NOCTURNA AVIS (II): DEVOTIO ET VENATIO
Búho, Libro
de Horas de Londres, c. 1460, British Library
Veremos cómo buena parte de la creencia en los valores religiosos del ave nocturna derivan de sus hábitos y, especialmente, de la analogía con las prácticas de caza. Para empezar, no todo en ella era maléfico. A
principios de la Edad Media se afirmó la antigua creencia en su poder mágico, tanto para provocar el mal de ojo como para protegerse contra él, y el
Bestiario de Aberdeen proporciona una moralización positiva para la
lechuza:
"En un sentido místico,
el noctámbulo representa a Cristo. Cristo ama la oscuridad de la noche porque
no quiere que los pecadores, que están representados por las tinieblas, mueran,
sino que se conviertan y vivan ... El noctámbulo vive en las grietas en las
paredes, como Cristo quiso nacer como uno del pueblo judío ... Pero Cristo es
aplastado en las grietas de las paredes, porque es asesinado por los judíos ...
Cristo rechaza la luz en el sentido de que detesta y odia la vanagloria ... En
un sentido moral, además, el noctámbulo significa para nosotros no cualquier
hombre justo, sino más bien uno que vive entre otros hombres, pero se esconde
de su vista tanto como sea posible, en el sentido de que no busca la gloria de
la alabanza humana ".
Gerhohus Reicherspergensis
(1092-1169), comentando el Salmo 102, Oración del afligido (“Soy
semejante al pelícano del desierto; soy como el búho de las soledades; y
soy como el pájaro solitario sobre el tejado. Mis enemigos me ultrajan sin
cesar, maldicen enfurecidos contra mí”), ofrece una simbolización similar:
Cristo mismo se hizo semejante al búho, amante de las tinieblas, es decir, se
hizo amante de los pecadores, y ello no para que éstos permanecieran en las
tinieblas, sino para que sobreviniera la luz, es decir, se tornaran justos. Quizás
se inspira en Lucas, (1, 79), dende se menciona la profecía de Zacarías sobre
el nacimiento del Mesías: “Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en
sombra de la muerte”. Como el pelícano era un símbolo de Cristo, Rabano Mauro
interpreta así también al búho.
Vemos,
pues, que es también ave de la soledad y así aparece en
escenas de eremitas. Encontramos sus imágenes en muchos monasterios porque se
relaciona con la meditación: se recoge en el hueco de un árbol como el monje en
su celda, donde medita oculto del mundo. Su forma de vida en el desierto,
que fue enfatizada en el Antiguo Testamento y en los Padres de la
Iglesia, condujo a representaciones en cuadros de santos ermitaños. Por lo general, se posa
en ramas secas y, a veces, se enfrenta a otro pájaro y entonces también puede interpretarse
como una señal de que el vicio y la tentación han sido vencidos.
Andrea Mantegna, San
Jerónimo penitente en el desierto, 1448 a 1451, Museu de Arte de
São Paulo
Lucas
Cranach el Viejo, San Jerónimo en penitencia, 1502, Kunsthistorisches Museum, Viena
En la Aparición de la Virgen a san
Bernardo, de Filippino Lippi, se unen
diversas connotaciones, la del mal arrinconado por la santidad y la del santo
en la soledad de su trabajo intelectual: la alianza entre la oración y la
virtud arrinconan al pecado que, no obstante, acecha en la penumbra.
Filippino Lippi, aparición
de la Virgen a san Bernardo, 1486, iglesia de la Badía florentina, Florencia
Detrás del santo hay, escondidos, un demonio y un búho,
una imagen del mal. Hacia 1125, san Bernardo escribió cuatro sermones sobre la
Anunciación. El segundo, titulado Missus est, está
citado en la parte inferior del marco: “In rebus dubiis Mariam
cogita, Mariam invoca” (“En los peligros piensa en María, invoca a María”).
Bartolomeo della Gatta, Imposición de los estigmas a san Francisco (1486-87), Galería de Arte Cívico, Arezzo
Se dice que en Gloucestershire aún quedan vestigios de una leyenda relacionada con la lechuza y de la que Shakespeare se hace eco en Hamlet, en la escena en que Ofelia aparece angustiada por la muerte de su padre. En su discurso incoherente exclama: “Dicen que la lechuza fue antes una doncella, la hija de un panadero". Según la tradición, Jesucristo entró un día en una panadería y pidió pan; la dueña metió inmediatamente un trozo de masa en el horno, pero fue reprendida por su hija, quien, insistiendo en que era demasiado grande, la redujo. La masa, sin embargo, comenzó a hincharse, y se hizo enorme. Entonces la hija del panadero gritó, "¡Uf! ¡Uf! ¡Uf!”. Se dice que este ruido, semejante al de una lechuza, indujo a Cristo a transformarla en esa ave, por su maldad.
Entre las niñeras escocesas había
una canción en la que decían que la lechuza era una hija de un Faraón, y
cuando lo oían ulular en las noches de invierno, cantaban al niño:
" ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!
Una vez fui hija de un rey y
me senté en las rodillas de mi padre,
Pero ahora soy un pobre
buhíto, y me escondo en un árbol hueco ".
También hay búhos en representaciones del
nacimiento de Cristo, cuya tradición llega al siglo XIX.
Peter
Cornelius, Natividad, portada de un calendario del año 1843
Hugo de Foulloy (De avibus) también le considera imagen de Cristo: la lechuza vive en las ruinas porque Cristo eligió nacer entre el pueblo judío, según sugiere el evangelio de Mateo (“No fue enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel”, 15, 24). Y Cristo, como la lechuza, es aplastado por las ruinas, porque es asesinado por los judíos y además, si rehúye la luz es porque Cristo abomina de la vanagloria.
En el Concordia Caritatis (1349-1351),
una especie de manual que servía de ayuda al bajo clero para redactar sermones,
el búho aparece mencionado en tres ocasiones: viviendo en la iglesia,
alimentado de huevos de paloma y ratones, con el fin de contrastarlo con los “ocho
ayes” de los fariseos (Mt. 23,13-29); ciego y
atacado por otros pájaros, para compararlo con Cristo impotente ante Pilatos o
Cristo coronado de espinas; y cuidando a sus crías, como imagen de Cristo
encomendando a Juan a su madre. En este
contexto, la lechuza acosada por los pájaros es un elogio de la locura, pero
locura a los ojos del mundo que es sabiduría a los de Dios, emblema de la
inocente e irrevocable incapacidad del hombre para el verdadero
conocimiento.
En un cuadro devocional atribuido a
Alberto Durero, Cristo como Varón de Dolores, un búho atacado por otras
aves está grabado en el marco dorado sobre la cabeza de Cristo.
Durero, Ecce Homo o Cristo como varón de dolores, c. 1493, Staatliche Kunsthalle
Karlsruhe
Una lechuza es acosada por pájaros más pequeños, Bestiario Harley, entre 1230 y 1240, Biblioteca Británica
Alberto Durero, Libro de Oración del Emperador Maximiliano, 1515. El título del texto es: “Del búho, todos los pájaros son envidiosos y tristes”
Búho acosado
por dos pájaros, Cristóbal de Augusta, azulejos, 1577-1578, basamento del
Palacio Gótico del Alcázar de Sevilla. Fotografía lavieb-aile, junio
2015.
Esta iconografía tiene una interpretación inversa: así como el búho evita la luz del día, se decía, así el pecador evita la luz de Cristo. Los pájaros que rodean al búho y lo atacan representan a los virtuosos que reaccionan ante el pecador que está en medio de ellos. También, el búho rodeado de pájaros que lo atacan es el judío rodeado de cristianos que vencen al mal (la supuesta nariz ganchuda de los judíos ayudaba a la analogía). La escena del búho acosado por otras aves es común en los manuscritos y a menudo está tallada en misericordias.
Misericordia de la sillería de coro de la
catedral de Norwich, 1480, con los pájaros acosando al búho
Otra misericordia del mismo coro, catedral de
Norwich, 1480, con el mismo tema
Misericordia de la sillería de coro de la
catedral de Gloucester
Este valor alegórico tiene un fundamento cinegético: la caza usando al búho como reclamo, al que las aves atacan para expulsarlo de su territorio. Hay un pasaje en Aristóteles donde, al dar cuenta de la amplia gama de enemigos de esta ave y después de señalar su proverbial enemistad con la corneja —ambas devoran mutuamente sus huevos, la corneja por el día, la lechuza por la noche—, menciona la táctica que siguen ciertos pájaros para atacarla: vuelan a su alrededor, acción que denomina "admirar" (al búho), llegando a arrancarle las plumas. Por esta razón los pajareros lo utilizan como reclamo para cazar pajarillos. La historia de la enemistad entre el cuervo o la corneja y el búho se convirtió en la ocasión para la yuxtaposición de ambas aves en representaciones ornamentales. Camerarius da cuenta de la controversia en torno al lema "Implacabile bellum" ("Guerra implacable").
Sobre el tema de la caza
encontramos una aplicación muy interesante. En la Pneumática de Herón de
Alejandría (10-70 d.C.), la clásica obra sobre hidráulica y autómatas, se
dedica una parte a “Pájaros que cantan y callan alternativamente por flujo
de agua”. En el dibujo que se incluye, un búho se posa en un poste, junto a
una fuente con pájaros cantores; cuando los mira, se asustan y se callan;
cuando les da la espalda, los pájaros reanudan su canto. La máquina funciona
por una corriente continua de agua que fluye en un depósito cerrado y los
tamaños de los distintos componentes están calculados de tal manera que los
movimientos del búho se coordinan con el canto y el silencio de los otros
pájaros.
Teorema 15 de la
Pneumática de Herón de Alejandría
A finales de la década de 1560, las obras de los jardines de la Villa d'Este, en Tivoli, construida para el cardenal Ippolito d'Este de Ferrara, estaban a punto de concluir. Las numerosas fuentes y cascadas se cuentan entre las más espectaculares de Italia, y el cardenal había contratado para diseñarlas al pintor y arquitecto Pirro Ligorio. Uno de los muchos campos de interés de Ligorio era la ingeniería hidráulica, había leído la Pneumática de Herón y su Fontana della Civetta ("la Fuente de la Lechuza") es una recreación exacta del Teorema 15 de Herón.
La fuente de la
lechuza, Jardines de Villa d’Este, Tivoli
El ingeniero Luc Leclerc
construyó el mecanismo ideado por Ligorio y el marco fue obra de Giovanni del
Duca y Raffaello Sangallo. Había veinte pájaros – ruiseñores, jilgueros y
pardillos- de bronce, pintados con sus colores naturales, sobre las ramas de
dos olivos de metal. Este era el “noble Aviarie" que vio John
Evelyn en 1645. El filósofo y ensayista francés Michel de Montaigne visitó la Villa
d'Este en abril de 1581 y mencionó la fuente en sus Diarios: “Con
otro artificio se hace aparecer un búho en lo alto de una roca, y toda la
armonía cesa al instante, pues los pájaros se aterrorizan ante su presencia
". La maquinaria fue reconstruida en 2002, cuando los restauradores
descubrieron y sustituyeron varios de los componentes originales.
Detalle de la fuente del búho: pueden verse los pájaros en las ramas de los dos árboles y el búho asomando en el vaso de la fuente, señalado por el círculo (algunas esculturas originales han sido reemplazadas por figuras de metal recortado, como es el caso de los putti)
Aunque no tiene relación con el tema de la caza, hagamos una digresión en otra curiosidad italiana: existe en Roma un palacio decimonónico, ideado por el duque Govanni Torlonia, Villa Torlonia (que fue residencia oficial de Mussolini de 1925 a 1943, y donde se mandó hacer un búnker), en cuyos jardines se construyó una casa desde 1840, la Casina delle Civette ("La casa de las lechuzas"), una especie de refugio romántico con ínfulas medievalistas y que debe su nombre a la abundancia de lechuzas en su decoración, especialmente en las vidrieras, realizadas desde 1908. El propietario original debía de ser dado a brujerías y esoterismos varios.
Continúan utilizándose señuelos de búhos reales para ahuyentar a algunos pájaros, pero también para atraer a determinadas aves con un comportamiento intimidatorio y que se consideran nocivos, como los córvidos (en algunos países, como Francia, el uso de estos señuelos está legalizado, pero ya no el uso del búho vivo, como era tradicional).
En El camino (1950), Miguel Delibes menciona ese viejo sistema de
captura de rapaces: cuando Daniel, el Mochuelo, acompaña a su padre a
cazar con un búho real y, agazapados cerca, matan a un milano que se lanzó
ciego de ira contra el Gran Duque.
“El Gran Duque es un búho gigante. Es un cebo muy bueno para matar milanos.”
“El Gran Duque se había excitado más y bufaba. Daniel, el Mochuelo, se aplastó contra la tierra y contuvo el aliento al ver que los milanos descendían sobre ellos.”
Aparece a menudo en las decoraciones de los
pabellones de caza de los siglos XVII y XVIII con representaciones de otras
aves cazadas.
Joseph Pasqualini Moretti, decoración mural del Schlosspark Nynphenburg, Múnich, 1734-39
Grabado realizado por Cornelis
Bloemaert, según
un dibujo de Hendrik Bloemaert, c. 1625
En el siglo XVI, el término francés putois (derivado de “put”, “infecto, sucio, malvado”, a su vez originado desde el latín putidus) procede, por contracción, de la expresión "put oiseau" que significa "pájaro malo y perverso" y que se opone a la expresión "bon oiseau", el buen auxiliar de la caza (el gavilán es un "buen pájaro" porque caza con valentía, mientras que el búho o la lechuza cazan "con traición"). Se está describiendo así la práctica de la caza con el búho real (el Gran Duque), que era muy apreciado porque atraía a aves nocivas, sobre todo cuervos.
Izquierda,
El búho o la lechuza o el autillo, d’Ogerolles, 1563, Lyon. Derecha, perchado
para la caza, Ruelle, Paris, 1568
Naipe del "Maître des cartes
à jouer",
parte de un juego de 1435-1455, procedente de Constanza.
Biblioteca Nacional de Francia. Los seis pájaros cuyos picos se dirigen hacia
la lechuza, forman, con ella, un naipe de siete puntos
La hostilidad entre aves y búhos adquiere otro matiz: la envidia, porque envidiar es un pecado, pero ser envidiado es una virtud a la que todo el mundo aspira.
Escudo de torneo, en madera, con las armas de
las familias alemanas Tänzl
y Rindscheit
(unidas por matrimonio en 1499). La cartela que rodea al búho lleva las
palabras WIE WOL. ICH. BIN. DER. VOGEL. TIENE. NOCH. DEN. ERFRET. MICH DAS,
traducido como: "Aunque me odien todos los pájaros, más bien me alegro de
ello". Los Tänzel
eran prósperos hombres de negocios bávaros enfrentados a los Fugger, la gran
familia de banqueros de Augsburgo. El escudo fue encargado, probablemente, para
los juegos de la boda.
MET, NY.
Emblema de Gabriel Rollenhagen,
“Nucleus
Emblematum
selectissimorum”,
Colonia, 1611. Lo acompaña la divisa: “Nequeo
Compescere
Multos”
y el epigrama: “Perfero;
quid faciam?
Nequeo
compescere
multos;
/ Si vis cedendo
vincere,
disce
pati”. ("Sufro; ¿qué haré? No puedo aplacar a tantos enemigos/ Si quieres
ganar cediendo, aprende a sufrir"). Según una antigua creencia, el búho es
representado ciego
Lucas Cranach el Viejo, Retrato del Dr. Johannes Cuspinian (detalle), 1502, Colección Oskar Reinhart, Winterthur, Suiza. Vemos Una lechuza ha atrapado a un ave y vuela atacada por otras
Esa percepción del ave nocturna como un animal envidiado, la tenemos ya en el mundo romano.
El búho tuvo un valor emblemático para Joris Hoefnagel, el miniaturista excepcional y naturalista al servicio, entre 1580 y 1600, del archiduque Fernando II de Austria, del duque Alberto V de Baviera y del emperador Rodolfo II: se muestra el ave como una alegoría del artista perseguido o incomprendido por los ignorantes.
Joris Hoefnagel, Alegoría
de Abraham Ortelius, 1593,
Museo Plantin-Moretus, Amberes
Esta acuarela es una representación alegórica que simboliza la unión de las artes y las ciencias (el tema de la Hermathena). La lechuza simboliza a Atenea, diosa de la sabiduría, y el caduceo simboliza a Hermes, dios de las Bellas Artes. Los insectos y las herramientas de pintura se muestran con gran precisión y el lema en la parte superior, “Nadie tiene aversión al arte, excepto aquellos que no saben nada al respecto”, es un aviso contra ignorantes.
(CONTINUARÁ)
Que trabajo de investigación tan preciso. Enhorabuena. Aurora
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