GRULLAS VELERAS (2ª PARTE)


Ilustración del libro "Flores de cien mundos", de Kamisaka Sekka, 1909-1910, MET, Nueva York

 Uno de los aspectos que más ha llamado la atención en las grullas es su danza nupcial. Había en la Antigüedad formas de magia simpática consistentes en imitar los cantos y bailes de las aves (se habla de danzas de grullas, de búhos...).



La danza nupcial de la grulla de Manchuria

 Sabemos de una danza ritual griega con el nombre del ave, el géranos, de la que se dice que ya se bailaba en Creta y en Delos hace más de 3000 años, instituida por Teseo a su regreso de Creta. El nombre derivaría de la similitud del movimiento con el vuelo o los movimientos de las grullas, aunque hay quien afirma que la danza buscaba expresar las intrincadas maniobras que condujeron a Teseo a través del laberinto hacia el exterior. Disponemos de diversos testimonios sobre este baile.

Un Himno a Apolo de Calímaco (310-240 a.C.) narra el episodio de Delos, ocurrido durante el regreso de Teseo, cuando Ariadna había sido abandonada en la isla de Naxos: el héroe dirige la coreografía, a la que da ritmo la cítara. Era una danza mixta, bajo el patronazgo de Afrodita, y que ejecutaban cada año un coro de chicas y chicos en Delos. Otras versiones la mencionan como una danza sólo femenina. Plutarco precisa que el géranos se bailaba en torno al altar de Apolo.

Dando la vela de Creta, navegó a Delos; y haciendo sacrificio al dios, y colgando en su templo la señal amatoria que recibió de Ariadna, danzó con los otros mancebos un baile, el que se dice que todavía conservan los delios, y es una representación de los rodeos y salidas del Laberinto, que se ejecuta a un cierto son con enlaces y desenlaces por aquella forma; y a este género de baile, según Dicearco, le llaman la Grulla. Danzóle Teseo alrededor del ara, dicha Queratona, por haberse formado de astas, todas del lado siniestro. Añaden que también celebró combates en Delos, y que por la primera vez se dieron entonces por él palmas a los vencedores.

(Plutarco, vidas paralelas, Teseo)

Además de testimonios escritos, disponemos de testimonios gráficos sobre este baile. El Vaso François, que ya hemos conocidouna crátera de volutas (usada para mezclar el vino con el agua durante el simposio) de figuras negras, datada entre 570 y 560 a. C., y obra del alfarero Ergótimos y el pintor Klitias, vuelve a ilustrarnos. Es de grandes proporciones (66 por 57 centímetros) y, por eso, probablemente fue modelada por piezas para evitar las deformaciones. En el cuello de la vasija, en el friso superior, está representado el géranos de Teseo, celebrado como vencedor del Minotauro.




Arriba, la crátera: el friso superior, en la boca, es la que representa el géranos. En el centro, el friso desplegado. Debajo, detalle del baile. Museo Arqueológico de Florencia

Vemos la nave de Teseo llegando a la isla de Delos tras acabar con el Minotauro y escapar de Creta. El héroe, para celebrar la victoria, encabeza, tañendo la lira, el coro de siete jóvenes y siete doncellas liberados del laberinto y que, tomados de las manos e intercalados, bailan la danza. Frente a Teseo, mirándolo, aparecen Ariadna, que sostiene el ovillo que permitió la salida del laberinto y, en un tamaño menor, su nodriza Corcina. Pero la aparición de Ariadna en este episodio es un anacronismo porque ya había sido abandonada junto con su nodriza en Naxos. Puede que la presencia de Ariadna sea para explicar la causa de la victoria que se celebra porque aparece con el ovillo que después se colgará como ofrenda y reliquia en el templo, según cuenta Plutarco.

Grabado en madera de Fukui Gessai sobre una pintura de Maruyama Ōkyo (1733-1795)

Mucho más la este, la grulla es el centro de todo un paisaje cultural. Tan identificada está la pintura japonesa con la grulla que casi podríamos decir que la sinuosidad del arte japonés es una consecuencia de la contemplación atenta de esta ave. De las cuatro especies que viven en Japón, la más habitual y representada es la grulla de Manchuria o grulla japonesa (Grus japonensis). Hasta la restauración Meiji (1868-1912), la grulla (Tsuru) estaba bajo protección imperial, lo que exigía un permiso especial para su caza. A partir de ese momento, la especie vivió una decadencia que sólo ahora empieza a frenarse, cuando apenas llega a los dos mil ejemplares. Emblema de la vida feliz y de la longevidad, Japón la ha asociado al bambú, al cerezo y al pino. Si para los taoístas hay dos grandes principios que son la esencia del universo, el celeste está representado por la grulla; el terrestre, por la tortuga. Ambos, aunque opuestos, se complementan porque comparten una larga vida ("Grulla es mil años, tortuga es un millón de años", dice un proverbio): la de la tortuga nos es evidente; la grulla no vive tanto como mil años, pero sus sesenta años son muchos en el reino animal. Servía de cabalgadura a los Sabios (los Xian) que se elevaban al reino de la inmortalidad.

A la izquierda, Fukusa (pañuelo bordado para envolver objetos rituales o regalos) que representa tres grullas en vuelo, s. XX, París, Museo Guimet, Museo Nacional de Artes Asiáticas. A la derecha, Kashira (pomo de espada) con grulla, Hamano Shôzui (1696-1769), Walters Art Museum, Baltimore

 

Es también el modelo privilegiado de la papiroflexia japonesa, el origami: normalmente, el principiante comienza por dar forma a una grulla. El orizuru (de ori, "doblado", y tsuru, "grulla"), la grulla de papel, es un diseño que se considera el más clásico de todos los origamis japoneses. Mil orizuru unidos se llaman senbazuru ("mil grullas") y se dice que a quien las hace se le concede un deseo. Su asociación con la felicidad es una constante en la cultura japonesa: Mil grullas, la novela de 1952 de Yasunari Kawabata, es una sátira de la elegancia y contrapone el ideal de belleza que sugiere el título con la vulgaridad de la ceremonia del té en el presente ("Una de las muchachas era hermosa. Llevaba un bulto envuelto en un pañuelo con un diseño blanco de mil grullas sobre un fondo rosado de crespón", dice el narrador). Las mil grullas de papel se consideran un símbolo de la paz mundial a partir de la historia de Sadako Sasaki , que murió a los doce años, en 1955, de las secuelas de la bomba atómica de Hiroshima y estuvo haciendo grullas de papel como una forma de oración para conseguir la recuperación de su leucemia. El episodio de Sadako Sasaki y sus mil grullas de origami se difundió gracias a la novela de Eleanor Coerr, Sadako y las mil grullas de papel (1977). Sadako sólo llegó a hacer 644, pero sus compañeros de clase las terminaron y así pudo ser enterrada con la guirnalda alrededor de su cuerpo. Miles de grullas de origami se ofrecen cada año en el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima en homenaje a Sadako.

Hiden Senbazuru Orikata ("El secreto del origami de las mil grullas"), 1797, es uno de los libros de origami más antiguos que se conocen

La grulla como inspiración del diseño decorativo también la encontramos en Europa, fundamentada en los relatos fantásticos sobre todo tipo de seres imaginarios que circularon desde el mundo antiguo.

Así, en Eripia hay gente con cuellos de grullas, y picos por bocas 

(Liber cronicarum: cum figuris et ymagibus ab inicio mundi, Schedel, Hartmann, 1440-1514). 

Este comentario de la Crónica de Núremberg, donde aparecen tantos seres sorprendentes, ha sido motivo para algunos de los diseños más elegantes de las artes decorativas del Renacimiento.

Imagen de la Crónica de Núremberg, con un hombre con cuello y pico de grulla, habitante de la antigua Eripia (Eritrea)


Copa esmaltada veneciana, 1500-1530, colección particular. Y detalle de la misma con el ser híbrido de hombre y ave

El cuenco de la copa está decorado con un tema peculiar, una criatura monstruosa con un torso humano, un largo cuello de animal con un pico, similar a la cabeza de una grulla. Estos híbridos fabulosos se han registrado en la toda la Edad Media y formaron parte de la cultura del Renacimiento. El que encargó el cáliz con un hombre-grulla participaba del imaginario de su época, fascinado por lo desconocido y lo exótico. También Ulisse Aldrovrandi (1522-1604), profesor de Ciencias Naturales en la universidad  de Bolonia, y que reunió uno de los más completos gabinetes de curiosidades del mundo natural, muestra un gran interés por los presagios  y los monstruos. Estas criaturas están documentadas en varias xilografías, algunas realizadas en 1585 por Giovanni Battista dei Cavalieri, un artista de Trento y activo en Roma. Una muestra a un hombre con cabeza de grulla. Aldrovrandi, en su publicación Monstrorum historia (1642), publicada después de su muerte, expresó algunas dudas sobre estas criaturas monstruosas  y concluye "Id iuvabit magis legere, quam credere" ("vale la pena leer esto pero no  creerlo").

Grabado de Cavalieri de la Serie: Opera nel a quale vie molti Mostri de tute le parti del mondo antichi et moderni ... (Monstruos de todas partes del mundo antiguo y moderno), con una  figura sentada en una roca con un cuello largo y una cabeza en parte humana y en parte de pájaro. Museo Británico

Era común introducir, en los ornamentos pintados italianos de esta época, las rarezas (bizzarie) procedentes del Norte, principalmente, en los bordes de manuscritos iluminados y en algunas pinturas. Por lo tanto, la difusión de estos híbridos en la cultura figurativa del Renacimiento italiano del siglo XVI parece bastante natural.



A la izquierda, Giovanni Antonio da Brescia, xilografía, 1510- 1520. Museo Británico. A la derecha, Antonio Bazzi, conocido como "il Sodoma", Grutescos, fresco, 1505-1508. Siena, Convent of Monteoliveto. En ambos ejemplos vemos la grulla  o el hombre-grulla como tema recurrente


La grulla se quedó en un limbo hasta la fiebre del “japonismo” que recorrió occidente a raíz de la presencia de Japón en la Exposición Universal de Londres en 1862 y la apertura que supuso la revolución Meiji desde 1868. Presenciar las xilografías japonesas (las ukiyo-e), con su aire de pintura galante y esplendor paisajista, tuvo un impacto considerable sobre los artistas europeos y norteamericanos desde el último cuarto del siglo XIX. Los colores planos y las formas sinuosas, unidas a una nueva sensualidad, más lánguida, hicieron furor entre los coleccionistas, especialmente cuando ese nuevo estilo fue absorbido por los artistas más “decoradores”. El estadounidense Robert Lewis Reid (1862-1929) fue uno de los pintores más empapados por el japonismo. Muy dado a los fondos florales y a los retratos lánguidos, desde 1910 comenzó una serie de pinturas que mostraban mujeres vestidas con kimonos japoneses en interiores de colores brillantes con biombos orientales. Y la grulla no podía faltar a este encuentro. Hizo hasta cuatro versiones con un mismo título: el biombo japonés, en el que la fusión del fondo con el primer plano parece dar al ave una presencia inmediata junto a las modelos.






       El biombo japonés, 1910, Robert Lewis Reid, Museo de arte Smithsonian, Washington D.C.
































 











Comentarios

  1. No conocía la historia de las Mil Grullas, consideradas como símbolo de la paz mundial. Creo que el deseo que Sadako trataba de cumplir no es una mera anécdota, sino una muestra de la tremenda fuerza simbólica que puede alcanzar un animal, en este caso un ave. Su forma física, tan etérea, es expresión de elegancia, no es extraño que se refleje en representaciones o dibujos y se trate de imitar sus danzas, porque puede asemejarse a una bailarina de danza clásica. Sin embargo, su representacion como ser híbrido con forma humana, me parece menos afortunada. Ignoraba que tuviese una vida tan longeva.

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