BAJO LA SOMBRA DE UN AVE DE PRESA
"AMILANAR, de milano,
tr. Intimidar o amedrentar a alguien."
(Diccionario de la R.A.E.)
En sus Epístolas morales, Séneca hace algunos comentarios sobre el instinto de los
animales y anota, de pasada, el miedo que padecen a las sombras de las aves de
presa:
“De esto resulta, como ya dije en epístolas anteriores, que los animales en cuanto nacen conocen lo que les es contrario, y se guardan de lo que les es perjudicial; los que viven amenazados por las aves de rapiña, temen su sombra cuando vuelan sobre ellos. No nace ningún animal sin miedo a la muerte.”
En la Edad Media, las aves usadas en cetrería se dividían en dos clases, las llamadas de “vuelo noble” o “altanería” (como el halcón); y las de “azorería” (el azor, el gavilán y el milano), descritas como “de vuelo innoble” o “bajo vuelo”, que servían a la práctica de la cetrería entre las clases más modestas, por ser más fáciles de entrenar, aunque el milano era la única que no se prestaba a ser domesticada y utilizada en la caza, para la que se preferían el halcón y el gavilán, que también daban más juego en el simbolismo. El halcón era emblema de la nobleza, pero las rapaces, en conjunto, también se tomaban, por parte de los maestros espirituales, como imágenes de los demonios que causan estragos en las almas.
El milano, De avibus, Médiathèque Jacques-Chirac (BM Troyes), Ms 177, folio 152r. El texto dice: "El milano arrebatará las carnes; un quejoso indolente y voluptuoso"
El término “milano” denomina a un
conjunto de especies, todas familiares entre los humanos, divididas en dos
géneros: Ictinia (que toma el nombre
del ave en griego, Ἰκτῖνος, “Ictinos”)
y Milvus, su nombre latino, al que
pertenecen las dos especies comunes en Europa, el milano negro (Milvus migrans) y el milano real (Milvus milvus).
El papel que parece desempeñar el
milano durante la Edad Media y después, si juzgamos por los testimonios que se
conservan, es el de representar a aquellos que se regocijan en los placeres
carnales, especialmente en los del estómago: del mismo modo que el milano sólo
puede atrapar a los pájaros más indefensos, así el diablo hace presa sobre los
débiles de espíritu. San Agustín (Exposición
de los Salmos) nos presenta al milano como al Maligno:
"Me regocijo en las buenas obras, porque el velo de tus plumas está
sobre mí. Si no me proteges, porque estoy sucio, me arrebatará un milano”.
Koninklijke Bibliotheek, KB, KA 16 (Der Naturen Bloeme), folio 93v
El Pulólogos, un poema satírico del siglo XIII o XIV, de un autor
bizantino desconocido, ofrece un diálogo entre las aves durante las bodas del
águila; en el pique entre el milano y el halcón, éste se mofa de aquel por alimentarse
sólo de serpientes y ratones, y eso cuando los encuentra muertos. Además, le
recrimina su cobardía por robar los polluelos de las aves viejas que han
perdido la vista.
Esta tradición sobrevivió muchos siglos: en la Historia Natural y Moral de las Aves (1617), de Francisco Marcuello, se dice que el milano no se atreve con las aves silvestres, pero con las domésticas es muy atrevido, especialmente con los pollos que se descuidan, que le tienen tanto miedo que de su sombra se espantan. Se representa así la bajeza de los hombres villanos y pusilánimes, “que siendo tan cobardes para con los que algo pueden, son cruelísimos para los que nada pueden, agraviando a los pobres y manteniéndose de su sudor”. Como a veces la gallina se comparaba con Cristo, atento al cuidado de sus fieles, el mayor enemigo de los pollos era el milano, de lo que se seguía que el milano equivalía al demonio, que acechaba a los hijos de Dios. Hugo de Foulloy recoge toda una tradición de siglos y la condensa en su obra pedagógica para formación de los jóvenes monjes, De avibus:
“El milano, es débil [“mollis”, dice, siguiendo a san Isidoro] tanto en sus fuerzas como en su vuelo, como si fuera un pájaro débil, de ahí su nombre; sin embargo, es muy rapaz, y amenaza constantemente a las aves domésticas. Pues así, como se lee en el Libro de las Etimologías de Isidoro, el milano es llamado así por su débil vuelo. Porque el milano es débil en sus poderes: además, el milano significa aquellos a quienes la debilidad del deseo tienta. El milano se alimenta de cadáveres, porque los hedonistas se deleitan en los deseos de la carne. El milano vuela constantemente alrededor de cocinas y mercados, para que pueda apoderarse más rápidamente de cualquier carne cruda que pueda ser arrojada fuera de ellos. Pues con esto el milano nos indica de hecho a aquellos que están muy preocupados por sus estómagos. Por lo tanto, los que son de este tipo persiguen placeres, frecuentan los mercados, y miran con anhelo las cocinas. El milano es tímido con las cosas formidables, valiente con las insignificantes.”
Describe al milano como “el pájaro más rapaz y hambriento que jamás haya existido.” Este tópico se mantendrá a lo largo del tiempo.
El milano llevándose a los pollos indefensos, según el Blason des Oyseaux de Guéroult, 1550
El milano estaba, pues, en el bando
de las rapaces malvadas, crueles y tiránicas. Guéroult compara al milano con el
ladrón: se le describe como "blando
y cobarde al volar", poco valiente y traicionero. Esto se
explica por el hecho de que el resto de las aves de presa, utilizadas en
cetrería y por tanto estrechamente vinculadas a los círculos señoriales, estaban sometidas al código de honor de la nobleza, mientras el milano sería un ave
“villana”. Los milanos siempre estaban dispuestos a arrebatar un bocado descuidado.
Estas creencias tienen su
prehistoria: ya Platón conocía una tradición similar cuando, en una discusión
sobre la inmortalidad, Sócrates afirma la reencarnación de las almas en los
animales de naturaleza similar, la metempsícosis:
“Y presumiblemente las almas de aquellos que han elegido vidas de injusticia y tiranía y el robo pasan a los cuerpos de lobos, halcones y milanos. Porque ¿a qué otro lugar podríamos suponer que irían?” (Platón, Fedón).
Plinio y Eliano, sin desviarse de
esa creencia, pensaban que los milanos eran más respetuosos:
“Los milanos son miembros de la misma familia que los halcones, pero difieren en tamaño. Se ha observado que, aunque esta especie es muy rapaz y siempre está hambrienta, nunca coge nada comestible de los platos de comida en los funerales ni del altar de Olimpia.” (Plinio, Historia Natural X).
“El milano es implacable en su rapacidad. Si son lo bastante fuertes para trozos de carne que se venden en el mercado, se abalanzan sobre ellos y se los llevan. Pero no tocan ninguno de los sacrificios ofrecidos a Zeus.” (Eliano, Sobre los animales II).
Pero el sentido común y otras evidencias sugieren lo contrario. Ovidio, en particular, tiene una vívida imagen de los milanos dando vueltas ante la expectativa de una comida rápida:
“El dios alado [Mercurio] se fijó en ellos cuando regresaban, y en lugar de volar en línea recta, giró en arco; como cuando el milano acrobático ha divisado un sacrificio reciente, temeroso de bajar mientras los sacerdotes se agolpan alrededor de la víctima, pero sin aventurarse a alejarse, da vueltas alrededor gira sus alas y se cierne con avidez sobre su presa.” (Ovidio, Metamorfosis).
En Esopo (la fábula El milano y su madre), un milano, muy enfermo y con pocas esperanzas de recuperación pidió a su madre que visitara todos los santuarios e hiciera grandes votos por su restablecimiento. “Haré lo que quieras, hijo mío, pero me temo que no lo lograré, ya que saqueaste todos los templos y contaminaste todos los altares, sin mostrar reverencia por los santos sacrificios, ¿qué puedo orar ahora por ti?”
Francis Barlow, ilustración de la fábula de Esopo, “El joven milano y su madre”, grabado en 1666, edición de 1687
Así pues, fue persistentemente
atacado como un ladrón codicioso, desvergonzado y siempre hambriento,
arrebatando la carne de los puestos del mercado y de los altares de los templos
tras los sacrificios: “el ladrón
vigilante” lo llama Aristófanes en Las
aves y existen referencias, en torno a 1500, a que, en Londres eran tan
numerosos que arrebataban la comida a los niños.
Un milano comiendo un cuarto trasero en un altar de sacrificios, Arnamagnæanske Institut, AM 673 a 4º ( Physiologus islandés ), c. 1200
En el Roman de la rose (siglo XIII), describiendo las intrigas amorosas, se
ve como milanos a las alcahuetas y a los ayudas de cámara y criados que sirven
de facilitadores de los encuentros amorosos, exigiendo su recompensa en forma
de ropa, guantes o capas. El poeta John Gower (1330-1408) describe una
procesión con los Siete Pecados Capitales en el que la Gula es representada por
una mujer sobre un lobo y con un milano en su pecho. También se ha relacionado
con la Pereza desde que san Isidoro hace derivar su nombre latino (“Milvus”) de mollis avis (“ave blanda, débil”). Otros, en esa línea, hablan
de “molliter volans” (“que vuela débilmente, sin energía ”).
No le faltaban, sin embargo, virtudes, aunque después de muerto —lo que tiene poco mérito, porque es el momento en que menos escasean— ; Alberto Magno dice haber probado él mismo algunas de ellas: una cabeza del ave sobre el estómago atrae el afecto de todos, especialmente el amor de las mujeres, y una pluma oculta en medio de una asamblea acaba con los desacuerdos que hubiera; el hígado era efectivo contra los problemas de la vista.
Los hábitos innobles del pájaro hicieron que su nombre se convirtiera en un reproche: Shakespeare lo emplea algunas veces: "¡Milano!”, en Antonio y Cleopatra, o "¡Detestable milano!" en el Rey Lear.
Sir Archibald Geikie (1835-1924), dibujo de un milano real
Sus atributos de descuidero y maleante llevaron a creer que algunas veces transportaba sobre su espalda a otro tramposo, el cuclillo, cuyos engaños, como pronto veremos, son proverbiales.
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