EL AVE PROFÉTICA
En la mitología romana, Picus es una criatura del círculo de Marte que aparece en la tradición bajo tres formas: como ave sagrada, como dios y como rey. Seguramente, el pito negro, Dryocopus martius, es la especie de pájaro carpintero que lo originó, un ave de Marte, y su carácter sagrado precede a las otras dos facetas, la de rey y la de deidad. Aparece como un espíritu de los bosques con su propio santuario en el Aventino. Se cree que esta ave es a la que se hace referencia en las instrucciones augurales de las Tablas Eugubinas con la palabra umbría “peiqu”. Las Tablas Eugubinas son una serie de siete tablillas de bronce, descubiertas en 1444, procedentes de la antigua Iguvium (actual Gubbio, en Italia). Las más antiguas ( del siglo III a.C.) están escritas en una antigua lengua itálica de Umbría, y las más recientes (del siglo I a.C.), en alfabeto latino. Las tablillas contienen inscripciones religiosas referidas a los ritos de los Hermanos Atiedianos, un grupo de doce sacerdotes de Júpiter con funciones municipales. Las referencias religiosas de las tablillas parecen reflejar los momentos tempranos de la religión romana, con la tríada arcaica romana (Júpiter, Marte y Jano) y el grupo de dioses más estrictamente relacionados con Júpiter. Se mencionan varias aves: “peiqu” (pájaro carpintero), “peica” (urraca), “parrha” (quizás arrendajo o abubilla) y “curnace” (cuervo o corneja).
La tablilla llamada VI-a
contiene este canto augural:
«En esta
ceremonia [el adfertor o sacerdote oficiante] comenzará observando a los
pájaros:
una “parrha” y cuervo
en el oeste,
un pájaro carpintero
negro y una urraca en el este.
El que sale a observar
a los mensajeros [o “señales”]
mientras está en la
tienda, sentado,
deberá llamar al adfertor:
“Se necesita que
observe una parrha en el oeste, un cuervo en el oeste;
un pájaro carpintero
en el este, una urraca en el este;
en el este, pájaros;
en el este,
mensajeros divinos».
El adfertor exigirá
así:
“Observad una parrha
en el oeste, un cuervo en el oeste;
un pájaro carpintero
en el este, una urraca en el este;
en el este, pájaros;
en el este, mensajeros divinos;
por mí, por el estado
de Iguvium,
por
esta ordenanza establecida".
Los picenos, un pueblo itálico de
Umbría, no sólo atribuían su nombre al pájaro (seguramente por un origen
totémico), sino que aseguraban que éste dirigió el Ver Sacrum* por el que se fundó la ciudad de Asculum (la actual
Ascoli Piceno). Así, el pájaro era un auténtico Dux viae, el líder del camino.
*[El Ver Sacrum (“primavera sagrada”) era una tradición itálica,
especialmente entre los sabinos, por la que los jóvenes nacidos en el mismo año
iniciaban una migración primaveral para colonizar un nuevo territorio. Eran
consagrados a un dios que los guiaba, generalmente a Marte, ya que solía
implicar un acto de conquista. En un momento de conflicto, era una forma de
expulsar a los jóvenes solteros para aliviar la presión interna.]
“Los Picenos son originarios del país Sabino, habiendo sido un pájaro
carpintero el que les mostró el camino... y de ahí su nombre, pues llaman a
esta ave 'picus', y la consideran sagrada para Marte”. (Estrabón, Geografía V)
Bestiario de Pierre de Beauvais, Bibliothèque de l'Arsenal, Ms-3516. El
carpintero aplicando la planta mágica en la boca obstruida de su nido
Picus estaba dotado del
don de la profecía. Es fácil comprender cómo el ave sagrada marciana se fue
transformando en un ave divina similar a Marte, a veces incluso identificada
con él. Parece que los romanos no sólo tomaron al pájaro carpintero como el ave
sagrada de este dios, sino que puede incluso ser considerada como su manifestación zooantrópica. Como siguiente paso, humanizaron a
esta divinidad convirtiéndola en uno de sus primeros reyes.
“De nuevo, yendo desde Reate por el camino hacia el distrito de Listine,
está Batia, a treinta estadios de distancia; luego Tiora, llamada Matiene, a
una distancia de 49. En esta ciudad, según dicen, había un oráculo de Marte muy
antiguo, cuya naturaleza era similar a la del oráculo que, según la leyenda,
existió en Dodona; sólo que allí se decía que una paloma profetizaba, posada en
un roble sagrado, mientras que entre los aborígenes un pájaro enviado por el
cielo, al que ellos llaman picus y los griegos dryokolaptês, apareciendo sobre
una columna de madera, hacía lo mismo.” (Dionisio de Halicarnaso, Antigüedades romanas, I)
Piedra-sello de cornalina montada en un anillo (c.200-c.100 a.C.) y su impronta, que representa un guerrero frente a una columna, entrelazada por una serpiente y con un pájaro en la parte superior, probablemente Picus, al que se consulta como voz del oráculo. Dionisio de Halicarnaso escribió que en Umbría el pájaro enviado por los dioses, Picus, profetizaba sobre una columna de madera. Fitzwilliam Museum, Cambridge
Esta figura mítica se desarrolló
aún más y se convirtió en un dios agrario encargado de abonar la tierra e identificado
como hijo de Stercutus (o Sterquilinus, de “stercus”, estiércol,
un seudónimo de Saturno mediante el que éste supervisaba el abonado del campo).
Se le identifica también con Picumnus,
hermano de Pilumnus, deidad de la
trilla, inventor del molido del grano, llamado así por el mortero (pilum)
utilizado por los panaderos y molineros, de quienes era patrono. La pareja
Picumnus-Pilumnus era considerada kurótrofa
(cuidadora de los niños), guardiana de las mujeres en el parto y de los recién nacidos. Antes de que el niño fuera recogido y reconocido formalmente
por el padre, se les disponía un lecho en el atrio, donde su presencia lo
protegía de todo mal. Para guardar al niño de la intrusión del malicioso
Silvano, se invocaba la asistencia de tres deidades: Intercidona (la
cortadora), Pilumnus (el machacador) y Deverra (la barrendera), representadas
simbólicamente por tres hombres que recorrían la casa por la noche. Uno
golpeaba el umbral con un hacha, otro con un mortero y el tercero lo barría con
una escoba: tres símbolos culturales (porque los árboles se cortaban con el
hacha, el grano se machacaba con el mortero y los frutos del campo se barrían
con la escoba), algo que Silvano, representante de la naturaleza salvaje, no
podía soportar. ¿Era Pilumnus, también, un pájaro carpintero como su hermano Picumnus?
Algunos estudiosos creen que su atributo del mortero que golpea rítmicamente el
grano está derivado del repiqueteo del pico del pájaro sobre la madera. (¿La pareja es otra versión de Rómulo y Remo?)
Además, Picus fue el primer rey
del Lacio, hijo de Saturno y padre de Fauno. Virgilio, en la Eneida, describe
la recepción de los embajadores de Eneas por el rey Latino en un antiguo templo
o palacio, que contenía figuras de sus antepasados divinos, entre ellos Picus (Pico), famoso como augur y
adivino. El evemerismo (una corriente de pensamiento que afirmaba que los
dioses eran personajes históricos mal recordados y luego deificados) aseguraba
que el origen de esta creencia era un antiguo augur que tenía un pájaro al que
preguntaba el futuro.
“Mándalos él introducir en su palacio y se sienta en el solio de sus
mayores en medio de los suyos. Había en la parte más alta de la ciudad un
augusto y espacioso edificio, sustentado por cien columnas, palacio del
laurentino Pico, imponente por la devoción de que era objeto y las selvas que
le rodeaban. Era de buen agüero para los reyes recibir allí el cetro y levantar
las primeras fasces; aquel templo les servía de tribunal, allí se celebraban
los sagrados festines…” (Virgilio, Eneida
VII)
Para aclarar la relación entre el
rey Pico y Picus, el pájaro carpintero, se recurrió al antiguo método de la
metamorfosis: según Ovidio, la hechicera
Circe, mientras recogía hierbas en el bosque, vio al joven héroe cazando y de
inmediato se enamoró de él, pero Pico la rechazó y la diosa, desairada, lo transformó
en un pájaro carpintero que picotea impotente los árboles, pero que aún
conserva poderes proféticos. El manto púrpura que Pico llevaba sujeto con un
broche de oro se conserva en el plumaje del pájaro. Pero para motivar esta conducta de Pico,
algunos afirmaron que Pomona era su esposa, a la que había preferido a Circe.
En la variante de Ovidio la ninfa Canens, hija de Jano, ocupa el lugar de
Pomona.
El pito real o pico verde (Picus viridis) por Edouard Traviès,
ilustración para “Lettres à Julie sur l’Ornithologie”, 1868, de Étienne Mulsant
En Grecia se hablaba de otro
carpintero, Kéleos (κελεóς), al que Aristóteles describe como un pájaro tan
grande como una tórtola, de color amarillo verdoso y que se encontraba sobre
todo en el Peloponeso. Esto apunta claramente Pito real o picoverde (Picus viridis). En una fábula de
Antoninus Liberalis, un personaje llamado Keleos fue convertido en pájaro
carpintero por entrar a robar miel en la cueva de Zeus en Creta. Parece
evidente una relación entre el pájaro y un antiguo dios cretense de la lluvia y
del trueno (luego suplantado por Zeus) y puede que el tamborileo de la madera
picada por el ave recordara al trueno, preludio de la lluvia.
Los hechos y dichos memorables (Factorum
ac dictorum memorabilium) recopilados por Publio Valerio Máximo, son la compilación
más antigua de “exempla” (narraciones
moralizantes) que ha llegado a nuestros días, escritos hacia el 30-31 d. C. Su
libro V trata de “Historias sobre la compasión, la gratitud, la lealtad y los
padres y los hijos” y en él se cuenta el caso del pretor Cayo Elio Tubero, al
que se le posó un pájaro carpintero en la cabeza mientras administraba
justicia. Era tan dócil que podía cogerlo en su mano. Al ver ese prodigio, los
augures vaticinaron que si no le hacía nada al ave su hogar florecería, pero el
Estado se arruinaría. Por el contrario, si mataba al pájaro la situación de su
familia y del Estado sería la inversa. Sin dudarlo, Elio mató al ave a la vista
de todos y, poco después, su familia perdió a diecisiete varones en la batalla
de Cannas, mientras que Roma llegó después a la cumbre de su poder. Plinio (Historia Natural, X) también dio cuenta de este hecho:
“También hay pájaros pequeños con garras ganchudas, como por ejemplo la
variedad de pájaros carpinteros llamados pájaros de Marte, que son importantes
para tomar augurios. En esta clase están los pájaros carpinteros que excavan en
los árboles y trepan casi erguidos como los gatos, pero también los otros que
se agarran cabeza abajo, que saben por el sonido de la corteza cuando la
golpean que hay comida debajo. Son los únicos pájaros que crían a sus polluelos
en agujeros. Existe la creencia común de que cuando un pastor introduce cuñas
en sus agujeros, los pájaros, aplicando una especie de hierba, las hacen caer
de nuevo. Trebio afirma que si se clava un clavo o una cuña con tanta fuerza
como se quiera en un árbol en el que tiene un nido un pájaro carpintero, cuando
el pájaro se posa en él, vuelve a saltar de inmediato con un crujido del árbol.
Los propios pájaros carpinteros han sido de primera importancia entre los augurios
en el Lacio desde la época del rey que dio su nombre a este pájaro. No puedo
pasar por alto un presagio de ellos. Mientras Elio Tuberón, pretor de la
ciudad, estaba dando su veredicto desde el tribunal del foro, un pájaro
carpintero se posó sobre su cabeza con tanta valentía que pudo atraparlo con la
mano. En respuesta a la pregunta de los adivinos, declararon que se auguraba un
desastre para el imperio si se soltaba al pájaro, pero para el pretor si se lo
mataba. Sin embargo, Tuberón inmediatamente despedazó al pájaro y no mucho
después se cumplió el presagio.”
Bestiaire d'amour rimé, fr. 1951 () , folio 21v, Biblioteca Nacional de Francia
En sus Cuestiones romanas, Plutarco se pregunta: "¿Por qué los latinos veneran al pájaro carpintero y se abstienen
estrictamente de comerlo?" Sabemos que los latinos y los romanos
consumían otros pájaros pequeños, y que el pájaro carpintero incluso fue un
manjar para los griegos durante algún tiempo (según Ateneo de Náucratis, en El banquete de los eruditos), por lo que
suponemos que esa prohibición era una práctica deliberada. Plutarco proporciona
varias explicaciones posibles. Primero, debido al respeto al rey Pico y su
carácter profético, que no le parece una fantasía. Otra razón más importante es
la historia de Rómulo y Remo, y la benévola ayuda del pájaro carpintero para
traerles comida. En tercer lugar, el pájaro es simplemente sagrado para Marte y,
por último, es claramente virtuoso, es valiente y tiene un pico
impresionantemente fuerte. Plutarco, aunque no de forma explícita, parece
considerar que la segunda respuesta es la más influyente en el respeto a Picus
por parte de los latinos. Plutarco da fe de que el pájaro carpintero es sagrado
porque lo asociaron con los niños, como una confirmación de la declaración de
la virgen Rea Silvia de que Marte era responsable de su embarazo. Plutarco
refiere muy bien la relación entre el pájaro y Rómulo y Remo, quizás un reflejo
del carácter gemelar de Picumnus y Pilumnus que hemos visto más arriba.
“Había allí una higuera silvestre a la que llamaban Ruminalis, bien por
Rómulo, como suele pensarse, bien porque los animales rumiantes o rumiadores
pasaban allí el mediodía por la sombra o, lo que es mejor, porque allí
amamantaban a los niños. Los antiguos romanos llamaban a la teta «ruma», y
cierta diosa, que se cree que preside la crianza de los niños pequeños, todavía
se llama Rumilia, en cuyos sacrificios no se usa vino, y se vierten libaciones
de leche sobre sus víctimas. Aquí, pues, yacían los niños, y la loba de la historia
les daba de mamar, y un pájaro carpintero venía a ayudar a alimentarlos y a
vigilarlos. Ahora bien, estas criaturas se consideran sagradas para Marte, y el
pájaro carpintero es tenido en especial veneración y honor por los latinos, y
esta fue la razón principal por la que la madre fue creída cuando declaró que
Marte era el padre de sus bebés. Por eso, tuvo aún más crédito la que alumbró a
los pequeños cuando dijo que los había tenido de Marte. Sin embargo, dicen que
esto le sucedió por engaño, ya que fue violada por Amulio que se le apareció en
armas y la raptó”.
E insiste en la relación entre
Pico, padre de Fauno, y las capacidades augurales.
“Porque se cuenta que al monte Aventino, que no era entonces todavía parte de la ciudad, ni estaba habitado, sino que tenía fuentes graciosas y bosques sombríos, concurrían dos Genios o Semidioses, Pico y Fauno. Estos en las demás cosas parecía que eran de la raza de los Sátiros y Titanes; pero en la virtud de los remedios, y en prestigios de que usaban en cuanto a las cosas divinas, se les compararía mejor a los que entre los griegos se llaman Dactilos Ideos. Embaucadores, pues, andaban corriendo por Italia. Dícese que Numa los sujetó echando vino y miel en una fuente donde solían beber; que después de sujetos mudaron diversas formas, deponiendo la de su naturaleza y tomando extrañas apariencias, espantosas a quien las veía; y que cuando se convencieron de que estaban cautivos con prisión fuerte e inevitable, predijeron otras muchas cosas futuras, y enseñaron el modo de expiación para los rayos, el mismo que hasta hoy se practica, por medio de las cebollas, los cabellos y las menas. (Plutarco, Vida de Numa)
Antonio Tempesta, Circe transformando a Picus en pájaro cuando él la
rechaza (Circes concubitum detestatur Picus: “Pico rechaza acostarse con Circe”),
ilustración de Las Metamorfosis de Ovidio, 1606
Se decía que en el frontón de la
cueva de la Sibila de los Apeninos se conservaban restos de un texto
bustrofédico (en el que la escritura cambia de dirección al cambiar de línea como
siguiendo el movimiento de los bueyes arando), sólo parcialmente visible, en
lengua arcaica picena: "SIPILLA THEI
PIKI", es decir, "sibila del dios Picus", lo que ratificaría
el culto profético del ave.
Blason des Oyseaux de Guillaume Guéroult, 1550
Una vez en el poder, uno de los
grandes propósitos del cristianismo, si no el mayor, fue erradicar los oráculos
y los sacrificios, que consideraba las mayores idolatrías. Siendo las prácticas
adivinatorias un recurso popular que afectaba a todo asunto cotidiano, muy
diferentes a las profecías cristianas, que trataban de la escatología y del fin
último de la humanidad, el pájaro carpintero fue simbólicamente estigmatizado
en la medida que expresaba una conexión directa con la voluntad de la miríada
de dioses del mundo romano, y pasó a identificarse con el diablo y sus
maniobras, y así fue en el Fisiólogo y los bestiarios. En el Bestiario del Amor, de Richard de
Fournival (1201- ¿1260?), se dice:
“El picapinos, dice san Epifanio, es un pájaro de muchos colores, lo
mismo que el diablo, del que es imagen. Cuando encuentra un árbol hueco, de lo
que se asegura clavando su pico o aplicando su oído, hace un agujero y
construye su nido. Pero si el árbol es sólido, hace su nido en otra parte. Así,
el diablo, auscultando al hombre, se asegura de la debilidad y del vacío de su
corazón. Si su pecho suena hueco, se instala allí; pero si siente resistencia o
fuerza, huye y busca otra pesa más fácil.”
Der Naturen Bloeme, MS adicional 11390 () , folio 46v, Biblioteca Británica
Algunas creencias antiguas se
mantuvieron porque la fuente de los autores cristianos seguía siendo la cultura
clásica. Así, san Isidoro repite una superstición que ya relataba Plinio: en un
árbol en el que anidara este pájaro no quedaban clavos fijos ni podían ponerse
cuñas para derribarlo porque al cabo de poco tiempo se caían todos. Su grito,
burlón, especialmente el del picoverde, que parece una risa sardónica o un
relincho, parecía un maleficio y un anuncio de desgracias. Una creencia también
antigua decía que el pájaro carpintero podía volver a abrir el agujero de su
nido cuando se lo tapan, mediante el uso de una hierba particular, cuyo secreto
conocía. Hildegarda de Bingen (1098-1179), santa, abadesa, médica y mucho más,
dio una receta infalible contra la lepra preparando un ungüento con un
picoverde (cuyo contenido no especificaremos por consideración con los lectores de
estómago delicado).
Pito real europeo o picoverde, un macho (arriba, con bigotera roja) y dos hembras (la de abajo, inmadura), grabado y cromolitografiado de Naumann 1897
El folklore decía que el grito del picoverde anunciaba la lluvia (rain bird, se le apodaba en inglés) y en francés hay varios refranes sobre esta capacidad: Quand le pivert plaint, la pluie n’est pas loin (“cuando el picoverde llora, la lluvia no está lejos”). Era, pues, un desvelador de misterios, pero, por contraste, su grito burlón parecía un maleficio y un anuncio de desgracias.
Catesby, El pájaro carpintero de vientre rojo, “Historia Natural de Carolina, Florida y las Islas Bahamas”, 1754, Vol. 1 Pl. 19, 1754
En La nave de los locos, una obra satírica y moralista de Sebastián Brant (1494), como una recomendación de reserva, se decía que el hombre que permanecía en silencio era sabio, mientras que el que hablaba demasiado era un estúpido. Esto se ilustra en el grabado con un pájaro carpintero ruidoso que revela la ubicación de su nido junto al tonto que no puede mantener su lengua guardada. La advertencia de Brant dice: “Quien cuida su discurso y contiene su lengua/por la angustia nunca su alma es picada;/el chillido de los pájaros carpinteros delata a sus crías”.
Sebastian Brant, La nave de los locos, edición de 1497. La representación del tonto con el pájaro carpintero (aunque el nido, a cielo abierto, no se corresponde con un nido de pájaro carpintero)
Autores de emblemas, como
Camerarius y Picinelli, lo veían más como un pájaro industrioso. Picinelli,
bajo el lema Latentia tentat (“Busca
cosas escondidas”), lo hace imagen del hombre estudioso con una mente
inquisitiva. Por su parte, Joachim Camerarius usa la divisa Merces haec certa laborum (“recompensa
cierta de los trabajos”), acompañado de estas líneas: Spernit humum picus, petit ardua sic quoque virtus/appetit excelsis
sacra reposta locis (“El pájaro carpintero desprecia la tierra, busca las
alturas. Así también la virtud busca las cosas sagradas en los lugares
elevados”).
El emblema de Camerarius donde el pájaro carpintero es lema de búsqueda de excelencia. Merces haec certa laborum. De su obra “Symbola et emblemata”, 1590-1604
Desde el siglo XVIII, liberado de
su deportación al mundo demoníaco, regresó en aras del culto burgués a las
virtudes del trabajo. Su martilleo en los troncos recordaba a la tarea
diligente del carpintero, lo que terminó por bautizar a muchas de sus especies.
El género Dryocopus fue llamado así en el siglo XIX a partir de los términos
griegos Dryos (“encina o roble”, y madera por extensión) y Kópos
(“golpe”). Otro género, el Dendrocopos, tiene el mismo significado (Dendros es “árbol”).
Lámina 111 de “Aves de América” (1827-1838), de John James Audubon, que representa al pájaro carpintero crestado (Dryocopus pileatus)
“De todas las aves a las que la naturaleza obliga a vivir de la caza, a
ninguna ha tenido una vida más dura y laboriosa que la del pájaro carpintero;
lo ha condenado al trabajo, a una vida perpetua de galeote, por decirlo así;
mientras que otras aves pueden emplear la persecución o el vuelo, la emboscada
o el ataque, donde pueden utilizar el valor y la astucia, al pájaro carpintero se le asigna una tarea
dura, capaz de asegurar su su alimento
perforando la corteza y la dura madera de los árboles que lo ocultan; ocupado
sin descanso en esta necesidad, el pájaro carpintero no conoce la relajación ni
el reposo…Sus movimientos son bruscos, tiene un aire inquietante, un semblante
rudo y rasgos ásperos, una naturaleza salvaje y hosca... y cuando las
necesidades físicas del amor obligan al pájaro carpintero a buscar una pareja, no lo hace con ninguna de las gracias
que el amor inspira en todos los seres que experimentan este sentimiento con un
corazón receptivo.” (Buffon, Histoire
naturelle des oiseaux, 1771-86))
El naturalista Buffon (1707-1788)
había rechazado el sistema de Linneo y preferido una clasificación que seguía
un modelo antropomórfico, donde el león era el más noble animal y el águila era
la reina de las aves. Era una especie de clasismo ornitológico, de modo que el
primer volumen de su obra estaría dedicado a las aves de presa, las más nobles.
Alexander Wilson (American ornithology,
1808-14) tenía un espíritu más democrático y conservacionista: no sólo repudió
el criterio de Buffon y se opuso a la caza de pájaros, sino que defendió el valor
económico del carpintero en una época donde estaba proscrito, acusado de hacer
agujeros en las torres y en los tejados de madera y de provocar la destrucción
de los postes del telégrafo.
Michelet (L’oiseau) también lo ve como la encarnación del trabajo, “un obrero solitario”, e ingeniosamente
lo llama “el primer auscultador”,
anticipándose a los médicos. De todas formas, su punto de vista es más racional:
“De las calumnias ineptas de las que son objeto los pájaros, ninguna es
mayor que la de decir, como se hace con el pájaro carpintero, que cava los
árboles, que escoge los que son sanos y duros, los que presentan más
dificultades y pueden aumentar su trabajo. El sentido común dice que el pobre
animal, que vive de larvas e insectos, busca los árboles enfermos, cariados,
que resisten menos y que le permiten, ante todo, una presa más
abundante…También llama a la lluvia, gritando siempre ¡lluví! ¡lluví! La gente
entiende así su grito; en Borgoña se le llama ‘el abogado del molinero’; y el
refrán ‘pájaro carpintero y molinero, si no llueve, paran y ayunan’.”
Lámina
66 de Aves de América (1827-1838) de John James Audubon, que representa al
pájaro carpintero de pico de marfil (Campephilus principalis)
Los pájaros carpinteros han sufrido las consecuencias de la
deforestación y ello fue especialmente grave allí donde los bosques fueron
sustituidos por enormes extensiones de cultivos. Estados Unidos ha sido un caso
especialmente dramático, por el que se fueron al sumidero del pasado algunas
aves que eran consideradas emblemáticas por los propios norteamericanos, como
la paloma migratoria (Ectopistes
migratorius) o el loro de Carolina (Conuropsis
carolinensis). Un caso similar fue el del pájaro carpintero de pico de
marfil (Campephilus principalis),
propio del sureste de Estados Unidos, aunque tiene una fantasmal historia
reciente. Se aceptó que estaba extinto desde los años cuarenta del siglo XX,
cuando se lo vio por última vez (una subespecie cubana tampoco se avista desde
1986), pero se dice que en los últimos años ha habido algunas evidencias,
aunque dudosas, de su presencia: alguna foto borrosa, señales
acústicas…Oficialmente se propone mantener su condición de extinto, pero el
caso no está cerrado. Después de todo, la esperanza, como escribió Emily
Dickinson, “es esa cosa con plumas”.
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