EL AVE PROFÉTICA

 

El laborioso, incansable carpintero y su martilleo obstinado 

En la mitología romana, Picus es una criatura del círculo de Marte que aparece en la tradición bajo tres formas: como ave sagrada, como dios y como rey. Seguramente, el pito negro, Dryocopus martius, es la especie de pájaro carpintero que lo originó, un ave de Marte, y su carácter sagrado precede a las otras dos facetas, la de rey y la de deidad. Aparece como un espíritu de los bosques con su propio santuario en el Aventino. Se cree que esta ave es a la que se hace referencia en las instrucciones augurales de las Tablas Eugubinas con la palabra umbría “peiqu”. Las Tablas Eugubinas son una serie de siete tablillas de bronce, descubiertas en 1444, procedentes de la antigua Iguvium (actual Gubbio, en Italia). Las más antiguas  ( del siglo III a.C.) están escritas en una antigua lengua itálica de Umbría, y las más recientes (del siglo I a.C.), en alfabeto latino. Las tablillas contienen inscripciones religiosas referidas a los ritos de los Hermanos Atiedianos, un grupo de doce sacerdotes de Júpiter con funciones municipales. Las referencias religiosas de las tablillas parecen reflejar los momentos tempranos de la religión romana, con la tríada arcaica romana (Júpiter, Marte y Jano) y el grupo de dioses más estrictamente relacionados con Júpiter. Se mencionan varias aves: “peiqu” (pájaro carpintero), “peica” (urraca), “parrha” (quizás arrendajo o abubilla) y “curnace” (cuervo o corneja).

Pito negro o picamaderos negro (Dryocopus martius), por Johann Friedrich Naumann, en “Historia natural de las aves alemanas”, 1820-1844

La tablilla llamada VI-a contiene este canto augural:

«En esta ceremonia [el adfertor o sacerdote oficiante] comenzará observando a los pájaros:

una “parrha” y cuervo en el oeste,

un pájaro carpintero negro y una urraca en el este.

El que sale a observar a los mensajeros [o “señales”]

mientras está en la tienda, sentado,

deberá llamar al adfertor:

“Se necesita que observe una parrha en el oeste, un cuervo en el oeste;

un pájaro carpintero en el este, una urraca en el este;

en el este, pájaros; en el este,

mensajeros divinos».

El adfertor exigirá así:

“Observad una parrha en el oeste, un cuervo en el oeste;

un pájaro carpintero en el este, una urraca en el este;

en el este, pájaros; en el este, mensajeros divinos;

por mí, por el estado de Iguvium,

por esta ordenanza establecida".

Los picenos, un pueblo itálico de Umbría, no sólo atribuían su nombre al pájaro (seguramente por un origen totémico), sino que aseguraban que éste dirigió el Ver Sacrum* por el que se fundó la ciudad de Asculum (la actual Ascoli Piceno). Así, el pájaro era un auténtico Dux viae, el líder del camino.

*[El Ver Sacrum (“primavera sagrada”) era una tradición itálica, especialmente entre los sabinos, por la que los jóvenes nacidos en el mismo año iniciaban una migración primaveral para colonizar un nuevo territorio. Eran consagrados a un dios que los guiaba, generalmente a Marte, ya que solía implicar un acto de conquista. En un momento de conflicto, era una forma de expulsar a los jóvenes solteros para aliviar la presión interna.]

Los Picenos son originarios del país Sabino, habiendo sido un pájaro carpintero el que les mostró el camino... y de ahí su nombre, pues llaman a esta ave 'picus', y la consideran sagrada para Marte”. (Estrabón, Geografía V)

Bestiario de Pierre de Beauvais, Bibliothèque de l'Arsenal, Ms-3516. El carpintero aplicando la planta mágica en la boca obstruida de su nido

Picus estaba dotado del don de la profecía. Es fácil comprender cómo el ave sagrada marciana se fue transformando en un ave divina similar a Marte, a veces incluso identificada con él. Parece que los romanos no sólo tomaron al pájaro carpintero como el ave sagrada de este dios, sino que puede incluso ser considerada como su manifestación zooantrópica. Como siguiente paso, humanizaron a esta divinidad convirtiéndola en uno de sus primeros reyes.

De nuevo, yendo desde Reate por el camino hacia el distrito de Listine, está Batia,​ a treinta estadios de distancia; luego Tiora, llamada Matiene, a una distancia de 49. En esta ciudad, según dicen, había un oráculo de Marte muy antiguo, cuya naturaleza era similar a la del oráculo que, según la leyenda, existió en Dodona; sólo que allí se decía que una paloma profetizaba, posada en un roble sagrado, mientras que entre los aborígenes un pájaro enviado por el cielo, al que ellos llaman picus y los griegos dryokolaptês, apareciendo sobre una columna de madera, hacía lo mismo.” (Dionisio de Halicarnaso, Antigüedades romanas, I)

Piedra-sello de cornalina montada en un anillo (c.200-c.100 a.C.) y su impronta, que representa un guerrero frente a una columna, entrelazada por una serpiente y con un pájaro en la parte superior, probablemente Picus, al que se consulta como voz del oráculo. Dionisio de Halicarnaso escribió que en Umbría el pájaro enviado por los dioses, Picus, profetizaba sobre una columna de madera. Fitzwilliam Museum, Cambridge 

Esta figura mítica se desarrolló aún más y se convirtió en un dios agrario encargado de abonar la tierra e identificado como hijo de Stercutus (o Sterquilinus, de “stercus”, estiércol, un seudónimo de Saturno mediante el que éste supervisaba el abonado del campo). Se le identifica también con Picumnus, hermano de Pilumnus, deidad de la trilla, inventor del molido del grano, llamado así por el mortero (pilum) utilizado por los panaderos y molineros, de quienes era patrono. La pareja Picumnus-Pilumnus era considerada kurótrofa (cuidadora de los niños), guardiana de las mujeres en el parto y de los recién nacidos. Antes de que el niño fuera recogido y reconocido formalmente por el padre, se les disponía un lecho en el atrio, donde su presencia lo protegía de todo mal. Para guardar al niño de la intrusión del malicioso Silvano, se invocaba la asistencia de tres deidades: Intercidona (la cortadora), Pilumnus (el machacador) y Deverra (la barrendera), representadas simbólicamente por tres hombres que recorrían la casa por la noche. Uno golpeaba el umbral con un hacha, otro con un mortero y el tercero lo barría con una escoba: tres símbolos culturales (porque los árboles se cortaban con el hacha, el grano se machacaba con el mortero y los frutos del campo se barrían con la escoba), algo que Silvano, representante de la naturaleza salvaje, no podía soportar. ¿Era Pilumnus, también, un pájaro carpintero como su hermano Picumnus? Algunos estudiosos creen que su atributo del mortero que golpea rítmicamente el grano está derivado del repiqueteo del pico del pájaro sobre la madera. (¿La pareja es otra versión de Rómulo y Remo?)

Además, Picus fue el primer rey del Lacio, hijo de Saturno y padre de Fauno. Virgilio, en la Eneida, describe la recepción de los embajadores de Eneas por el rey Latino en un antiguo templo o palacio, que contenía figuras de sus antepasados ​​divinos, entre ellos Picus (Pico), famoso como augur y adivino. El evemerismo (una corriente de pensamiento que afirmaba que los dioses eran personajes históricos mal recordados y luego deificados) aseguraba que el origen de esta creencia era un antiguo augur que tenía un pájaro al que preguntaba el futuro.

“Mándalos él introducir en su palacio y se sienta en el solio de sus mayores en medio de los suyos. Había en la parte más alta de la ciudad un augusto y espacioso edificio, sustentado por cien columnas, palacio del laurentino Pico, imponente por la devoción de que era objeto y las selvas que le rodeaban. Era de buen agüero para los reyes recibir allí el cetro y levantar las primeras fasces; aquel templo les servía de tribunal, allí se celebraban los sagrados festines…” (Virgilio, Eneida VII)

Para aclarar la relación entre el rey Pico y Picus, el pájaro carpintero, se recurrió al antiguo método de la metamorfosis: según Ovidio, la hechicera Circe, mientras recogía hierbas en el bosque, vio al joven héroe cazando y de inmediato se enamoró de él, pero Pico la rechazó y la diosa, desairada, lo transformó en un pájaro carpintero que picotea impotente los árboles, pero que aún conserva poderes proféticos. El manto púrpura que Pico llevaba sujeto con un broche de oro se conserva en el plumaje del pájaro. Pero para motivar esta conducta de Pico, algunos afirmaron que Pomona era su esposa, a la que había preferido a Circe. En la variante de Ovidio la ninfa Canens, hija de Jano, ocupa el lugar de Pomona.

El pito real o pico verde (Picus viridis) por Edouard Traviès, ilustración para “Lettres à Julie sur l’Ornithologie”, 1868, de Étienne Mulsant

 

En Grecia se hablaba de otro carpintero, Kéleos (κελεóς), al que Aristóteles describe como un pájaro tan grande como una tórtola, de color amarillo verdoso y que se encontraba sobre todo en el Peloponeso. Esto apunta claramente Pito real o picoverde (Picus viridis). En una fábula de Antoninus Liberalis, un personaje llamado Keleos fue convertido en pájaro carpintero por entrar a robar miel en la cueva de Zeus en Creta. Parece evidente una relación entre el pájaro y un antiguo dios cretense de la lluvia y del trueno (luego suplantado por Zeus) y puede que el tamborileo de la madera picada por el ave recordara al trueno, preludio de la lluvia.

Los hechos y dichos memorables (Factorum ac dictorum memorabilium) recopilados por Publio Valerio Máximo, son la compilación más antigua de “exempla” (narraciones moralizantes) que ha llegado a nuestros días, escritos hacia el 30-31 d. C. Su libro V trata de “Historias sobre la compasión, la gratitud, la lealtad y los padres y los hijos” y en él se cuenta el caso del pretor Cayo Elio Tubero, al que se le posó un pájaro carpintero en la cabeza mientras administraba justicia. Era tan dócil que podía cogerlo en su mano. Al ver ese prodigio, los augures vaticinaron que si no le hacía nada al ave su hogar florecería, pero el Estado se arruinaría. Por el contrario, si mataba al pájaro la situación de su familia y del Estado sería la inversa. Sin dudarlo, Elio mató al ave a la vista de todos y, poco después, su familia perdió a diecisiete varones en la batalla de Cannas, mientras que Roma llegó después a la cumbre de su poder. Plinio (Historia Natural, X) también dio cuenta de este hecho:

También hay pájaros pequeños con garras ganchudas, como por ejemplo la variedad de pájaros carpinteros llamados pájaros de Marte, que son importantes para tomar augurios. En esta clase están los pájaros carpinteros que excavan en los árboles y trepan casi erguidos como los gatos, pero también los otros que se agarran cabeza abajo, que saben por el sonido de la corteza cuando la golpean que hay comida debajo. Son los únicos pájaros que crían a sus polluelos en agujeros. Existe la creencia común de que cuando un pastor introduce cuñas en sus agujeros, los pájaros, aplicando una especie de hierba, las hacen caer de nuevo. Trebio afirma que si se clava un clavo o una cuña con tanta fuerza como se quiera en un árbol en el que tiene un nido un pájaro carpintero, cuando el pájaro se posa en él, vuelve a saltar de inmediato con un crujido del árbol. Los propios pájaros carpinteros han sido de primera importancia entre los augurios en el Lacio desde la época del rey que dio su nombre a este pájaro. No puedo pasar por alto un presagio de ellos. Mientras Elio Tuberón, pretor de la ciudad, estaba dando su veredicto desde el tribunal del foro, un pájaro carpintero se posó sobre su cabeza con tanta valentía que pudo atraparlo con la mano. En respuesta a la pregunta de los adivinos, declararon que se auguraba un desastre para el imperio si se soltaba al pájaro, pero para el pretor si se lo mataba. Sin embargo, Tuberón inmediatamente despedazó al pájaro y no mucho después se cumplió el presagio.

Bestiaire d'amour rimé, fr. 1951 () , folio 21v, Biblioteca Nacional de Francia

En sus Cuestiones romanas, Plutarco se pregunta: "¿Por qué los latinos veneran al pájaro carpintero y se abstienen estrictamente de comerlo?" Sabemos que los latinos y los romanos consumían otros pájaros pequeños, y que el pájaro carpintero incluso fue un manjar para los griegos durante algún tiempo (según Ateneo de Náucratis, en El banquete de los eruditos), por lo que suponemos que esa prohibición era una práctica deliberada. Plutarco proporciona varias explicaciones posibles. Primero, debido al respeto al rey Pico y su carácter profético, que no le parece una fantasía. Otra razón más importante es la historia de Rómulo y Remo, y la benévola ayuda del pájaro carpintero para traerles comida. En tercer lugar, el pájaro es simplemente sagrado para Marte y, por último, es claramente virtuoso, es valiente y tiene un pico impresionantemente fuerte. Plutarco, aunque no de forma explícita, parece considerar que la segunda respuesta es la más influyente en el respeto a Picus por parte de los latinos. Plutarco da fe de que el pájaro carpintero es sagrado porque lo asociaron con los niños, como una confirmación de la declaración de la virgen Rea Silvia de que Marte era responsable de su embarazo. Plutarco refiere muy bien la relación entre el pájaro y Rómulo y Remo, quizás un reflejo del carácter gemelar de Picumnus y Pilumnus que hemos visto más arriba.

Había allí una higuera silvestre a la que llamaban Ruminalis, bien por Rómulo, como suele pensarse, bien porque los animales rumiantes o rumiadores pasaban allí el mediodía por la sombra o, lo que es mejor, porque allí amamantaban a los niños. Los antiguos romanos llamaban a la teta «ruma», y cierta diosa, que se cree que preside la crianza de los niños pequeños, todavía se llama Rumilia, en cuyos sacrificios no se usa vino, y se vierten libaciones de leche sobre sus víctimas. Aquí, pues, yacían los niños, y la loba de la historia les daba de mamar, y un pájaro carpintero venía a ayudar a alimentarlos y a vigilarlos. Ahora bien, estas criaturas se consideran sagradas para Marte, y el pájaro carpintero es tenido en especial veneración y honor por los latinos, y esta fue la razón principal por la que la madre fue creída cuando declaró que Marte era el padre de sus bebés. Por eso, tuvo aún más crédito la que alumbró a los pequeños cuando dijo que los había tenido de Marte. Sin embargo, dicen que esto le sucedió por engaño, ya que fue violada por Amulio que se le apareció en armas y la raptó”.

E insiste en la relación entre Pico, padre de Fauno, y las capacidades augurales.

Porque se cuenta que al monte Aventino, que no era entonces todavía parte de la ciudad, ni estaba habitado, sino que tenía fuentes graciosas y bosques sombríos, concurrían dos Genios o Semidioses, Pico y Fauno. Estos en las demás cosas parecía que eran de la raza de los Sátiros y Titanes; pero en la virtud de los remedios, y en prestigios de que usaban en cuanto a las cosas divinas, se les compararía mejor a los que entre los griegos se llaman Dactilos Ideos. Embaucadores, pues, andaban corriendo por Italia. Dícese que Numa los sujetó echando vino y miel en una fuente donde solían beber; que después de sujetos mudaron diversas formas, deponiendo la de su naturaleza y tomando extrañas apariencias, espantosas a quien las veía; y que cuando se convencieron de que estaban cautivos con prisión fuerte e inevitable, predijeron otras muchas cosas futuras, y enseñaron el modo de expiación para los rayos, el mismo que hasta hoy se practica, por medio de las cebollas, los cabellos y las menas. (Plutarco, Vida de Numa)

Antonio Tempesta, Circe transformando a Picus en pájaro cuando él la rechaza (Circes concubitum detestatur Picus: “Pico rechaza acostarse con Circe”), ilustración de Las Metamorfosis de Ovidio, 1606

Se decía que en el frontón de la cueva de la Sibila de los Apeninos se conservaban restos de un texto bustrofédico (en el que la escritura cambia de dirección al cambiar de línea como siguiendo el movimiento de los bueyes arando), sólo parcialmente visible, en lengua arcaica picena: "SIPILLA THEI PIKI", es decir, "sibila del dios Picus", lo que ratificaría el culto profético del ave.

Blason des Oyseaux de Guillaume Guéroult, 1550

Una vez en el poder, uno de los grandes propósitos del cristianismo, si no el mayor, fue erradicar los oráculos y los sacrificios, que consideraba las mayores idolatrías. Siendo las prácticas adivinatorias un recurso popular que afectaba a todo asunto cotidiano, muy diferentes a las profecías cristianas, que trataban de la escatología y del fin último de la humanidad, el pájaro carpintero fue simbólicamente estigmatizado en la medida que expresaba una conexión directa con la voluntad de la miríada de dioses del mundo romano, y pasó a identificarse con el diablo y sus maniobras, y así fue en el Fisiólogo y los bestiarios. En el Bestiario del Amor, de Richard de Fournival (1201- ¿1260?), se dice:

El picapinos, dice san Epifanio, es un pájaro de muchos colores, lo mismo que el diablo, del que es imagen. Cuando encuentra un árbol hueco, de lo que se asegura clavando su pico o aplicando su oído, hace un agujero y construye su nido. Pero si el árbol es sólido, hace su nido en otra parte. Así, el diablo, auscultando al hombre, se asegura de la debilidad y del vacío de su corazón. Si su pecho suena hueco, se instala allí; pero si siente resistencia o fuerza, huye y busca otra pesa más fácil.”

Der Naturen Bloeme, MS adicional 11390 () , folio 46v, Biblioteca Británica

Algunas creencias antiguas se mantuvieron porque la fuente de los autores cristianos seguía siendo la cultura clásica. Así, san Isidoro repite una superstición que ya relataba Plinio: en un árbol en el que anidara este pájaro no quedaban clavos fijos ni podían ponerse cuñas para derribarlo porque al cabo de poco tiempo se caían todos. Su grito, burlón, especialmente el del picoverde, que parece una risa sardónica o un relincho, parecía un maleficio y un anuncio de desgracias. Una creencia también antigua decía que el pájaro carpintero podía volver a abrir el agujero de su nido cuando se lo tapan, mediante el uso de una hierba particular, cuyo secreto conocía. Hildegarda de Bingen (1098-1179), santa, abadesa, médica y mucho más, dio una receta infalible contra la lepra preparando un ungüento con un picoverde (cuyo contenido no especificaremos por consideración con los lectores de estómago delicado).

Pito real europeo o picoverde, un macho (arriba, con bigotera roja) y dos hembras (la de abajo, inmadura), grabado y cromolitografiado de Naumann 1897

El folklore decía que el grito del picoverde anunciaba la lluvia (rain bird, se le apodaba en inglés) y en francés hay varios refranes sobre esta capacidad: Quand le pivert plaint, la pluie n’est pas loin (“cuando el picoverde llora, la lluvia no está lejos”). Era, pues, un desvelador de misterios, pero, por contraste, su grito burlón parecía un maleficio y un anuncio de desgracias.

Catesby, El pájaro carpintero de vientre rojo, “Historia Natural de Carolina, Florida y las Islas Bahamas”, 1754, Vol. 1 Pl. 19, 1754

En La nave de los locos, una obra satírica y moralista de Sebastián Brant (1494), como una recomendación de reserva, se decía que el hombre que permanecía en silencio era sabio, mientras que el que hablaba demasiado era un estúpido. Esto se ilustra en el grabado con un pájaro carpintero ruidoso que revela la ubicación de su nido junto al tonto que no puede mantener su lengua guardada. La advertencia de Brant dice: “Quien cuida su discurso y contiene su lengua/por la angustia nunca su alma es picada;/el chillido de los pájaros carpinteros delata a sus crías”.

 

Sebastian Brant, La nave de los locos, edición de 1497. La representación del tonto con el pájaro carpintero (aunque el nido, a cielo abierto, no se corresponde con un nido de pájaro carpintero)

Autores de emblemas, como Camerarius y Picinelli, lo veían más como un pájaro industrioso. Picinelli, bajo el lema Latentia tentat (“Busca cosas escondidas”), lo hace imagen del hombre estudioso con una mente inquisitiva. Por su parte, Joachim Camerarius usa la divisa Merces haec certa laborum (“recompensa cierta de los trabajos”), acompañado de estas líneas: Spernit humum picus, petit ardua sic quoque virtus/appetit excelsis sacra reposta locis (“El pájaro carpintero desprecia la tierra, busca las alturas. Así también la virtud busca las cosas sagradas en los lugares elevados”).

El emblema de Camerarius donde el pájaro carpintero es lema de búsqueda de excelencia. Merces haec certa laborum. De su obra “Symbola et emblemata”, 1590-1604

Desde el siglo XVIII, liberado de su deportación al mundo demoníaco, regresó en aras del culto burgués a las virtudes del trabajo. Su martilleo en los troncos recordaba a la tarea diligente del carpintero, lo que terminó por bautizar a muchas de sus especies. El género Dryocopus fue llamado así en el siglo XIX a partir de los términos griegos Dryos (“encina o roble”, y madera por extensión) y Kópos (“golpe”). Otro género, el Dendrocopos, tiene el mismo significado (Dendros es “árbol”).

Lámina 111 de “Aves de América” (1827-1838), de John James Audubon, que representa al pájaro carpintero crestado (Dryocopus pileatus)

De todas las aves a las que la naturaleza obliga a vivir de la caza, a ninguna ha tenido una vida más dura y laboriosa que la del pájaro carpintero; lo ha condenado al trabajo, a una vida perpetua de galeote, por decirlo así; mientras que otras aves pueden emplear la persecución o el vuelo, la emboscada o el ataque, donde pueden utilizar el valor y la astucia,  al pájaro carpintero se le asigna una tarea dura, capaz de asegurar su  su alimento perforando la corteza y la dura madera de los árboles que lo ocultan; ocupado sin descanso en esta necesidad, el pájaro carpintero no conoce la relajación ni el reposo…Sus movimientos son bruscos, tiene un aire inquietante, un semblante rudo y rasgos ásperos, una naturaleza salvaje y hosca... y cuando las necesidades físicas del amor obligan al pájaro carpintero a buscar una  pareja, no lo hace con ninguna de las gracias que el amor inspira en todos los seres que experimentan este sentimiento con un corazón receptivo.” (Buffon, Histoire naturelle des oiseaux, 1771-86))

El naturalista Buffon (1707-1788) había rechazado el sistema de Linneo y preferido una clasificación que seguía un modelo antropomórfico, donde el león era el más noble animal y el águila era la reina de las aves. Era una especie de clasismo ornitológico, de modo que el primer volumen de su obra estaría dedicado a las aves de presa, las más nobles. Alexander Wilson (American ornithology, 1808-14) tenía un espíritu más democrático y conservacionista: no sólo repudió el criterio de Buffon y se opuso a la caza de pájaros, sino que defendió el valor económico del carpintero en una época donde estaba proscrito, acusado de hacer agujeros en las torres y en los tejados de madera y de provocar la destrucción de los postes del telégrafo.

Michelet (L’oiseau) también lo ve como la encarnación del trabajo, “un obrero solitario”, e ingeniosamente lo llama “el primer auscultador”, anticipándose a los médicos. De todas formas, su punto de vista es más racional:

“De las calumnias ineptas de las que son objeto los pájaros, ninguna es mayor que la de decir, como se hace con el pájaro carpintero, que cava los árboles, que escoge los que son sanos y duros, los que presentan más dificultades y pueden aumentar su trabajo. El sentido común dice que el pobre animal, que vive de larvas e insectos, busca los árboles enfermos, cariados, que resisten menos y que le permiten, ante todo, una presa más abundante…También llama a la lluvia, gritando siempre ¡lluví! ¡lluví! La gente entiende así su grito; en Borgoña se le llama ‘el abogado del molinero’; y el refrán ‘pájaro carpintero y molinero, si no llueve, paran y ayunan’.”

Lámina 66 de Aves de América (1827-1838) de John James Audubon, que representa al pájaro carpintero de pico de marfil (Campephilus principalis)

Los pájaros carpinteros han sufrido las consecuencias de la deforestación y ello fue especialmente grave allí donde los bosques fueron sustituidos por enormes extensiones de cultivos. Estados Unidos ha sido un caso especialmente dramático, por el que se fueron al sumidero del pasado algunas aves que eran consideradas emblemáticas por los propios norteamericanos, como la paloma migratoria (Ectopistes migratorius) o el loro de Carolina (Conuropsis carolinensis). Un caso similar fue el del pájaro carpintero de pico de marfil (Campephilus principalis), propio del sureste de Estados Unidos, aunque tiene una fantasmal historia reciente. Se aceptó que estaba extinto desde los años cuarenta del siglo XX, cuando se lo vio por última vez (una subespecie cubana tampoco se avista desde 1986), pero se dice que en los últimos años ha habido algunas evidencias, aunque dudosas, de su presencia: alguna foto borrosa, señales acústicas…Oficialmente se propone mantener su condición de extinto, pero el caso no está cerrado. Después de todo, la esperanza, como escribió Emily Dickinson, “es esa cosa con plumas”.



 

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