...Y ESCAPAR DE LA JAULA



El pájaro que escapa, Willem van Mieris, 1687, Kunsthalle, Hamburg

Abrir la jaula, dejar ir al pájaro: visto de una forma moralista, el tema hace alusión a un suceso irreversible, la pérdida de la virginidad. Visto positivamente, es un gesto de liberación que puede tener distintos matices según el contexto. La mirada de la mujer hacia el pájaro que acaba de escaparse, sin hacer caso de las migas que ella le ha dispuesto sobre la mesa, es la de la confianza traicionada por su compañero favorito.

Reperire, perire est,  Emblema de Jacob Cats, "Proteus ofte minne-beelden verandert in sinnebeelden", 1627. (Descubrir es perecer, del libro de emblemas “"Proteo o imágenes de amor convertidas en imágenes de pecado")

La obra de van Mieris parte de una popular divisa moral, Reperire perire est, “descubrir es perecer”. Un texto que acompaña al grabado dice: “La caja ha sido abierta, el pájaro ha huido. ¡Oh, virginidad, flor frágil que se escapa tan fácilmente!”.

Niños jugando ante un grupo de Hércules, Adriaen van der Werff, 1687, Alte Pinakothek, Munich

En la composición de van der Werff se contrastan los artistas del fondo, ocupados en asuntos sublimes, con los muchachos del primer plano, que muestran a una joven una jaula del que está a punto de salir el pájaro. El que está tras la muchacha piensa asustarla con una tortuga que está a punto, también, de sacar la cabeza del caparazón. La virtud en peligro se acompaña de la pereza de los que dejan sus obligaciones artísticas por las bajas pasiones: lo alto frente a lo bajo, lo sublime frente a lo trivial. La cabeza de la Venus Púdica, alegoría de la Castidad, a la sombra en primer plano, tirada en el suelo y bajo la caja, muestra la desaprobación de esa conducta en esta alegoría moral.

Hubo una analogía entre la jaula y las faldas de las mujeres. Parece muy claro en este grabado en el que el amante sale de debajo de un “panier”, una cesta para ahuecar las faldas derivada del “tontillo” español y antecedente del miriñaque. Es el pájaro saliendo de su jaula.

La mujer seducida por el marido. Ilustración de “Les contemporaines”, de Réstif de la Bretonne, 1780

La jaula, Boucher, 1763, Louvre

Ya conocemos de sobra los atractivos del tema pastoril; en este caso, el pastor saca el pájaro de su jaula y se lo muestra a la pastora, para que ella calibre la propuesta.

Joven con una jaula sentada sobre una cama, Jean Frederic Schall, ff XVIII, Victoria and Albert Museum

Aquí, el tema de la jaula abierta se combina con una cama deshecha, un baúl abierto, un bolso tirado...Pero el culpable del desorden ha escapado (con el pájaro, además). En la imagen inferior, la situación se presenta de una forma más trágica, como corresponde a un contexto victoriano, menos frívolo.

El pájaro perdido, Charles Joshua Chaplin (1825-1891), Bowes Museum, Barnard Castle,RU

"Está libre", dibujo de Jean-Jacques Lequeu, 1798-99, Biblioteca Nacional de Francia

Lequeu es uno de los artistas visionarios que dio el Neoclasicismo. La imagen es extraña, la mujer, con textura de estatua, casi indistinguible del color de la fachada, como una cariátide liberada de sus obligaciones, ve escaparse al pájaro mientras cuatro mascarones femeninos parecen lamentarse por lo sucedido. Es lo que les pasa a las cariátides que abandonan su puesto.

Retrato de una hija de la familia Stamford William, William Hogarth, c. 1730, colección privada

Esta obra de Hogarth muestra un conjunto de contrastes: naturaleza frente a cultura. Los árboles, antítesis de las columnas; la cascada, del recipiente; el perro, domesticado, del pájaro que no ha perdido el instinto de libertad. Esta forma de plantear el tema es coherente con el nuevo carácter de la aristocracia británica en el XVIII, inclinada a los jardines que imitan los paisajes naturales. El tercer conde de Stamford remodeló su propiedad de Envile Hall construyendo edificios de fantasía: templo clásico, puentes góticos y una cascada, tratando de mantener el aspecto silvestre del entorno: es el nuevo jardín inglés, que hará furor desplazando a la geometría del jardín francés.

El pájaro enjaulado, John Byam Liston Shaw, 1907, colección particular

Ahora entramos en el tema tratado como expresión de la envidia de la libertad cuando el pájaro ya no está en la jaula. La emoción de la muchacha procede de la evidencia de que ella no será libre: la joven retratada, al ser la hija menor, deberá cuidar de sus ancianos padres en vez de casarse. Pero, siendo la alumna que sirvió de modelo al pintor y su favorita, por la que sentía una atracción especial, cabe que el significado que hemos visto más arriba no sea completamente ajeno al cuadro.

La jaula de pájaros, ilustración de un cuento de Bocaccio, J. M. W. Turner, 1828, Tate Gallery

Esta pintura de Turner trata el asunto de forma muy diferente. Pretende ilustrar un cuento de Boccaccio, pero el único relato del Decamerón que menciona un pájaro es un pasaje picante, sin relación con la escena representada aquí: 

“Micer Lizio, sintiendo que la joven se había acostado, cerrando una puerta que de su alcoba daba a la galería, del mismo modo se fue a dormir. Ricciardo, cuando observó que todo estaba tranquilo, con la ayuda de una escala subió al muro, y luego desde aquel muro, agarrándose a unos saledizos de otro muro, con gran trabajo (y peligro de precipitarse al vacío), llegó a la galería, donde calladamente con grandísimo gozo fue recibido por la joven; y luego de muchos besos se acostaron juntos y durante toda la noche tomaron uno del otro deleite y placer, haciendo muchas veces cantar al ruiseñor. Y siendo las noches cortas y el placer grande, y sin advertir que estaba amaneciendo, caldeados tanto por el tiempo como por el jugueteo, sin tener nada encima se quedaron dormidos, teniendo Caterina con el brazo derecho abrazado a Ricciardo bajo el cuello y cogiéndole con la mano izquierda por esa cosa que vosotras mucho os avergonzáis de nombrar cuando estáis entre hombres.”

Boccaccio, El Décameron, Jornada V, narración cuarta: El ruiseñor

 

La referencia a Boccaccio era suficiente para sugerir una escena de libertinaje, sin necesidad de mostrarla. Aquel público refinado, mayoritariamente femenino, sólo ve un inocente picnic en un claro junto a una cascada. No hay detalles atrevidos. A nadie le importa la jaula en el centro, cuya tela se ha levantado: está ahí sólo para dar sentido al título. Turner usa la idea de Boccaccio como pretexto para pintar un grupo de figuras ociosas al estilo del pintor francés del siglo XVIII, Antoine Watteau. También es una referencia a la obra de Thomas Stothard, que había ilustrado el Decamerón en 1825 y que era bien conocido por sus pastiches de Watteau.

El espectador de los locos años veinte, recién salido de la edad de hielo victoriana, debió de encontrar especialmente sabrosa esta desviación de la imagen convencional de la virginidad irreversiblemente perdida hacia una apología del cambio intrascendente de pájaro y jaula.


A la izquierda, La jaula abierta, Louis J. Icart, c. 1930. A la derecha, En libertad, Suzanne Meunier, 1932

La ilustración de Icart es más sugerente, con la elegancia estilizada propia de sus modelos, entre inocentes y pícaros; Meunier es más explícita, según los despreocupados versos bajo la ilustración:

"Deja que el pájaro caprichoso huya,

 Permanece con mirada resplandeciente; 

Mañana recibirás, espero que sonriendo, 

Otro pájaro que buscará una jaula."  

El canario, tarjeta postal portuguesa, siglo XIX

En primera instancia, vemos que el canario acaba de salir de su jaula y se dirige hacia su ama, que le llama (pist...pist...). La postura de la mujer muestra el destino del pájaro.


El pajarito y la fotografía: una relación que también ha encontrado terreno en el campo de la iconografía erótica. La salida del pajarito no podía desaprovecharse para intentar un toque de humor.

El tucán, Pin-up de Gil Elvgren, 1967

La imagen anterior es de una empresa de calendarios, Brown & Bigelow, y se publicó con el título de “Plumas erizadas”. La fotógrafa se encuentra con un problema inesperado cuando trata de fotografiar al pájaro.

Mira el pajarito, Vaughan Bass, c. 1950

En este otro caso, mezclamos la picardía de la pin-up con el pájaro mecánico que asoma para que nadie se fije en él, claro...Nadie miraría al pajarito.

En el capítulo 13 del Ulises, de James Joyce, el ambiente es de voyerismo, con remate masturbatorio. En la playa, la chica del episodio, Gerty, un trasunto de la Nausicaa homérica, se siente observada desde las rocas por Leopold Bloom y juega a burlarse del mirón mostrándole su ropa interior, aunque parece que todo pasa sólo en la mente de Bloom. El episodio termina con una referencia al pájaro (¡!) del reloj del cura:

"Cucú

Cucú

Cucú

Porque era un pequeño canario lo que salía de su casita a decir la hora Gerty MacDowell se dio cuenta la vez que estuvo allí porque era rápida como nada en cosas así, sí que lo era Gerty MacDowell, y se dio cuenta en seguida de que ese caballero extranjero que estaba sentado en las rocas estaba

Cucú

Cucú

Cucú"



























Comentarios

  1. Creo que en los tiempos en que la virginidad de la mujer era un bien tan precioso, dejarla escapar como un pájaro sale de la jaula, era también ( aunque de otra manera) una pérdida de libertad, porque la mujer quedaba condenada a un destino muy poco agradable, en la mayoría de las ocasiones, castigada por lo general con el desprecio de las "gentes de bien". Me han gustado las obras de John Byam y de Charles Joshua Chaplin, que por cierto si se le quita el segundo apellido se quedaría como Charles Chaplin.

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