EL AVE AZUL
"Los alciones amados
de Tetis"
(Virgilio,
Geórgicas)
El Alción en el
Bestiario de Oxford, Bodleian Library, Oxford
“Nos encanta contemplar el
azul”, observó Goethe en su Teoría de los colores (1810), “no
porque avance hacia nosotros, sino porque nos atrae hacia él”. Este color, con su universo de matices, parece haber atraído más mentes que cualquier otro,
tiñendo la literatura de una admiración casi religiosa. Goethe describió el
azul como un color para "perturbar más que para animar" y Rilke se asombraba de que Cézanne convocara hasta dieciséis tonos de azul a sus cuadros.
“El día termina. Cae la noche.
Y en el medio ... está la hora azul" (Isabelle Simler, Heure bleu, 2015).
El color azul es muy raro en la
naturaleza; de hecho, el azul que vemos no suele deberse a que los animales o las plantas tengan pigmentos azules, sino a un fenómeno de difracción de la luz (si
vemos al microscopio las alas de las mariposas Morpho o las plumas del
pavo real, descubrimos que no son azules). Gracias a esa rareza, siempre ha
tenido un carácter mítico...y místico.
Christine de Pizan,
Ceyx despidiéndose de Alcíone, Epítre d'Othea, 1400, Lille
El alción (o halción) es, precisamente, un ave
azul y mítica. Según Hesíodo, Alcíone, hija de Eolo, era la esposa del rey Ceyx.
Su arrogancia los llevó a presumir de estar casados con los dioses: ella, con
Zeus; él, con Hera. Ya sabemos que la hybris (la soberbia) se pagaba
cara y así fueron convertidos en pájaros, ella en Alción (ἀλκυών); él, en Ceyx
(κήϋξ), nombre actual de un género de martín pescador africano y asiático. Los
textos latinos (Ovidio, en sus Metamorfosis) son más piadosos y
atribuyen esa metamorfosis a la muerte de Ceyx en un naufragio y al suicidio
posterior de una Alcíone desesperada (repitiendo el “salto de Leucada”, el
mítico suicidio de Safo, desesperada por el amor de Faón): la clemencia de los
dioses convirtió a Alcíone y Ceyx en aves que crían en el mar.
"... y al final los dioses se apiadaron de ellos y ambos
se transformaron en pájaros; así que compartieron el
mismo destino,
pero su amor sobrevivió, ni sus lazos conyugales se
aflojaron,
e incluso como aves emplumadas siguieron apareándose y
criando a sus hijos;
y durante siete días de mares tranquilos en la temporada
de invierno
Alcyone empolla en su nido, que flota sobre las aguas."
(Ovidio, Metamorfosis, XI)
Vittore Carpaccio,
La metamorfosis de Alcíone, ca 1502-1507, Museo de Arte de Filadelfia. Alcíone
se arroja al mar tras el cadáver de su esposo y ya los dedos empiezan a
transformarse en plumas.
El conocido como
“salto de Leucada” (un acantilado de más de 70 metros de altura), en la isla
jónica de Lefkada, donde, según Ovidio, se suicidó la poetisa Safo de Lesbos.
“Apresúrate, pues, lánzate desde lo alto de Leucadia, y no temas el amenazante
despeñadero.” (Ovidio, Las heroidas)
En realidad, la identidad de esta ave parece
incierta. Pese a que la tradición la hacía un ave marina, el médico y naturalista
Pierre Belon (1517-1564) vio en ella al martín pescador (Alcedo atthis).
Buffon, citando a Aristóteles, sostiene de nuevo que "es el mismo
pájaro que nuestro martín pescador”. El alción, dice el filósofo griego, ''no
es mucho más grande que un gorrión; su plumaje está pintado de azul, verde y
morado; estos brillantes colores se unen y se mezclan en su cuerpo y en las
alas y el cuello; su pico amarillento es largo y puntiagudo".
Martín pescador,
fotografía de Sally Lloyd Jones
En cualquier caso, desde que sucedió ese doble
drama ya citado, Eolo retiene los vientos siete días antes y siete días después del
solsticio de invierno para dar tiempo a su hija a criar a sus polluelos en su
nido flotante en el mar. La primera vez que sabemos de esta leyenda del solsticio invernal es por
Simónides de Kéos (556 a. C. -ca. 468 a. C.), citado de nuevo por Aristóteles
en su Historia de los Animales:
“Así, cuando en medio del invierno Zeus hace
reinar catorce días de buen tiempo, a esta estación sin viento los hombres la
llaman bendita, aquella en la que el colorido alción alimenta a sus crías.”
Hay otra Alcíone, una de las
Pléyades, precisamente la más brillante de todo ese grupo de estrellas azules,
y que puede deber, o dar, su nombre al ave. Las Pléyades ocupan el centro del
cielo en invierno, cuando los alciones ponen sus huevos, en el momento en que
el sol vuelve desde el mar.
Pero la naturaleza de su nido parece más
sorprendente; de nuevo, Aristóteles:
“En cuanto a su nido, tiene un cierto parecido
con las bolas que se encuentran en el mar y que se llaman espuma de mar,
excepto por el color. Su color es un rojo suave y su forma recuerda a las
calabazas de cuello largo. Su tamaño es mayor que el de las esponjas más
grandes: las hay, por supuesto, más grandes y más pequeñas. Estos nidos están
cubiertos y tienen una sucesión de partes sólidas y huecas. Y si intentas
cortarlas con una cuchilla afilada, no podrás atravesarlas de inmediato. Pero
si, al cortarlas, las aplastas con las manos, pronto se hacen añicos, como la
espuma del mar. La abertura es estrecha, sólo para proporcionar una pequeña
entrada, de modo que, aunque el nido vuelque, el mar no penetre en él. Las
cavidades del nido recuerdan a las de las esponjas. Uno se pregunta con qué
materiales construye el alción su nido: pero lo más frecuente es admitir que lo
hace con los huesos de la aguja de mar (βελόνη); pues es un ave que vive de los
peces. A veces también remonta los ríos".
Plinio y Eliano lo describen en términos similares. Además, este nido-armadura es una especie de "globo" (Plinio), "de un rojo suave" (Aristóteles), y, según Eliano, llevado por el mar de manera que "el leve balanceo de las olas en la superficie lo golpea". Parece evocar el sol, que se eleva por encima de las olas y llama la atención que venga a ser una especie de jaula para el polluelo que contiene, totalmente invisible y oculto al mundo. Pero es un ave que no conoce la vida en la tierra:
"Non tepidum ad solem pinnas in litore pandunt
dilectae Thetidi alcyones…"
(“Los alciones amados de Tetis no extienden sus alas al
tibio sol de la playa”)
(Virgilio, Geórgicas I)
Thetis simbolizaba el regreso anual del sol tras la noche de invierno. Era, en este sentido, el equivalente de Eos, la aurora griega (el solsticio de invierno sería la aurora del año), y los alciones le estaban dedicados. El alción también es asociado con lamentos, es un ave de luto en la Antigüedad, como aprendemos del coro de mujeres griegas cautivas en Táuride (Crimea):
“Halcyon, el pájaro que a lo largo de los escarpados rompeolas canta su canción de dolor entendida por los que saben que por siempre lamentas a tu compañero. Igualo mi lamento al tuyo, un pájaro sin alas.”
(Eurípides, Ifigenia en Táuride)
Mosaico de tema
marino con un martín pescador, casa de Caesius Blandus, Pompeya
Un misterio no resuelto se refiere a la relación entre el
Alción y el Kérylos, un ave de identidad insegura (¿la golondrina de mar?).
"Pero nada, dijo,
podía compararse con el canto de luto del poeta:
Nunca se
lamentaron tanto las sirenas en la orilla,
nunca cantó tan
tristemente el ruiseñor en los riscos
ni se lamentó
tanto la golondrina en medio de las largas colinas
ni los gritos de
Keÿx por los males de Halcyon,
ni el canto de
Kerylos sobre las oscuras olas."
(Moschus,
"Lamento por Bion" III)
En “La joven tarentina”, André Chenier
recuerda la historia de una joven novia que muere ahogada justo antes de la
boda:
“Llorad, dulces alciones,
pájaros sagrados,
Aves de Tetis queridas, dulces
alciones, llorad… “
Mosaico de tema
nilótico en la Casa del Fauno, Pompeya. El martín pescador está en la parte
inferior, a punto de arrojarse al agua
Leyendas tardías han asimilado la
leyenda de Alcíone a la de Isis; la mujer vuela sobre los mares, a la búsqueda
de su marido, hijo del astro matutino, como Osiris era el sol naciente. Ovidio
ha descrito el reencuentro de la esposa transformada en ave, y el cadáver de su
marido empujado por las mareas, en términos que recuerdan al mito egipcio:
“…batiendo el aire ligero con
alas que acababan de nacerle, rozaba, ave lamentable, la superficie de las
olas; volando, lanzaba un grito que parecía un grito de angustia; un sonido
quejumbroso y agudo se escapaba de su pico afilado. Cuando hubo tocado el
cuerpo mudo y exangüe, rodeó con sus alas recientes los miembros de aquel que
ella amaba y le dio vanamente con su pico duro fríos besos.”
La confesión de Alcíone muestra
bien lo que está en el centro del simbolismo de este pájaro, tan querido para
los románticos:
“Lo que me asusta es el mar, es la horrorosa imagen de las olas; he visto no hace mucho sobre la ribera tablas en pedazos, y a menudo he leído nombres sobre tumbas que no recubrían ningún cuerpo. No te dejes seducir por la confianza engañosa de pensar que tiene por suegro al hijo de Hipotes, que tiene los vientos impetuosos encerrados en su prisión y que amaina las olas a su voluntad. Una vez que los vientos desencadenados se vuelven amos de la llanura líquida, nada los detiene ya; no hay tierra, no hay mar que esté protegido contra su furor; atormentan hasta las nubes del cielo y hacen saltar de ellas por terribles choques fuegos chispeantes; cuanto más los conozco (pues los conozco bien y, a menudo, cuando era pequeña, los he visto en la casa de mi padre), más los creo temibles.”
Isidoro de Sevilla (Etimologías,
XII) insiste en que los alciones son aves del piélago porque en el invierno
hacen sus nidos en el mar y crían a sus pollos, mientras calla el viento y las
olas se aquietan y de aquí nacerá toda una corriente moralizante. Ya en los
siglos IV y V (Basilio Magno, Ambrosio de Milán) encontramos al ave convertida
en ejemplo para el cristiano: si el alción es capaz de poner e incubar sus
huevos y sacar adelante a la nidada con asombrosa decisión en lo más
tempestuoso del invierno, confiando en que el tiempo se calmará durante las dos
semanas que necesita para completar con éxito su tarea, ¿cuánto más ha de
confiar el hombre creyente en la seguridad que le ha de proporcionar la gracia
de Dios? De bestiis et aliis rebus,
atribuido a Hugo de san Victor, consideran igualmente este hecho como un buen
ejemplo de la magnanimidad y providencia divinas.
La
incertidumbre sobre esta ave incluye su propia ortografía, como vemos en el
poema de Guillaume Guéroult (1507-1569) en su libro de emblemas (Le Blason
et description des Oyseaux, 1584):
Halcyion o Halcedo
"Este pájaro libre
Alcyon llamado
Sobrepasa en tamaño
al gorrión
Su cuello es largo,
su plumaje mezclado
De blanco y azul,
colores de buen augurio."
Guéroult sigue fiel al tópico del buen augurio
porque construye su nido con el mar en calma, con lo que es buen presagio para
los marinos. De aquí, Guéroult extrae una lección moral sobre la belleza y el
perfecto funcionamiento del universo, lo que él llama “la máquina redonda”. El
alción sería una imagen de Dios aplacando el mundo terrestre, tumultuoso y
anárquico. Como se esperaban dos semanas de clima tranquilo alrededor
del solsticio de invierno, el pájaro se convirtió en símbolo de paz y así
surgió la expresión “los días del alción o alcianos”, Alcyones dies.
“Expect Saint Martin's summer, halcyon days”
(“Espero el verano de san Martín, los días halciones”)
W. Shakespeare, Enrique VI
Dos emblemas con
el alción anidando sobre el mar: Boursette, París, 1554 y Rigaud, Lyon, 1584
No era la única creencia ligada
al alción. Thomas Browne realizó muchos experimentos rudimentarios durante el
curso de la preparación de su Pseudodoxia Epidemica o Investigaciones sobre los errores populares en
materias geográficas, naturales, históricas o filosóficas (1646), un
vasto compendio de conceptos erróneos populares o "errores vulgares"
relacionados con los fenómenos naturales. El libro desacredita decenas de estas
creencias, a menudo simplemente por referencia a una autoridad
notable, antigua o moderna, pero a veces recurriendo a una demostración
práctica; por ejemplo, para refutar la idea de que un martín pescador muerto
puede usarse como veleta, una creencia tan extendida que llega al Rey Lear
de Shakespeare:
“El que un bribón como éste vaya con espada y sin honor. Granujas tan
sonrientes roen y rompen como ratas vínculos sagrados que son indisolubles; dan
gusto a los impulsos que se desatan en el pecho de sus amos, echando leña a su
fuego y nieve a su desánimo; niegan, afirman, giran su pico de alción según
cambia el viento de sus dueños y, como perros, no saben más que seguirlos...
“
Browne explica cómo colgó dos
cadáveres de esos pájaros de hilos de seda y observó cómo se orientaban
independientemente de la brisa. Puede que esa creencia derivara de la
observación de las aves en el mundo romano, y perdida esa práctica, debió de quedar una superstición que consistía en colgar este pájaro disecado como
veleta (en inglés, a esta ave se le apoda wind vire, gira-viento), incluso se creía
que sus plumas se renovaban como si siguiera vivo.
Cristopher Marlow, en El judío
de Malta (1589):
"Pero ahora, ¿cómo está el viento?
¿En qué rincón se asoma el pico de mi halción?"
Dejando la mitología y aceptando, con reservas, al martín pescador como encarnación e inspiración de tanto mito, sus
designaciones son innumerables en las lenguas populares: martín azul, petirrojo
de agua, pájaro azul, pescador azul, rey pescador, molinero verde, pescador
verde, profeta de agua...Traducir todos sus apodos sería inacabable. Su color fue el fundamento de su atractivo:
"Fue el arco iris quien te dio la luz
y te cedió sus hermosos matices"
(William Henry Davies, 1871-1940, El martín pescador)
El martín pescador en la “Topograhia Hiberniae”, ca 1196-1223,
de Gerald of Wales, British Library
Ese epíteto de “profeta de agua”,
que ya hemos rastreado en las supersticiones populares, hizo que a veces se lo
capturara para utilizarlo como amuleto. También tenía fama de curar la
epilepsia, de anunciar los cambios de tiempo, de proteger de las tormentas y de
las plagas de polillas, de garantizar la pesca abundante, se le creía sabio y
prudente a imagen de Dios. Se le atribuía la cualidad de enriquecer a su dueño,
de mantener la unión en las familias y acentuar la belleza de las mujeres que
llevaban sus plumas. Los tártaros y los ostiakos sentían una gran veneración
por esta ave: buscaban sus plumas, las echaban en un gran jarrón de agua y
guardaban cuidadosamente las que quedaban flotando, convencidos de que bastaba
con tocar a alguien con esas plumas para que te quisiera. Cuando un ostiako
tenía la suerte de poseer uno de estos pájaros, conservaba su pico, sus patas y
su piel, que metía en una bolsa para estar a salvo de toda desgracia. En el
jardín de las Delicias, de El Bosco, una pareja se abraza (ella está encinta y
lívida como una muerta), resguardada bajo un gigantesco martín pescador que
tiene un pez en su pico.
El detalle
descrito en el jardín de las delicias de El Bosco
La amplia presencia del alción y de sus virtudes en época
antigua y medieval se reflejará en los siglos XVI y XVII, formando parte
frecuentemente, como veremos, de los tratados simbólicos y emblemáticos de la
época. La popularidad de la historia del alción, demostrada con este amplio
tratamiento literario durante el Medievo, explica que la emblemática adoptara
este motivo desde sus primeras manifestaciones. Puede servir de lección de cómo
elegir el momento adecuado para una acción:
Paolo Giovio, Nous savons bien le temps, impresa para la familia francesa Flischi o Fieschi. Guglielmo Roviglio, Lyon, 1559 Dialogo delle’imprese military et amorose di Monsignor Giovio
La imagen de los alciones
anidando en el mar está coronada por una filacteria que dice:” Nous savons
bien le temps” (“Conocemos bien el momento”). El poema de Giovio que
acompaña a la imagen dice:
"Benditos los
alciones que saben elegir el tiempo
en que a su nido y
a sus huevos no los daña el mar.
Infeliz el hombre
que no sabe esperar el día
para hacer realidad
su propósito."
Esta idea también se aplica a la necesidad de extenderla al matrimonio, un mar turbulento a veces. Cesare Ripa, que fue la gran fuente de la iconografía, lo aprovecha como alegoría de la placidez matrimonial.
Cesare Ripa,
Benevolenza et unione matrimoniale (Ripa, 1625). La tranquilidad matrimonial
con el alción en brazos
El alción en su nido, instalado sobre una roca en medio de un mar en calma, atendiendo a sus polluelos es “la prudencia de quien se mantiene alejado de las agitaciones de la República”. Será el naturalista y emblemista alemán Joachim Camerarius el que recoja la conocida historia con la intención de significar, en esta ocasión, la virtud de aquellos que, ante los disturbios que agitan políticamente a las naciones, observa a distancia la situación y aguarda pacientemente tiempos de paz para intervenir y solventar los males que les aquejan. El emblema lleva el lema “Nobis sunt tempora nota” (“Los tiempos nos sirven de indicios”). Si el mar está tempestuoso, es obligada “la tranquilidad que deriva de la fe en la providencia divina”.
Joachim Camerarius,
"Symbolorum et emblematum ex re herbaria desumtorum centuria vna-quarta
collecta" (1654)
El lema “Saevis tranquillus in
undis” (“Tranquilo en medio de las olas turbulentas”) fue adoptado por
Guillermo de Orange, el Taciturno (1533-1584), líder de la independencia
de los Países Bajos, y así enfatizó su determinación serena en medio de la
guerra con España y de las turbulencias políticas de su tiempo. Se dice que
Carlota de Borbón, su tercera esposa, le pidió en 1577 que se hiciera fabricar
un medallón con este motivo incorporado. Tres años después, la medalla, acuñada
por el medallista flamenco Coenraad Bloc, estaba lista.
Representación de
una moneda dedicada a Guillermo I. En el reverso, el alción y su nido en el
mar, con el lema ya conocido
El lema vino desde los griegos a
través de los escritos del humanista Andrea Alciato. El padre de la iglesia
Basilio el Grande (siglo IV) también señaló al martín pescador con su
descripción “tranquillum esse media
bruma”. Alciatus lo copió de él en sus Emblemata, con el proverbio:
“tranquilli in marmoris unda”. La edición publicada en Amberes en 1566
pudo haber llamado la atención del príncipe o de alguien de su entorno sobre el
símbolo y el lema.
Emblema “Ex Pace
Ubertas” (“Abundancia que nace de la paz”), Andrea Alciato. Los versos que
acompañan al emblema dicen:
“los elegantes pájaros construyen sus nidos en
las olas del mar cristalino” (“Su comptae Alcyones tranquilli in marmoris
unda”)
El monumento de
Guillermo I, obra de Louis Royer, 1848, y detalle de su pedestal con el alción
anidando en medio del mar, La Haya
En fin, ese lema, “Saevis
tranquillus in undis”, se grabó, con
el alción, en el pedestal del monumento a Guillermo de Orange en el Plein de La
Haya. También se puede ver en el monumento de su tumba en la Nieuwe Kerk, en
Delft. Que el lema y el símbolo son importantes en la tradición holandesa lo
demuestra el llamamiento que hizo el famoso historiador holandés Johan Huizinga
para declarar al martín pescador como símbolo nacional. En un artículo
celebrando los cuarenta años del reinado de Guillermina de los Países Bajos, en
1930, y aludiendo a la neutralidad del país en la Gran Guerra, escribió:
“Mientras tanto, durante los
cuatro años de la Guerra Mundial, los Países Bajos, bajo la mano firme de Ella,
que tenía la máxima responsabilidad en todas las decisiones difíciles... aportó
una imagen del emblema que el Padre de la Patria había escogido una vez como
propio: un martín pescador con el proverbio 'saevis tranquillus in undis':
quietud en medio de olas embravecidas. En verdad, aunque la zoología no puede
suscribirse a la vieja creencia popular, uno podría colocar a ese pájaro entre
nuestros símbolos nacionales”.
Dirk van Delen, Mausoleo de Guillermo de Orange en el Coro de la Nieuwe Kerk
(Iglesia Nueva), Delft, 1614-1622. El círculo señala la imagen del Alción con el lema citado
Además, los colores del martín
pescador coinciden con los colores del principado de Orange y del estandarte
real de los Países Bajos: naranja y azul con toques de blanco.
La convergencia
del destino entre los colores del martín pescador y del estandarte de la corona
neerlandesa
A partir del siglo XVII, el simbolismo de las olas embravecidas y del martín pescador retrocede a un segundo plano hasta que, a finales del siglo XIX, la reina Guillermina recuperó el lema de Orange “Saevis tranquillus in undis” y el martín pescador. La portada del libro de sus memorias, En solitario, pero no sola, de 1961, diseñada por ella misma, también muestra un martín pescador con un nido.
Portada de las
memorias de la reina Guillermina de los Países bajos, “Eenzaam maar niet
alleen”, “En solitario, pero no sola”, 1961
Siguiendo a Guillermina, el político
antirrevolucionario y nacionalista Hendrik Colijn también adoptó el lema de
Guillermo de Orange. Apareció en los carteles electorales del Partido
Antirrevolucionario como un capitán diligente y valiente, que conduciría el
barco de la sociedad holandesa, a salvo a través de las olas salvajes de la
crisis de la década de 1930. Colijn usó el lema en su libro de 1934, una
exposición de su programa político. Lo curioso es que uno de sus oponentes, el
católico Willem Nolens, usó una versión ligeramente modificada del eslogan de
Colijn: “Saevus tranquillis in undis”
(“Feroz en medio de las tranquilas olas”.)
Portada del libro
de Hendrik Colijn, Saevis tranquillus in undis. Explicación del programa del
principio antirrevolucionario, 1934. Utiliza el lema Orange con el nido del
alción en medio del mar. En consonancia, se presenta como timonel pidiendo el
voto en las elecciones, muy apropiado en un país tan marinero
El rey Guillermo-Alejandro, al
jurar como monarca de los Países Bajos, en 2013, elogió el estilo del reinado de su madre,
Beatriz, que acababa de abdicar: “Calma en medio de las olas turbulentas”,
refiriéndose de nuevo al lema de Guillermo de Orange.
Izquierda: reverso
de una medalla emitida con motivo del 400 aniversario del nacimiento de
Guillermo de Orange, 1933, Colección del Rijksmuseum. A la derecha, reverso de
una medalla de la reina Beatriz
Las vueltas que da el mito han terminado por
llegar, prosaicamente, a la farmacia: hoy, "halción" es un nombre comercial del sedante triazolam, para permanecer saevis tranquillus in undis: ¿lo
prometerá así el prospecto?
Muy bello este ave Alfonso, nos ayuda a afianzar lo que vamos aprendiendo con los años: la bondad de la calma y confianza, incluso en medio de los más amenazantes e inciertos cambios como los que vivimos, otro bello ejemplo de lo q enseña observar la naturaleza!
ResponderEliminarBonita la leyenda. Eolo parando los vientos para que Alcion pueda mantener a salvo su nidada. No conocía esta leyenda y tampoco su atribución como símbolo de tranquilidad y paz. Desde luego hay que confiar en la providencia divina para pensar que unos pequeños huevos saldrán sanos y salvos de una bola en medio del mar, pero así es la naturaleza, sorprendente.
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