de Paestum, con Afrodita y un torcecuello

Lebes gámico de Paestum, siglo III, museo de la universidad de Melbourne, En una cara, Afrodita; en la otra, un torcecuello

Bombylios, Museo del Louvre, con torcecuello

Ejemplar de torcecuello (Jynx torquilla)

Las aves tienen un lugar privilegiado en las representaciones funerarias infantiles. Hasta hace poco, la mortalidad de los niños era un asunto muy cotidiano. En la antigua Grecia, por supuesto, no lo era menos como no lo era su carácter dramático. Un reflejo de lo inadmisible que, para una familia, supone la pérdida de los hijos (ateloi=los inmaduros), es la significación de las historias de infanticidio o abandono que encontramos en la mitología, casi siempre para castigar a un adulto: Medea y su furia, Procne matando al hijo de su hermana, la locura de Heracles, los Nióbidas asesinados por Apolo, Astianacte arrojado desde los muros de Troya, Perseo y Edipo abandonados al nacer.

¿Qué dolor más grande que el de ver

a los hijos asesinados

se puede encontrar para los mortales?

(Eurípides, Las suplicantes)

 

La mayor parte de las aves asociadas a los temas funerarios en la época clásica tienen relación con los niños. Aunque el lékhythos tenía una larga historia detrás, en Atenas, a principios del siglo V a.C., apareció un nuevo estilo, el lékythos de fondo blanco, que rápidamente se convirtió en la ofrenda funeraria más popular durante casi un siglo. Estos jarrones, con su estilo de pintura sencillo y delicado, marcaron el comienzo de una nueva visión de la muerte, que destacaba el dolor de los vivos y los méritos de los difuntos, centrándose en los momentos personales de duelo en presencia de una tumba. Revelan, como ningún otro tipo de cerámica, detalles íntimos y personales de la vida familiar, así como gestos emotivos, antes infrecuentes, y pueden mostrar un instrumento musical, un juguete, un arma o un pájaro. Tienen un gran interés porque los niños comienzan a aparecer con más frecuencia en este tema, especialmente en las estelas funerarias de la segunda mitad del siglo V y en el siglo IV, de manera que cuando los lékythoi de fondo blanco dejaron de producirse en masa, los niños ya habían encontrado un lugar más estable en la representación del duelo.

 Los niños suelen aparecer jugando o simplemente sosteniendo animales domésticos. En la imaginería funeraria, los pájaros y los conejos son las mascotas más representadas. Aunque es probable que las madres no dejaran conejos y pájaros reales en las tumbas de sus hijos, se trata de la imagen de un regalo especialmente deseable en un contexto en el que la madre o el hijo han fallecido. Si la imagen muestra a una madre fallecida, ésta suele estar sentada mientras el hijo y la sirviente van a visitar la tumba.

Lékythos de fondo blanco, Museo arqueológico de Atenas, c. 400. El círculo azul rodea a la paloma

Aunque la imagen no lo muestra con claridad, en este lékythos hay un personaje hacia el que se vuelve la mujer sentada y que tiene un pájaro -quizá una paloma, por su forma y tamaño- posado en su muñeca.

Hay un grupo de pintores, llamado “de los pájaros”, cuyas vasijas corresponden al periodo 435-425, y en las que observamos, con frecuencia, la aparición del tema de la ofrenda del pájaro en la tumba.

Muchacho con jaula de pájaro ante una sepultura, en un lékythos de fondo blanco ateniense

Las estelas atenienses son muy conocidas gracias a los hallazgos en el cementerio del Cerámico, el Kerameikós, y reemplazaron con el tiempo a los lékythoi de fondo blanco como soporte de la iconografía funeraria. Hay dos imágenes más habituales: la del adulto que intercambia un pájaro con un niño o un joven, probablemente su hijo fallecido; y la del niño abrazando o sosteniendo un pájaro.

Estela del Museo arqueológico de Atenas. Un padre da un pájaro a su hijo


Estela de la tumba de Euempolos (siglo IV a. C.)

En las estelas, como esta de Euágoras (infra), la conexión entre las figuras mediante un apretón de manos (el deseo de los vivos y los muertos de conectarse entre sí se expresa a través de la dexiosis, o apretón de la mano derecha), muy repetida en estas obras, se reemplaza muchas veces por el intercambio de un pájaro. El gesto de la estela de Euágoras es el del hijo que ofrece un pájaro al anciano difunto. Es una expresión diferente de la tipología habitual, ya que es costumbre que la persona mayor pase un pájaro a la más joven. El ave parecía tener un significado alegórico, como la transmisión simbólica de una vida preciada.

Estela funeraria de Euágoras, c. 400, George Ortiz collection

En la estela inferior, una mujer sentada en una silla estrecha la mano de una niña que está de pie frente a ella y que sostiene un pájaro en su mano izquierda. Aunque no es muy corriente, la difunta está de pie, mostrando respeto a su madre: son Rhodilla y su hija Arystilla, a quienes se menciona en el epigrama bajo el relieve: "Aquí yace Arystilla, hija de Ariston y Rhodilla, qué buena fuiste, querida hija".

Estela de Arystilla, c. 420 a.C., Museo arqueológico del Pireo

Estela de Chairestrate y su hijo Lisandro, Museo arqueológico de Atenas. El padre pasa un pájaro a su hijo

En el Museo arqueológico del Pireo se conserva una estela (infra) en la que una familia visita a una mujer difunta a la que le han ofrecido una paloma que descansa sobre sus piernas. Las mujeres y las niñas se hacen más frecuentes en la segunda mitad del siglo V, quizás porque aumenta el estatus femenino y se gasta más en sus sepulturas.

Estela del Museo arqueológico del Pireo

En las estelas funerarias griegas, la representación de niñas (más habitualmente que niños) no es una simple representación infantil con mascota, aunque haya casos. Algunos especialistas atestiguan el hecho de que pájaros, gatos, perros e incluso comadrejas eran compañeros de juego de los niños griegos, pero esto no explica la abundancia de pájaros en las estelas en lugar de gatos, perros o comadrejas. Puede que los pájaros fueran más baratos y fáciles de tallar que una comadreja o un gato; o quizás los pájaros se consideraban juguetes más apropiados para los muertos, posiblemente porque ellos, como las almas, podían atravesar el inframundo para seguir siendo compañeros de juegos. Algunas excavaciones también dan fe de muchos juguetes en las tumbas, así como de algunos huesos de pájaros. ¿El ave representada en estas estelas pretende emular a un compañero con el que viajar al inframundo, algo así como el papel del "ba" egipcio, que, curiosamente, casi siempre está representado por un ave?

Son relativamente frecuentes las estelas en las que un niño muestra un pájaro a un perro, lo que se ha interpretado como una entrega del alma al mundo de los muertos, la juventud ofrecida a la tierra, dado que el perro sería un símbolo ctónico (los filósofos cínicos llamaban “perra” a la Madre Naturaleza).


A la izquierda, estela ática de una niña llamada “Melisto”, con una muñeca en la mano y mostrando un pájaro a su perro, c. 340 aC., Museo de arte de Harvard. A la derecha, estela de una niña llamada “Plangon” con una muñeca en una mano y un pájaro en la otra, ante un ganso, c. 310 a.C., Gliptoteca de Múnich


Estela de una niña, 1ª mitad del siglo IV, Museo arqueológico de Atenas. La niña sostiene un pájaro ante un perro. A la derecha, estela de Polyeuktos, donde vemos a un niño mostrando un pájaro a su perro.

La iconografía de las palomas en la antigua Grecia puede vincularse a Afrodita y su simbolismo es muy similar al que se desarrolló después. La paloma representa la pureza, la lealtad, el amor y quizás incluso la inocencia. Evidentemente, este aspecto se debe a las plumas blancas de la paloma; sin embargo, la afiliación de Afrodita con la paloma la lleva a un contexto de belleza, procreación y sexualidad. Ahora bien, las niñas no se han emparejado ni procreado y puede que lo que se enfatice sea el hecho de que estas niñas nunca se convertirán en madres.

La estela de una niña llamada Olympia (“bondadosa”, según la lápida), con una paloma en su regazo. De época de Adriano

También observamos estelas masculinas, no pocas, con aves. En la estela siguiente, atribuida a Agorákritos, un joven sostiene un pájaro con su mano izquierda mientras levanta la otra hacia una jaula. Se sugiere que el hombre ha liberado al pájaro (un símbolo del alma) de una jaula, y que esto sirve como una alegoría del joven fallecido que liberó su alma de su cuerpo al morir. La visión del pájaro como símbolo del alma encuentra apoyo en el pensamiento ático clásico, particularmente en el pensamiento de Platón (Fedro), que imagina el alma como un ser alado:

A este punto quería llegar toda esta explicación sobre la cuarta especie de locura. Cuando un hombre percibe la belleza de aquí abajo y se acuerda de la belleza verdadera, a su alma le crecen alas y desea volar. Pero al advertir su impotencia, eleva como un pájaro los ojos al cielo, deja a un lado las ocupaciones del mundo y ve cómo le llaman insensato. Y así, de todas las clases de entusiasmo, éste es el más magnífico... 

Estela llamada “del gato”, atribuida a Agorákritos, c. 430-420. Debajo de la jaula está sentado un gato, sobre un pedestal o estela rectangular, contra la que se apoya un niño, probablemente un sirviente


Como vemos, son muchos los ejemplos en los que los difuntos, especialmente las niñas, son representados con aves. De ellas, la paloma parece la más habitual, aunque hemos visto patos y gansos, puede que pájaros más pequeños, y su asociación simbólica con la pureza frustrada es la más sencilla de explicar.

Estela de Avignon, pp.  siglo IV a.C., Museo lapidario de Avignon. La sirvienta, de menor tamaño, sostiene un pato mientras la niña tiene una muñeca


A la izquierda, estela de Daimanete, c. 310 a.C. La esclava sostiene un ganso o un pato. A la derecha, estela ateniense de una niña de siete años llamada “Apollonia”, c. 300 a.C. Paul Getty Villa Museum, Malibú, California. Acaricia a una paloma mientras sostiene, en la otra mano, una granada, el símbolo de Perséfone, deidad del inframundo.

Estela de Myttion, c. 400 a.C., Paul Getty Villa Museum, Malibú, California. La joven lleva un pájaro en su mano

Hay otro grupo de estelas que representan tanto a niñas con hermanos, como a madres con hijos que presumiblemente murieron en el parto. En Vari, en el Ática, se encontró esta estela (infra) en el que una joven ofrece un pájaro a un niño desnudo. El texto indica que el monumento fue erigido por los padres de los dos hermanos, Mnesagora y Nikochares.

"Este es el monumento de Mnesagora y Nikochares

Que no pueden estar presentes; el destino se los ha llevado, 

Dejando a su querido padre y a su madre muy afligidos, 

Porque habiendo perecido, fueron a la morada del Hades".

Estela de Mnesagora y Nikochares, c. 420-410, Museo arqueológico de Atenas

Estela con mujer, recién nacido y niño, que le ofrece un pájaro. ¿Murieron la madre y el más pequeño en el parto?


A la izquierda, estela de Timarete, 430-400, Museo Británico, donde una mujer ofrece un pájaro a un niño. A su derecha, estela de una mujer que sostiene una paloma ante un niño (desparecido), c. 355-345 a.C., Museo de Bellas Artes de Boston

Estela de Ampharete, c. 420. Representa a una mujer con su nieta fallecida poco después de nacer y un pájaro en su mano derecha. En el arquitrabe hay un epigrama que dice: "Es la hija de mi hija que tengo aquí con amor, la que tuve en mi regazo mientras en vida mirábamos la luz del sol y ahora aún tengo, muerta como yo estoy muerta.”

En esta estela procedente de Macedonia (infra), una mujer parece mostrar un gesto pensativo. En su regazo, un niño levanta su mano izquierda hasta alcanzar la de ella mientras su mano derecha alarga un objeto, probablemente un phormiskos (una pequeña vasija que servía como rociador en las ofrendas o como sonajero), hacia un gallo, que se estira para alcanzarlo. Madre e hijo parecen ensimismados. El gallo, además de sus connotaciones eróticas, tiene connotaciones de paso hacia la muerte, pero aquí parece hablarnos de una vida familiar interrumpida pero que la escena quiere conservar.

Estela con madre, hijo y gallo, procedente de Makrygialos, c. 400 a.C., Museo arqueológico de Dion

Parece que las aves tienen algo significativo que decir sobre la niñez y sobre el discurrir de la vida. Evocan el paso hacia la muerte, pero también ofrecen un sentido de permanencia, asegurando el contacto entre el mundo de los muertos y el de los vivos, uniendo la niñez con la madurez. El valor que se les da como conectores con la vida y con la expresión de las emociones puede proceder de su ubicuidad y de su aparente falta de individualidad, de la impresión de que todos los pájaros son el mismo pájaro, atemporales porque son menos personales que los humanos y carecen de un curso similar de vida.

Hemos dejado para el final la más brillante de todas las estelas infantiles. Se trata de la que se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York, tallada en mármol de Paros hacia 450-440 a.C., en plena fiebre constructiva de la Acrópolis de Atenas. El escultor, cicládico, pudo estar entre los que fueron atraídos desde las islas, en el tercer cuarto del siglo V, por la decoración del Partenón. La niña sostiene dos palomas, una de las cuales le picotea los labios. La gravedad del gesto, que nos recuerda a la Atenea pensativa, ligeramente anterior, y al niño con paloma de Picasso, de 1901, en el inicio de su etapa azul, se ve acentuada por el carácter casi traslúcido del mármol. La tristeza del niño picassiano es más convencional - el pintor no es capaz de renunciar a la pelota de colores -, mientras que la estela parece una despedida mutua, más evidente en las palomas, que se vuelven hacia la niña, absorta en algún pensamiento. ¿Son las palomas el pago que la niña debe a Caronte?


Estela de mármol de una niña, 450-440 a.C. Metropolitan Museum, Nueva York. Pablo Picasso, Niño con paloma, 1901, Museos de Qatar













































 



Comentarios

  1. Muy bonita la estela del Metropolitan, ¡preciosa!
    A mí me gusta pensar que los pájaros en las estelas o en las vasijas funerarias, son la representación del Alma y se llevan, por los que aparecen en ellas, como forma de expresar un deseo de que los que parten hacia el más allá tengan un buen viaje y destino. Es verdad que cuando aparecen portadas por niñas puede tener un significado distinto más cercano a la simbología relacionada con la pureza. No sabía que Venus fuera diosa tanto del amor como de la muerte, dos aspectos, por cierto, fundamentales en la vida

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