CAZAR PÁJAROS


Interior de la llamada “Copa del cazador de pájaros”, un kylix jónico de figuras negras encontrado en Etruria, c. 550 a.C. Dos pájaros, unos pajarillos en un nido, un saltamontes y una serpiente se encuentran dispersos en un fondo vegetal abigarrado, donde se mueve el personaje central. Louvre


Hubo un rey, Enrique I de Sajonia (876-936), al que apodaron Henricus Auceps, "Enrique el Pajarero", por su afición a la captura de aves, tan obsesiva, se dice, que la proclamación le sorprendió en plena caza. Pero el oficio de pajarero, el atrapador de pájaros, tenía mucho de perverso y poco de monárquico romanticismo. 

Ottokar Walter, recreación del rey Enrique el Pajarero, c. 1904. En la jaula tiene un pinzón y en su mano derecha sostiene la cuerda de la trampa. Al fondo, a la derecha, llegan los emisarios a coronarlo, pero él está a lo suyo


El pajarero es oficio de acechante y traicionero, cuyo daño no se espera, pero que puede barruntarse. En francés existe la expresión "vientos pajareros" (Les vents oiseleurs), el nombre que dan a los "vientos etesios", flujos veraniegos del norte que barren el Egeo a traición, durante días, en medio de un tiempo claro, como si quisieran impedir el vuelo de las aves amarrándolas a tierra.


Pieter Bruegel, Paisaje invernal con trampa para pájaros, 1565, Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica

En este tema nos cruzamos de nuevo con Pieter Bruegel, que despliega en esta obra sus sugerencias sobre el destino humano. Aparentemente, parece una exhibición de alegrías invernales: los niños patinan o juegan a la peonza, los adultos practican una especie de tanga deslizante (un antepasado del curling), una madre hace dar sus primeros pasos a su hija sobre el hielo… pero la realidad es más sombría. El gran árbol es la frontera entre dos mundos. A su izquierda se desarrolla la vida del hombre, vigilada por una pareja de cuervos en primer plano; a su derecha, la amenaza, la trampa y el cazador acechando. De un lado, la vida despreocupada del hombre; del otro, la certeza de la muerte y la amenaza del Maligno.



Detalle de la trampa para pájaros. Puede verse la cuerda que sale hacia la derecha…

…y de la que tirará, en el momento oportuno, el trampero escondido tras el ventanuco

Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos”. (Eclesiastés 9.12)

A caballo entre los dos ambientes, la iglesia, al fondo, es la solución de continuidad entre la vida terrenal y la vida eterna. A la altura de la tercera ventana de la iglesia, en el árbol, una urraca, blanca y negra, ambivalente, observa. Los pájaros solían simbolizar el alma y así, en el cuadro hay el mismo número de ellos que de personajes, treinta y uno. Cada ave representa el alma en peligro de los que alegremente pasan su mañana invernal porque el demonio acecha con su trampa a los menos avisados. ¿Por qué treinta y uno? No sabemos si es una cifra casual, pero se le han buscado significados: el último día del mes como alegoría del fin de la vida o quizás una referencia a la fecha de excomunión de Lutero, el 3 de enero (de 1521), o, más probablemente, una representación de la Trinidad, tres personas en una.

Siendo los pájaros incautos, inocentes y alados, como representaciones de almas livianas y cándidas, la moralización de su caza tuvo un fondo espiritual, una advertencia para pecadores descarriados y un ejemplo para creyentes rectos. Al mismo tiempo, el hecho de que la religión ocupara todo el espacio social hizo que terminara por usarse indistintamente en cualquier ámbito, en el cristiano y en el secular.

Pseudo-Abraham, “Algo para todos, esto es: Una breve descripción de todo tipo de gente de clase, oficio y negocios Con enseñanzas morales impresas y conceptos bíblicos”. El grabado muestra al pajarero como alegoría:

“No os asociéis con la persona mundana

que está atada a la vanidad

y seduce con las trampas del pecado,

donde la lujuria ciega el rostro.”

Sebastian Brant, La nave de los locos, 1494. Se representan aquí los cazadores que son demasiado evidentes para los pájaros

El texto que acompaña al grabado dice:

“Hay quien anuncia en voz alta el ataque

e hila su hilo delante de todos

del que es fácil desconfiar.

Tonto es el que quiere cazar un gorrión

y deja su sedal a la vista.

Pues el pájaro huye fácilmente

cuando lo ve abiertamente ante él.”

Este lema se corresponde con la advertencia bíblica:

“Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave; pero ellos a su propia sangre ponen acechanzas, y a sus almas tienden lazo”. (Proverbios 1, 17-18)

Sebastian Brant, colección de fábulas, 1501. "De aucupe et volucribus" (el cazador y los pájaros)

Este grabado ilustra una fábula de Esopo, y el texto dice: “Un mirlo preguntó a un cazador de pájaros que acababa de colocar sus redes qué estaba haciendo. Él respondió que estaba fundando una ciudad y se fue. El mirlo confió en sus palabras, voló más cerca y, cuando quiso comerse el cebo, quedó atrapado en la red. Cuando el cazador se apresuró a llegar, el mirlo le dijo: "¡Oh hombre! Si fundaras una ciudad así, no encontrarás muchos habitantes". Moraleja: Si quienes están en el poder son demasiado duros, arruinan la comunidad.”

Giovanni Paolo Cimerlini, El aviario de la muerte, 1560-1580, Museo Blanton, Universidad de Texas

Esta abigarrada imagen muestra a un grupo de hombres en una torre, otro grupo que lee libros cerca del agua, y un tercero, a la derecha, está formado por hombres y mujeres que interpretan música. Los tres grupos parecen ajenos al peligro representado por varios esqueletos: uno mueve un señuelo y, a su izquierda, un hombre desollado parece estar esperando que lleguen los pájaros y se posen en los palos clavados en el suelo, donde está la lechuza que puede atraerlos; al fondo, otro esqueleto y un galgo empujan a los humanos hacia una red; otros ya están atrapados en una masa informe, tras la torre, en la que se abre una puerta que conduce al Infierno y por la que sale otro esqueleto. El tema de la Muerte tendiendo sus trampas era popular, especialmente entre los artistas alemanes, pero era infrecuente en Italia. Este grabado podría haberse inspirado en una fuente literaria.

Georgette de Montenay/Anna Roemer Visscher, Cien emblemas cristianos, c. 1615. Emblema 85: “Sic fraudeibus scatent eorum domus” (“Sus casas están llenas de fraude”)

El texto asociado al emblema parafrasea a Jeremías:

“Entre mi pueblo se ha encontrado gente impía, que a semejanza de los que ponen trampas para los pájaros, se ponen al acecho para atrapar a sus semejantes. Sus casas parecen jaulas llenas de pájaros, pero están llenas de engaño. ¡Fue así como se hicieron grandes y ricos!” (Jeremías 5:26 27)

Recueil Robertet, 1490-1520, BNF Français 24461 fol 71r

Esta imagen es parte de una colección de proverbios ilustrados y expresado en el último verso de la cuarteta:

“Nadie a mi trampa se acerca

si no es bien docto en los amores,

que al final no caiga en reproches,

porque allí quedan atrapados los más listos.”

El cazador, escondido en su cabaña, ha atado una lechuza a un árbol recubierto de cola: los pequeños pájaros la atacan y quedan atrapados, pero algunos logran escapar rompiendo la rama que se les pega a las patas. La caza con liga se toma aquí como una metáfora general de las pretensiones del amor, sin especificar si la lechuza representa precisamente a la seductora o al seductor. 

Son innumerables lo ejemplos del uso del búho como señuelo para la caza, en un sentido moral o religioso, como ya vimos.

Emblema de Jacobus Boschius, Symbolographia, sive de Arte Symbolica, Augsburgo, 1701. El lema es sucinto: Capta capit (Como prisionera atrapa a otros). El texto explicativo dice: “Se puede comparar a los injustos avaros y usureros con los noctámbulos: así como también se pueden cazar fácilmente otros pájaros; Luego, a menudo vuelan hacia ella / la odian / y quieren arrancarla y tirarla / pero como resultado se meten en palos o hilos con el propio observador de aves / y quedan atrapados… Por eso tal noctámbulo / es decir / usurero o avaro / es muy agradable para el cazador o pajarero infernal / porque con él puede atrapar muchos otros pájaros / o almas"

Giacomo Franco, La caza de la lechuza, 1590-1600

La metáfora se vuelve más misógina: la lechuza es reemplazada por la mujer, y los pajaritos son los hombres que ella atrae. El papel del cazador de pájaros se divide aquí en dos personajes: el sátiro –una especie de Diablo humanizado– que hace girar el mecanismo del reclamo; y un joven amonestador, con un cartel con la palabra “bufón”, que parece avisar al espectador del truco: el gesto del dedo índice hacia el ojo significa que está en guardia, y el gato que lleva bajo el brazo sería un emblema de prudencia.

Entramos aquí en un terreno al que se ha desplazado la simbología religiosa. Las metáforas de la caza de pájaros en el tema amoroso tienen una larga tradición: Ovidio, en su Ars amandi (“Non avis aucupibus monstrat, qua parte petatur”, “El pájaro nunca ha mostrado al cazador dónde es mejor acecharlo”) o en los Proverbios salomónicos (“Como el ave que se apresura a la red y no sabe que es contra su vida hasta que la saeta traspasa su hígado”).

Códice Cocherelli, 1330-40, Biblioteca Británica


Ídem, detalle

Está página es un repertorio de varias aves de diversas especies y un muestrario de jaulas. La mujer alimenta al camachuelo, su favorito. Esta reina es la Lujuria y en el texto se explican las seis variantes de este vicio (prima, secunda, tertia…). La descripción de la sexta dice:

Vicio antinatural: cuando alguien, fuera del lugar habitual, deposita y emite su semilla. Y este vicio se puede realizar de varias formas.”

El cazador que aparece al final de la página, con sus redes, escondido detrás de un arbusto, utiliza los pájaros enjaulados como señuelos para atraer a sus hermanos aún salvajes. Así, el cazador es, como el diablo, quien se aprovecha del apetito sexual en todas sus formas, tanto masculinas como femeninas. La explicación más cercana al espíritu de la época nos la proporciona uno de los grandes textos medievales, el Romance de la Rosa, un pasaje del cual podría haberse escrito como explicación a pie de página:

“No hay codorniz vieja

Que no quiera venir al pajarero”.

 

En Tristán e Isolda de Godofredo de Estrasburgo (m. ca. 1215), se ofrece la analogía de la caza con liga con el amor de Riwalin por Blancaflor:

“El pensativo Riwalin, | sirva de ejemplo, | Que el valor del pensamiento | Es como el pájaro libre, | Que se balancea libremente en muchas ramas | Y ahora vuela a la liga. | Cuando ahora siente el pegamento, volaría con gusto de nuevo a casa: sus pies ya están pegados; agita las alas, quiere alejarse| Así que golpea una y otra vez con todas sus fuerzas, hasta que por fin es vencido y queda firmemente pegado a la rama.”

Salterio de Oxford, Flandes, alrededor de 1320, Biblioteca Bodleian, Oxford

Algo anterior al Códice Cocharelli, probablemente hecho para que el conde de Flandes, Luis de Nevers, se lo ofreciera a una dama, el Salterio de Oxford tiene muchas ilustraciones de tipo amoroso: ofrece, por ejemplo, una de las primeras apariciones medievales de Cupido y una ilustración de Frau Minne, personificación del amor cortés de la Edad Media alemana, objeto frecuente del minnesang, el trovador, generalmente un enamorado suspirante que se queja de su estado de sufrimiento espiritual.

En la ilustración superior, dos cazadores capturan un pájaro en la red (parece un pinzón) mientras otro se acerca al señuelo. Probablemente se ejemplifica el engaño, la conducta perversa que se denuncia en el texto precedente:

En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa, no pondré delante de mis ojos cosa injusta. Aborrezco la obra de los que se desvían; ninguno de ellos se acercará a mí. El corazón perverso se apartará de mí; no conoceré al malvado.” (Salmo 101)

Otra página del Salterio de Oxford, Flandes, alrededor de 1320, Biblioteca Bodleian, Oxford. Sobre los personajes, en los márgenes, hay un carbonero y un martín pescador

Esta segunda página dedicada a la captura sólo puede entenderse como una antítesis gráfica de la anterior. El papel de reclamo lo desempeña el halconero, enjaulado en la letra L de Laudate. El cazador (el mismo que aparecía en la página anterior) queda atrapado en su propia red. El halconero enjaulado y el cazador cazado ilustran una vez más al malvado, pero esta vez atrapado por su propia lujuria, como se explica en el texto justo arriba:

“Lo verá el malvado y se irritará; rechinará los dientes y se consumirá; perecerá el deseo de los malvados.” (Salmo 112)

La cazadora, vestida como una monja, es la encarnación de los justos, una mujer inexpugnable que domina el deseo masculino.

El poema didáctico Der welhische gast, “El extraño romance”, fue escrito por un clérigo erudito de Friuli, Thomasin von Zerklaere (Tomassino di Cerclaria), hacia 1215-16, quien también pudo dar indicaciones para las ilustraciones de los versos. El entretenido poema fue muy popular entre el público medieval. La obra no es un tratado estrictamente sistemático de estilo académico, sino más bien un poema que da ejemplos de comportamiento ético a un público cortesano. Para entender lo que sigue, es necesario conocer la técnica de caza de pájaros con una trampa de pinza: cuando el pájaro se posa sobre él, el cazador, que espera en un escondite, tira de una cuerda para que las barras se cierren y atrapen al pájaro.

Thomasin von Zirklaere, Wälscher Gast, Caza con liga, Vers 891f, Sächsische Landesbibliothek Dresde. En la choza que sirve de escondite, el cazador tiene a su dama detrás: él es también el cazado

 

Thomas Murner, Die Geuchmat (la caza del cuco), 1519, Munich, BSB Rar. 1791 vue 62

En este libro satírico de Thomas Murner, los cucos (cornudos o tontos) se encuentran en todo tipo de situaciones degradantes. La imagen muestra a una mujer usando su escote como cebo para atrapar la mano de un hombre con una pinza para pájaros. En el texto siguiente la mujer hace gala de su capacidad para atrapar a los hombres incautos.

“Es un truco astuto

estar bien equipado para atrapar un cuco.

Podemos atraparlo mejor mirándolo

que cazando con cordones y redes.”

 

De nuevo, Sebastian Brandt y su Nave de los locos. Aquí el diablo atrapa con la pinza a una mujer orgullosa:

Sebastian Brandt, La nave de los locos, 1494. Parte del texto dice:

“Cualquiera que sea orgulloso y se alabe

y se ensalce, será

castigado por el diablo.”

Niklas Stör, xilografía, 1534. Usando a mujeres como cebo, los pajareros manejan una trampa en la que ha caído todo un muestrario de hombres de diversos grupos sociales

En los manuscritos más galantes, los hombres voladores pueden ser reemplazados por corazones a los que las mujeres tienden su red.

Pierre Sala, Emblèmes et devises d’amour, Maître de Lyons, c. 1500




Maestro de Frankfurt, Alegoría del amor, 1520-30, colección privada. Abajo, detalle de la parte central, con la caza con pinza 

Este friso en tres partes muestra cómo hombres libres, mal aconsejados por un bufón (parte izquierda), son capturados (en el centro) y luego sujetos sin necesidad de correas ni jaulas porque las armas de la seducción son más eficaces.

En el siglo XVIII, el pajarero se especializa en la caza de doncellas desprevenidas. Veamos este “pendant” (dos cuadros que forman pareja) de Greuze.

Jean-Baptiste Greuze: a la izquierda, Indolencia (o la perezosa italiana), Wadsworth Atheneum, Hartford. A la derecha, El guitarrista napolitano (o un pajarero que, al regreso de la caza, afina su guitarra), Museo nacional de Varsovia. Ambas obras formaban una pareja, luego separada, elaborada en 1757

La joven parece abatida, rodeada de detalles que muestran su tristeza tras ser abandonada después de las promesas (lleva un anillo en un dedo). El guitarrista subraya su papel seductor con las jaulas y señuelos que lo rodean. Afina su instrumento, preparándose para una nueva serenata de seducción.

Describiendo un gran círculo, la metáfora de la caza de pájaros recorre un camino desde la admonición cristiana, con frecuencia usando a la mujer como encarnación del embaucamiento diabólico, a la admonición moral en la que ella es la víctima propicia del relajamiento de las costumbres.









































Comentarios

  1. Gracias Alfonso por tus escritos tan interesantes.

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  2. Anónimo2/2/25 13:13

    Hasta hoy no había caído en la representación metafórica de los pájaros en la pintura. Los consideraba como un adorno más. El hecho curioso para mí es que caído en mi cuenta propia que no hay dibujo que realice de la naturaleza, por simple que sea en el que no deje de colocar unas cuantas siluetas sencillas de pájaros. Para mí, el paisaje sin aves en el cielo es una representación incompleta. Un abrazo y gracias por tus enseñanzas, Alfonso.

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