CHARLATÁN Y BELLOTERO
Alberto Durero, arrendajo, 1509
Arrendajo es un nombre que suena despectivo y no parece muy agraciado
para un ave de plumaje brillante y de presencia imponente, pero, como cualquier
miembro de la familia de los córvidos, no podía salir bien parada de la
nomenclatura, que le ha dado el binomial Garrulus
glandarius. Su ronco grito, desagradable y áspero, a veces insistente,
merece que se le llame gárrulo; su gusto por las bellotas y su curiosa
costumbre de esconderlas (se dice que es capaz de hacer una despensa de hasta
cuatro o cinco mil al año), le dan un justo apellido de bellotero (de glandem, bellota).
Salterio de Lutterell, Biblioteca Británica. El arrendajo con su bellota
Es un pájaro bullicioso y algo colérico, pero sin la vestimenta sombría de sus parientes, cuervos y urracas, aves de luto, sino con colores más vistosos, y, de hecho, el ornitólogo Étienne Mulsant lo comparaba con una viuda “cuyas lágrimas ya han dejado de fluir”, un luto ya postergado.
Bestiario de Harley, MS 4751, folio
43r, Biblioteca Británica. Arrendajos desgañitándose en un árbol
Muchas fuentes medievales no
distinguen bien entre el arrendajo (garrulus)
y la grajilla (graculus), que era un ave más perversa, y así no es
difícil observar una corriente moralizante que no lo dejaba en buen lugar.
“El arrendajo denota el gárrulo y glotón, aquellos que son dados a la
glotonería y difunden libremente chismes después de las comidas e inclinan sus
oídos a la calumnia”. (Hugo de Foulloy,
De Avibus). El arrendajo fugitivo representa al hombre que abandona una
orden monástica y dedica su don de palabra a la calumnia.
Rachel Ruysch (1664-1750), Arrendajo con amapolas, digitales, correhuela, y cardo mariano, Colección privada
Por supuesto, el arrendajo
encontraba poco favor entre los jardineros por su afición a los frutos del
huerto y ello, junto con su grito estridente, le dio fama de traicionero,
tosco, vulgar y colérico. Su desagradable voz sólo podía ser acusatoria y calumniante
y eso explica su aparición en algunas escenas de la Pasión.
Jerg Ratgeb, uno de los cuatro paneles del Retablo de Herrenberg, 1519, Galería estatal de Stuttgart. Un arrendajo se lanza en picado sobre la escena mientras una urraca se posa en la cruz del mal ladrón, como una presencia demoniaca
Seguidor de Hieronymus Bosch, La
coronación de espinas, c. 1516, Museo Lázaro Galdiano. Un arrendajo se posa en
mano de uno de los sayones que se burlan de Cristo. El pájaro no es muy
realista, pero su bigotera es inconfundible
Detalle
de El jardín de las delicias, Hieronymus Bosch. Un arrendajo alimenta a un
grupo de hombres con un fruto, una imagen de la Humanidad alimentada por el vicio y deslizándose por la
rampa del pecado
De todas formas, sus dotes más
resaltadas han sido las imitativas. De hecho, su nombre castellano parece derivar de
esa característica vocal: del latín vulgar "ad reimitari" (“remedar, imitar”) más el sufijo
—culus (>jo) daría "arremedaculo" y después "arrendajo", mientras en otras lenguas deriva directamente
de su nombre latino, Gaius:
el portugués Gaio, el francés Geai o el inglés Jay. Es una paradoja que algunas de las aves más estridentes
—loros, córvidos, estorninos— sean las más capaces de imitar la voz humana.
Esta fue le gracia más admirable en el arrendajo, al que, según Cuvier, Plinio
(Historia Natural, X) se refería cuando escribía esto:
“Se dice, sin embargo, que sólo se puede enseñar a hablar a la especie
de urraca que se alimenta de bellotas; y que, entre éstas, las que tienen cinco
dedos en cada pata son las que pueden ser enseñadas con mayor facilidad; pero
en su caso, incluso, sólo durante los dos primeros años de su vida.”
Joseph
Mallord William Turner, Arrendajo muerto
Plutarco (Moralia, sobre la inteligencia de los animales) hace la siguiente
observación sobre las aves parlantes:
“En cuanto a los estorninos, los cuervos y los loros, que aprenden a
hablar y ofrecen a sus maestros una corriente vocal tan maleable e imitativa
para adiestrar y disciplinar, me parece que son campeones y defensores de otros
animales en su capacidad de aprender, instruyéndonos en cierta medida de que
ellos también están dotados de un lenguaje racional”.
Y para confirmar su comentario
cuenta una historia sobre un barbero romano que tenía un arrendajo como
mascota, capaz de imitar voces humanas, sonidos de animales y ruidos mecánicos.
Un día, un cortejo fúnebre se detuvo delante de la barbería, acompañado de sus
correspondientes trompetistas. Pasado el cortejo, el arrendajo enmudeció, pero
ello resultó consecuencia de su autodisciplina porque se estaba preparando para
interpretar a la perfección la melodía de las trompetas que había memorizado.
Jemima Blackburn, hablando del estornino, un magnífico parlante, decía que “nunca lo escuché imitar sonidos o el habla
humana como lo hace el arrendajo”.
Pompeya, detalle de parte de un fresco con varias aves, un arrendajo
entre ellas
Como la urraca,
su charlatanería denota mala reputación. En Las
alegres comadres de Windsor, de Shakespeare, la señora Ford dice que
enseñará a Falstaff a “distinguir las
tórtolas de los arrendajos”, es decir, a las mujeres buenas de las de mala
reputación.
Aviario de Cambrai, MS 259, folio
190av, Bibliothèque Municipale de Cambrai
Thomas de Cantimpré (Liber de natura rerum), escribe:
“Garrulus, como dice Isidoro, recibió su
nombre de garrulitas [locuacidad, parloteo]. Porque es una especie de ave muy habladora y es importuna en sus
voces. Pasa de un lugar a otro mientras parlotea, y casi nadie puede pasar sin
que parlotee. Imita las voces o cantos de otros pájaros, no por el placer
delicioso, sino por parlotear. Este pájaro, capturado en su juventud, es
enjaulado para que se le pueda enseñar a decir palabras articuladas, y cuando
se ha escapado, tiende a parlotear más. Pero a veces sucede que, mientras no
está pendiente de sí misma y está absorta en su parloteo, el gavilán la atrapa
inesperadamente. Esta ave se distingue por una variedad tal de plumaje que se
dice que no carece de ninguno de los colores de otras aves. Se dice que a
menudo se vuelve loca, por lo que el Experimentador [un autor desconocido] dice que se cuelga de un árbol entre las
ramas bifurcadas en un ataque de ira.”
Las alabanzas a las capacidades
imitadoras del arrendajo —y de todas las aves parlantes— hacen que la literatura se mueva entre la admiración
por sus habilidades y el temor ante lo que de diabólico había en ellas, porque este pájaro era más admirado por imitador que por cantor
melodioso. Un ser tan singular llegó a ocupar el lugar del poeta, como el ingenio de
Cyrano se escondía tras los deseos de su compañero de armas, Christian.
Pájaro poeta, aunque sólo fuera por recitador, lo encontramos en la Antología griega (que reúne epigramas desde el VI a.C. al VI d.C.), donde hay un epitafio atribuido a Arquias, uno de esos epicedios (odas
funerarias) dedicados a animales y que tendrán tanto recorrido en la literatura
clásica, como el loro de Corina al que cantó Ovidio.
“Soy el arrendajo
que antes gritaba
a los pastores,
leñadores y pescadores,
y a menudo emitía
notas ruidosas y burlonas
de imitación de mi
boca, como un eco.
Ahora sin lengua y
sin voz yazgo caído
en el suelo,
renunciando a mi afición a la mímica.”
William
Hayes (1735-1802), pintor, y Gabriel Smith (1724-1783), grabador: El arrendajo en actitud declamatoria, en “Una historia natural de las aves británicas”, 1770-1775
No tenía ni idea de las habilidades imitativas del arrendajo, ni siquiera de su apariencia física y de su pertenencia a los córvidos. Para mí era un ave desconocida y, tras la lectura del artículo, ahora ya puedo decir que sé algo más.
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