EL GORRIÓN-CAMELLO

 

El avestruz en una edición alemana de la Historia natural de Buffon, 1770 

Esa extraña combinación, gorrión-camello, es la literalidad de la denominación binomial con que Linneo bautizó al avestruz, Struthio camelus. Su color apagado, especialmente el pardal de la hembra, recuerda a los sencillos gorriones; su porte altivo, sus largas patas, su hábitat estepario y su uso como cabalgadura remiten al camello.

Que los griegos lo llamaran strouthos (στρουθός), la palabra con que llamaban al gorrión, pudo ser una especie de broma lingüística, como llamar “pequeñín” a ese pájaro gigante. La palabra aparece en expresiones como “μέγας στρ.” (“megas str.”, el pájaro grande) y “στρουθὸς κατάγαιος” (“strouthos katagaios”, donde gaios se refiere a la diosa Gaia, la Tierra, es decir, el pájaro que corre pegado a la tierra). Al parecer, también las referencias “αἱ μεγάλαι” (“hai megalai”) o “οἱ μεγάλοι” (“hoi megaloi”) se refieren a los avestruces (literalmente, “los grandes”). La palabra strouthos tenía otros significados, entre ellos las aves míticas del lago Estínfalo o las Memnónidas.

 Caza de avestruz, mosaico de Sicca Veneria (Le Kef), Túnez, siglo II d.C., Musée National Du Bardo 

En latín se le llamaba struthio, un derivado del griego, pero también se le apodaba passer marinus ("gorrión de mar"), porque llegaba a los espectáculos del circo romano por el Mediterráneo. También se conocía como ave "libia", por su procedencia. De hecho, en el mundo antiguo se conocían dos subespecies, el avestruz sahariano o bereber (Struthio camelus camelus), ahora muy escaso en la región, y el árabe (Struthio camelus syriacus), extinto a mediados del siglo XX. La decadencia de ambas se debió a la caza intensiva, especialmente desde que se extendieron las armas de fuego y los vehículos a motor, que facilitaron la persecución. Struthio es el origen de muchos de sus nombres modernos en lenguas europeas (por ejemplo, struzzo, en italiano; Straus, en alemán; el inglés ostrich y el francés autruche). 

Mosaico en el Baptisterio Diakonikon de la Iglesia Memorial de Moisés, que representa una escena de caza y pastoreo con varios animales, Monte Nebo, Jordania, siglo VI d.C. En la parte inferior izquierda un hombre lleva un avestruz con una cuerda 

En las aves admiramos la ligereza y el vuelo (“Los pájaros, favoritos del Éter”, decía Hölderlin), así que estar sujeto a la tierra polvorienta parece impropio de cualquier pájaro que se precie. Esta “traición” a nuestros sueños de elevación le ha dado al avestruz el premio de la compensación con el don de la carrera. Sus limitaciones aéreas son parejas a la poca gracia de su aspecto: la evolución le ha dotado de todo lo necesario para convivir con chacales, hienas y todo tipo de animales que pastan.

“Pero nadie pudo coger un avestruz, y los jinetes que los perseguían cesaron rápidamente, porque iban muy atrás en su carrera, y extendían sus alas desplegadas como velas de navío ...” (Jenofonte, Anábasis)

Joachim Camerarius, emblema “cursu praeter vehor omnes” (“Paso por delante de todos”), Symbolorum et emblematum, edición de 1654

Plinio dice: “Esta ave supera en altura a un hombre montado a caballo, y puede superarlo en rapidez, ya que se le han dado alas para ayudarla a correr; en otros aspectos, los avestruces no pueden ser considerados pájaros y no se levantan de la tierra. Tienen garras hendidas, muy parecidas a las pezuñas del ciervo y sólo tienen dos dedos; con estos pelean, y también los emplean en coger piedras para arrojarlas a los que los persiguen.”

Alphonse Toussenel, en su Ornithologie passionnelle (1855), cree que el avestruz ocupa uno de los grados inferiores en la escala de los pájaros.

“Los corredores ocupan el mismo lugar entre la “Volatilia” que los rumiantes entre los mamíferos. Dios creó el mismo día, y con la misma idea, los Corredores y los Rumiantes de los sucesivos medios, estepas, prados, bosques, rocas, cimas alpinas. El avestruz y el camello son las manifestaciones simultáneas y espontáneas del mismo pensamiento creador.

El avestruz es un pájaro-cuadrúpedo como el pingüino es un pájaro-pez. No os preocupéis de saber qué lugar debe ocupar el avestruz en el mundo de los pájaros, porque es el molde de transición entre la Volatería y la Mamifería.”

Toussenel creó su propia clasificación de las aves, basada más en su imaginación que en el respeto a Linneo. Sitúa al avestruz en el Orden de los Dromípedos (pies para correr), en la serie de los Dactylídromos (que corren con los dedos) y en el grupo de los Rudípteros (de alas rudimentarias), junto al ñandú, el emú y el casuario.

La clasificación de Toussenel en su libro Ornithologie passionnelle, 1855

El ilustrador del Bestiario Helmingham, que, como es evidente, nunca vio un avestruz, pero tenía muy asimilada la idea de que era un gran corredor, le puso patas de caballo: lo más lógico, debió de pensar, en un animal que galopa.

Avestruz con patas de caballo, Helmingham Herbal and Bestiary, c. 1500, Centro de Arte Británico de Yale


Hombre montado en un avestruz en la granja de avestruces Cawston, South Pasadena, California



Una imagen de la granja de avestruces Los Angeles. William H. Hannon Library, Loyola Marymount University. 

Sobre el avestruz como cabalgadura hay algunas referencias antiguas dudosas. Tenemos una descripción de Pausanias de una estatua, hoy perdida, de la reina de Egipto Arsínoe II Filadelfo (316 a. C.-270 a. C.), esposa, entre otros, de Ptolomeo II (su hermano, de ahí el apodo Filadelfo, “que ama a su hermano”).

"En el Helicón hay también una estatua de Arsínoe, que se casó con su hermano Ptolomeo. La lleva un avestruz de bronce. A los avestruces les crecen alas igual que a otras aves, pero sus cuerpos son tan pesados y grandes que las alas no pueden elevarlos en el aire".

Es posible que Arsínoe fuera representada sobre un ave fantástica, un Fénix o alguna otra ave mítica de gran tamaño; solía representarse con rasgos y símbolos que indicaban su divinidad (se la asoció con Afrodita) y, por tanto, sería creíble que el ave en cuestión fuera el Fénix o una de las Memnónidas, o quizás un ave de Afrodita, como el cisne. De todas formas, si es cierto que la reina ganó tres carreras de carros en los Juegos Olímpicos de 272 a.C., bien merecía verse montando al ave más veloz.

 

Skyphos ático de figuras negras, 520-510 a.C., Museo de Bellas Artes de Boston. Muestra a unos actores frente a un hombre que cabalga sobre un avestruz

 

Si las aves representadas en este skyphos son, efectivamente, avestruces, se trataría de la primera referencia a ellas en una fuente clásica y una indicación de que los griegos del siglo VI a.C.  conocían el avestruz. Pero la interpretación no es sencilla porque es una escena teatral (a la derecha hay un flautista y un hombrecillo con máscara) y quizás las aves no deben ser entendidas como avestruces reales siendo montados, sino como disfraces de aves, parte de una tradición teatral en los que los coristas se disfrazaban de animales (el otro lado de la vasija representa a jinetes cabalgando delfines).

Sello cilíndrico asirio y su impresión, c. 1250–1150 a.C., Morgan Library, sello 606. Muestra un héroe alado cazando un avestruz

 

En una entrada anterior hemos mencionado la Gran Procesión (Pompé) de Ptolomeo II Filadelfo (308-246 a. C.), un gran festival celebrado en torno a 279. Este faraón, el esposo de la mencionada Arsínoe, promotor de las artes y las ciencias (amplió la gran Biblioteca de Alejandría y su Museo, y patrocinó, entre otros muchos, a Euclides), quiso demostrar su poder y su magnificencia con un desfile desorbitado, una desmesurada ofrenda a Dionisos. Ateneo de Náucratis (en Deipnosofistas o El banquete de los eruditos), usando como fuente la descripción de Calixeno de Rodas, contemporáneo de Ptolomeo, menciona avestruces tirando de carros, lo que demostraría la domesticación del ave.

 “Y detrás de ellos venían veinticuatro carros tirados por cuatro elefantes cada uno, y sesenta carros tirados cada uno por un par de cabras, y doce carros por antílopes, y siete por órix, y quince por búfalos, ocho por pares de avestruces, y siete por ñus, y cuatro por parejas de cebras, y cuatro carros también tirados cada uno por cuatro cebras”.

Niños aurigas compitiendo en el circo sobre bigas llevadas por aves. Las de la zona inferior izquierda pueden ser avestruces (que, increíblemente, quedan en segundo lugar en la carrera). Mosaico de la villa romana del Casale, Sicilia, siglos III al IV d. C.

 

Aunque, para el hombre común eran una curiosidad de la que algunos viajeros hablaban, al ser propias del norte de África se hicieron relativamente familiares con la expansión del dominio romano. Según la Historiae Romanae de Dion Casio, se llevaron avestruces a Roma para que el emperador Cómmodo (161-192 d.C.) las matara en combate. Es sabida la afición de Cómmodo por el circo, ya fueran luchas de gladiadores o venationes y esta mención del avestruz pretende arrojar dudas sobre la cordura del emperador, por lo que debe tomarse con cautela:

“Habiendo matado y decapitado un avestruz, llegó hasta donde estábamos sentados, sosteniendo la cabeza en su mano izquierda y en su mano derecha levantando en alto su espada ensangrentada; y aunque no dijo una palabra, meneó la cabeza con una sonrisa, indicando que nos trataría de la misma manera. Y muchos, ciertamente, habrían perecido a espada en el acto, por reírse de él (porque era más risa que indignación lo que nos invadía), si yo no hubiera masticado unas hojas de laurel […]”

Un hombre mata avestruces a garrotazos en una escena del mosaico de Zliten, Libia, c. 200 d.C.

La Historia Augusta de Flavio Vopisco, menciona a un tal Marcus Firmus, apodado el Cíclope, que se rebeló contra el emperador Aureliano, lo que le costó la vida en 273 d. C. La biografía de Firmus está llena de detalles fantásticos:

“Pero en cuanto a Firmus, era de gran tamaño, sus ojos muy saltones, su cabello rizado, su frente llena de cicatrices, su rostro bastante moreno, mientras que el resto de su cuerpo era blanco, aunque áspero y cubierto de pelo, de modo que muchos lo llamaron cíclope. Comía gran cantidad de carne y hasta, según se dice, se comió un avestruz en un solo día”.

“Nadaba entre los cocodrilos cuando lo frotaban con grasa de cocodrilos, conducía un elefante y montaba en un hipopótamo y cabalgaba sentado sobre enormes avestruces, de modo que parecía volar”.

Dos trabajadores descargando avestruces del barco en el mosaico llamado “de la gran caza”, Villa Romana del Casale, Sicilia, siglos III al IV d. C.

En la Historia Augusta hay varias menciones de avestruces en la vida del emperador Antonino Heliogábalo (c. 203-222 d.C.). Se dice que las regalaba y las comía, incluso sus sesos:

“En una cena en la que había muchas mesas, trajo cabezas de seiscientos avestruces para que se pudieran comer los sesos”.

Detalle de un pavimento de mosaico semicircular de un ábside que representa una caza y donde puede verse un avestruz, c. 200-225 d.C., de Utica (Túnez), Museo Británico

Los griegos, como los mesopotámicos y los romanos, veían a los avestruces desde otra perspectiva: los huevos de avestruz eran considerados los más perfectos y hermosos de todos los huevos y se creía que en ellos se condensaba la fuerza y ​​el poder del más grande de los pájaros, incluso eran considerados de origen sobrenatural. En todo caso, siempre fueron un objeto maravilloso digno de contemplarse como una valiosa joya.

El globo “Da Vinci”, 1504, colección privada. Puede verse Sudamérica y las islas Isabel y La Española, que entonces se creían dos islas diferentes (ambas corresponden a la actual República Dominicana) 

Como detalle del prestigio del huevo de esta ave como un objeto precioso, este globo (conocido como “Globo da Vinci”: todo lo maravilloso se le atribuye, no comprendemos por qué) es una esfera terrestre tallada en las mitades inferiores, unidas, de dos huevos de avestruz. El propietario afirma que fue fabricado a principios del siglo XVI (1504), lo que parece corroborarse con su comparación con otros mapas de esos años, y, por lo tanto, sería el primer globo terráqueo que representa el Nuevo Mundo. Fue encontrado en 2012 y se especula con el parecido entre la forma de los continentes y la representación del mundo en un manuscrito de Leonardo da Vinci, lo que hace pensar a algunos que el grabador   parece que era zurdo  pudo ser el mismo Leonardo, que era ambidiestro, pese al pequeño detalle de que no se sepa de relieves tallados por el artista ni de que supiera trabajar esa técnica.

 

Tres avestruces formados con huevos montados en plata dorada. Elías Geyer, c. 1595, en Grünes Gewölbe (“La bóveda verde”), el tesoro barroco del Staatliche Kunstsammlungen, Dresde

 

Son varios las tradiciones legendarias sobre el comportamiento de esta ave. Claudio Eliano sugirió que ponía más de ochenta huevos fértiles, dando una parte como alimento a sus polluelos. En el nido, muy somero, se acumulan los huevos de hasta cinco hembras, así que Eliano no exageró demasiado: el mayor número registrado es de sesenta huevos.

Al-Jahiz, El Libro de los Animales, 1335, Siria

 

En algunas partes del antiguo mundo mediterráneo, los avestruces no siempre han tenido la mejor reputación. Para algunos, los avestruces eran un símbolo de glotonería; para otros, de estupidez, ya que se creía que pensaba que, escondiendo su cabeza entre los arbustos o en la arena, se haría invisible para sus perseguidores.

“…pero su estupidez no es menos notable: porque, aunque el resto de su cuerpo es tan grande, imaginan cuando han metido la cabeza y el cuello en un arbusto, que el todo el cuerpo está oculto”. (Plinio, Historia natural)

Los monjes coptos egipcios veían al avestruz de una manera radicalmente diferente. La tradición copta, que creía que el calor del sol empollaba los huevos sin intervención de los padres, veía en ello un símbolo de la gracia de Dios que hace florecer la virtud en el corazón de los fieles. Por otra parte, como se decía que avanzaba siempre en línea recta y sin girarse, representaba también al monje que debe avanzar siempre hacia la perfección, sin mirar nunca al pasado y a las cosas mundanas que ha dejado atrás.

En la Wartburgkrieg (una colección alemana de canciones anónimas de entre 1240 y 1260), hablando de las virtudes de los príncipes, se dice que deberían estar dotados con la voz del león y los ojos del avestruz, que empolla sus huevos mirándolos, para que pudieran y animar a sus seguidores con la palabra y la mirada, incitándolos a nobles y caballerescos logros. Reinmar von Zweter, poeta alemán del siglo XIII, elogia los "ojos de avestruz" del emperador Federico II como inspiradores y vivificantes; y un poeta anónimo nos dice que los ojos de su amada son incubadores como los del avestruz porque hacen germinar y brotar suspiros en su corazón cada vez que ella le dirige una mirada ardiente.

Un libro de John Lyly, The Anatomy of Wilt, (Anatomía del ingenio, 1578), dice:

" Me pasa, Pselo, como al avestruz, que no pincha a nadie más que a sí misma, lo que la hace correr cuando quisiera descansar.”

Alude aquí a las púas o espuelas que se suponía que el avestruz tenía bajo sus alas, según Alberto Magno, que dice que los utiliza para golpear a los que le atacan. La Historia Animalium de Gesner (1555) lo repite: "En los extremos de sus alas, según he oído, sobresalen ciertas puntas óseas, con las que, a modo de espuelas, se impulsa al correr, golpeándolas en sus caderas, donde no hay plumas, o en otras partes de su cuerpo”.

En el libro de Job (39), Dios habla a Job, jactándose de su propia obra:

“¿Diste tú hermosas alas al pavo real,

o alas y plumas al avestruz?

El cual desampara en la tierra sus huevos,

y sobre el polvo los calienta,

y olvida que el pie los puede pisar,

y que puede quebrarlos la bestia del campo.

Se endurece para con sus hijos, como si no fuesen suyos,

no temiendo que su trabajo haya sido en vano;

porque le privó Dios de sabiduría,

y no le dio inteligencia.

Luego que se levanta en alto,

se burla del caballo y de su jinete.”

 

Hugo de Foulloy (De avibus), partiendo de Job, identifica el avestruz con la hipocresía porque no es capaz de elevarse ni sus alas son verdaderas alas: la compara con el halcón y el gavilán, que pueden elevarse sobre lo mundano.

“Además, este mismo plumaje del avestruz es similar en color a los plumajes del halcón y del gavilán, pero no es similar en valor, pues los suyos son firmes y más fuertes y pueden mover el aire en vuelo […] Por lo tanto, la manera del hipócrita, que se entiende a través del avestruz, se muestra que es tal que él no se preocupa por nadie más, sino que se gloría de sus propias obras, y se atribuye a sí mismo, en lugar de a los demás, el bien que hace.”

El Bestiaire de l’amour lo considera, lejos de la estupidez, símbolo de la vida contemplativa porque, aunque abandone sus huevos, no los olvida. Cuando ve la estrella que le anuncia la época de la puesta (las Pléyades, que anuncian el verano), ella los cubre con su mirada y su aliento. Es el despertar de las almas piadosas por la gracia divina y así como el avestruz desatiende sus huevos, el hombre debería despreocuparse del mundo; y así como el avestruz mira a la estrella, así el hombre debería concentrarse en el cielo.

Salterio de Isabel de Francia, 1303-1308, Biblioteca estatal de Baviera. El avestruz observando las Pléyades

El Physiologus tiene otra visión: “¿Cómo podría elevarse sobre las alas de la contemplación aquel en el que peso de un cuerpo sobrecargado le mantiene atado a la tierra?” El avestruz puede representar a los hombres incompletos quienes, religiosos y espirituales a medias, sólo se elevan para volver a caer y sólo tienen arranques de entusiasmo sin poder realmente llegar a las regiones superiores del espíritu: “El avestruz tiene un ojo pegado a la tierra y otro dirigido al cielo.

Emblema de Joachim Camerarius, Symbolorum et emblematum, edición de 1654: el avestruz incubando los huevos con su aliento y su mirada

Para acudir a una de las leyendas más extendidas, debemos tirar del hilo, siempre hacia atrás, a partir del cabo que nos dejan dos retratos de Frans Hals.

Frans Hals, dos retratos de la familia Olycan. A la izquierda, el de Jacob Pietersz Olycan, 1625, Maurithuis, La Haya. A la derecha, retrato de Pieter Jacobsz Olycan, padre del anterior, c. 1639, Museo de Arte John y Mable Ringling, Sarasota, Florida

En ambas obras vemos el escudo familiar de los Olycan, una próspera dinastía de Haarlem, enriquecida con el comercio de la cerveza.

Escudo de la familia Olycan en un muro de la catedral de san Bavón, Haarlem, como una de las más prestigiosas de la ciudad

El escudo de la familia Olycan muestra un recipiente de aceite, en referencia al apellido, quizás tomado del negocio del abuelo en Ámsterdam (Olycan era el nombre del almacén familiar de importación de aceite y grano), y un avestruz con una herradura en el pico; su cervecería se llamaba Vogel Struys, (“El avestruz”) y, de resultas de la boda del patriarca con Maritge Voogt Claesdr., se amplió el negocio con otra cervecería, Het Hoeffysser (“La herradura”).

Plinio afirma que el avestruz “tiene la propiedad maravillosa de poder digerir todas las sustancias sin distinción…”. A partir de la creencia en ese gusto tan obtuso, la iconografía lo representa con una herradura, a veces clavos, en el pico.

Junto a un pavo real y un pato, un avestruz como un clavo, The Tudor Pattern Book, Bodleian Library, MS. Ashmole 1504

 

Entre los numerosos emblemas del Diálogo de Paolo Giovio, hay uno en particular que ha gozado de notoriedad, el dedicado a Girolamo Mattei Romano, “Capitán de los caballos de la guardia del Papa Clemente (VII)”. Giovio cuenta que "con mucha paciencia, perseverancia y disimulo, esperó el momento de matar (como lo hizo) a Gieronimo, sobrino del cardenal della Valle, con el objetivo de vengar la muerte de su hermano Paluccio, asesinado por el citado Jerónimo por causa de un litigio civil” y que el capitán le había pedido que creara un emblema para significar que “un corazón valiente tiene la fuerza para deshacerse de cada daño grave con el tiempo”.

Paolo Giovio, Dialogo dell’imprese militari et amorose, 1559: Spiritus durissima coquit

 

Y así, el lema “Spiritus durissima coquit” se convirtió en todo un mensaje de virtud (sin necesidad) en la literatura emblemática posterior. Camerarius, para su emblema de 1596, lo recogió esa tradición de siglos para convertirla en un poema, emblema del hombre cuya fuerza de espíritu le permitía afrontar los peligros sin miedo.

“Spiritus durissima coquit

Magno animo fortis perferre pericula suevit

Ullo nec facile frangitur ille metu.”

("El espíritu digiere las cosas más duras

Con gran coraje acostumbra a soportar valientemente los peligros

No se deja doblegar fácilmente por el miedo.”)

Joachim Camerarius, Symbolorum et emblematum, edición de 1654

El lema de Giovio se convertirá en el de la editorial italiana Einaudi, recordando sus difíciles comienzos en medio de la dictadura fascista, en 1933. El logo, que también parte del libro de Giovio, ha sufrido diversas transformaciones.

Partiendo del grabado en la obra de Giovio (primero por la izquierda), Giacomo Manzú hizo un emblema en 1961 para una colección de sus propios grabados editada por Einaudi (segundo por la izquierda). En 1951, Picasso regaló al editor un dibujo para la editorial (tercero por la izquierda). Gulio Paolini, en 2000, presentó un nuevo logo con motivo de la feria del libro de Frankfurt (a la derecha)

Cuidador árabe con avestruz, Pontificalis de Guillaume Durand, c. 1357. París, Bibliothèque Sainte-Geneviève. Se dispone a dar de comer al animal

 

Thomas Browne (Pseudodoxia epidemica o Investigaciones sobre los errores populares en materias geográficas, naturales, históricas o filosóficas) tiene una opinión escéptica sobre los legendarios poderes digestivos del avestruz, aunque admite que puede ingerir hierro como medicina, no como alimento.

A la izquierda, avestruz en un fresco de la girola de la catedral de Tarazona. A la derecha, ilustración de Sebastián Munster en su “Cosmographia universalis”, 1544

Sello de la ciudad austriaca de Leoben, Estiria, de 1298. Las minas de hierro dieron a la ciudad el símbolo del avestruz comiendo herraduras

Como espíritu de resistencia, el avestruz es el emblema más antiguo utilizado por Federico de Montefeltro, duque de Urbino, así como uno de los principales emblemas de su familia. Suele llevar en el pico una cartela con el lema "I can verdait en crocisen" (y otras variantes), en alemán antiguo más o menos incorrecto, que probablemente pueda remontarse a la frase "Ich kann verdauen ein grosses eisen" ("puedo tragarme un hierro grande"), en alusión a la perseverancia de su antepasado Antonio da Montefeltro, quien, tras un largo exilio, logró recuperar el señorío feltresco (1377) de sus predecesores, y de hecho aparece sobre la tapa de su sepulcro, en el palacio de Urbino. El avestruz era entonces un ejemplo de determinación, tenacidad y laboriosidad y sujetaba un trozo de hierro o un clavo en el pico. Está ampliamente representado tanto en los códices como en las decoraciones del palacio Ducal, especialmente en el Studiolo. El huevo del avestruz  no podía faltar sobre la Madonna de Urbino.







Distintas variantes del avestruz en el Palacio Ducal de Urbino, emblema de la amilia Montefeltro: arriba, mausoleo de Antonio de Montefeltro, en el que puede verse, sobre Cristo, el avestruz con la cartela; el tema aparece en relieves, en la marquetería del Studiolo del duque Federico, en los artesonados y en varios códices (el representado es la Biblia sacra latine, Urb. lat. 2, Biblioteca Apostólica Vaticana)

Para Les Épaves (“naufragios, pecios o ruinas”), una edición seleccionada de algunos poemas de Las flores del mal de Charles Baudelaire, el artista belga Félicien Rops recibió el encargo de diseñar un frontispicio basado en Adán y Eva con el árbol del conocimiento presentado como muerte. Rops explicó al fotógrafo Nadar, en 1859, su idea del “esqueleto arbóreo”: "Aquí un esqueleto que forma un árbol con las piernas y las costillas como tronco, los brazos extendidos de los que brotan hojas de plantas venenosas en hileras de pequeñas macetas dispuesto como en un invernadero." 

En una carta, Baudelaire se había quejado de una versión anterior elaborada por Félix Bracquemond:  "Le dejé carta blanca dentro de estos límites: un esqueleto arborescente, el árbol de la ciencia del Bien y del Mal, a la sombra del que florecen los siete pecados capitales en forma de plantas alegóricas.”

Frontispicio de Félicien Rops para la primera edición de “Les Épaves”, de Baudelaire, Ámsterdam, 1866

Debajo del grabado había una explicación:

Bajo el Manzano Fatal, cuyo tronco esquelético recuerda la decadencia de la raza humana, florecen los Siete Pecados Capitales, representados por plantas de formas y actitudes simbólicas. La Serpiente, enroscada en la pelvis del esqueleto, se arrastra hacia estas Flores del Mal, entre las que se revuelca el macabro Pegaso, que sólo debe despertar, con sus jinetes, en el Valle de Josafat.  Al mismo tiempo, una Quimera negra arrebata del aire el medallón del poeta, en torno al cual Ángeles y Querubines entonan el Gloria in excelsis. El Avestruz en camafeo, que se traga una herradura, en el primer plano de la composición, es el emblema de la Virtud, que se empeña en deshacerse de los alimentos más repugnantes: VIRTUS DURISSIMA COQUIT.”

Como se exponían los pecados capitales, su contraparte debía ser la Virtud, no el Espíritu, y así se cambió el lema. Sobre ese cimiento de moralidad, Marianne Moore (1887-1972), muy aficionada a los poemas zoológicos, e inspirada en un título de un tratado medieval, escribió su poema “He digesteth harde yron” (“Él digiere el duro hierro”), en el que exalta la supervivencia del avestruz entre todas las aves gigantes ya extintas: la diligencia del ave hace que su permanencia sea una expresión de justicia (al menos, poética).

“Aunque el aepyornis

o el ave roc que vivieron en Magadascar, y

el moa, están extinguidos,

el gorrión-camello, relacionado

con ellos por el tamaño -el gran gorrión que

Jenofonte vio caminando cerca de un arroyo-  fue y es

el símbolo de la justicia.

….

La negligencia se ha tragado

a todos los pájaros gigantes excepto a un gargantuesco y vigilante

 de alas pequeñas y magníficamente veloz.

El único rebelde que queda

es el gorrión-camello.”




 









































 












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